Extra #2

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El gran salón estaba decorado con elegancia sencilla; flores blancas y hojas verdes adornaban las paredes y el altar, reflejando la pureza y sinceridad del amor que unía a Kid y ____. Cada detalle en el lugar irradiaba calma y armonía, pero, a pesar de ello, Kid no lograba apaciguar el tamborileo acelerado de su corazón. Esperaba al frente, ajustando la solapa de su traje con dedos temblorosos, mientras sus ojos permanecían fijos en el pasillo.

Kid había revisado cada detalle antes de este momento. Incluso en algo tan importante como su boda, su obsesión por la simetría había hecho que dedicara semanas enteras a coordinar las decoraciones, el arreglo de las mesas y hasta la posición de cada pétalo de flor. Pero ahora, todo eso se sentía trivial comparado con la emoción de ver a ____ caminando hacia él, su mirada llena de amor y emoción.

La música comenzó a sonar, y el salón enmudeció. Kid contuvo el aliento cuando la vio aparecer al final del pasillo. Ella llevaba un vestido blanco que parecía flotar a cada paso, como si el aire la envolviera en una danza suave. Su sonrisa, amplia y luminosa, parecía iluminar todo el lugar. Sus miradas se encontraron, y en ese instante, todo lo demás se desvaneció; solo existían ellos dos.

Cada paso de ____ hacia él era una promesa, un recordatorio de cada momento juntos, de cada obstáculo superado, y de cada promesa que compartían desde aquel día en el hospital. Al llegar al altar, ella tomó su mano, y ambos intercambiaron una sonrisa que decía mucho más de lo que las palabras podrían expresar.

—Estás preciosa —murmuró Kid, con una sonrisa suave, mientras su pulgar acariciaba la mano de ____.

—Y tú estás increíble —respondió ella en un susurro, sin apartar sus ojos de los de él.

El maestro de ceremonias comenzó a hablar, pero para Kid, todo parecía un eco lejano. Su atención estaba en ella, en sus ojos llenos de esperanza y amor. Finalmente, llegó el momento de los votos, y Kid, después de una profunda respiración, sostuvo su mano con ternura y habló.

—____, desde el momento en que te conocí, mi vida cambió. Eres mi equilibrio, mi paz, y el ancla que siempre me devuelve al centro. Prometo amarte en todos los momentos, incluso cuando mis obsesiones se interpongan, incluso cuando los días sean difíciles y los caminos inciertos. Tú eres mi otra mitad, mi compañera, y no quiero pasar un solo día sin ti.

Ella, con los ojos brillantes y una sonrisa tímida, tomó su turno, apretando suavemente la mano de Kid.

—Kid, cuando te conocí, nunca imaginé que alguien tan diferente a mí podría significarlo todo. Pero aquí estamos, y no hay otro lugar en el que quisiera estar. Prometo ser tu compañera, tu apoyo, y alguien que nunca dejará de ver la belleza en cada pequeño detalle que amas. Porque amarte significa aceptar cada parte de ti, y lo hago, con todo mi ser.

Kid sintió una punzada de emoción en el pecho al escucharla, y cuando el maestro de ceremonias les pidió los anillos, ambos intercambiaron una sonrisa llena de complicidad. Los anillos, ahora de oro con detalles finamente simétricos, relucían bajo la luz mientras ambos los sostenían en sus manos.

—Con este anillo, sello mi promesa de amarte y respetarte, de estar a tu lado en cada paso de nuestro camino juntos —dijo Kid mientras deslizaba el anillo en el dedo de ____.

Ella tomó el otro anillo, y con una sonrisa temblorosa, hizo lo mismo. —Con este anillo, te elijo hoy y todos los días. Prometo ser tu compañera y tu refugio, el hogar al que siempre podrás regresar.

Cuando ambos anillos estuvieron en sus dedos, el maestro de ceremonias declaró: —Por el poder que me ha sido concedido, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Kid se inclinó hacia ella, y en ese beso se desbordó toda la emoción contenida, la promesa de un amor eterno que iba más allá de cualquier imperfección o diferencia. El salón estalló en aplausos, y cuando ambos se apartaron, Kid acarició suavemente su rostro, mirándola con devoción.

—Listo —dijo él con una sonrisa—. Nuestra vida juntos comienza ahora.

Ella le devolvió la sonrisa, sus dedos entrelazados mientras se giraban para salir juntos del salón, rodeados de risas, pétalos de flores, y miradas cómplices. Ese era el inicio de su aventura compartida, una vida que no sería perfecta, pero que sería suya en cada paso, siempre de la mano, siempre juntos.

Simetría [Death The Kid]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora