Capítulo VI

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   «..., ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.»

   —C-Creo que no... No, no. No te la daría. Po-po-porqué yo... porque yo... porque yo soy su siervo. ¿Sabes? No deberías decirme estas cosas...

   Paul se sonrió y yo intenté fruncir mi ceño en un gesto de molestia.

   —Y porque tú tienes a Robert. El hecho de que digas esas aberraciones teniendo una relación estable me demuestra que sigues siendo un infiel.

   Hubo un silencio. Paul avanzó por las calles, soltando un suspiro pesado y en cuanto despegó sus labios para decir algo, yo lo interrumpí para decir:

   —Además, me sacaste de tu corazón —recordé.

   —Y volviste a meterte. —Puntualizó, mirándome.

   —¿Cómo me salgo entonces?

   —Imposible. Le puse seguro y tiré la llave. No puedes salir. Ahí vas a quedarte hasta que yo quiera.

   Me dedicó una sonrisa triunfal, de esas que esbozaba cada vez que las cosas estaban saliendo a su manera y sentía que, una vez más, estaba comiéndose el mundo y disfrutando hacerlo.

   —Tú también sigues acá —puse mi mano encima de corazón—. Pero no de la manera en que crees. Y debes respetarlo.

   —Ahora que lo pienso a mí me daría miedo arriesgarme por alguien que me abandonó. Así que retiro lo dicho. Olvida lo que te dije y limpia el beso que te di.

   —Y a mí por alguien que me fue infiel.

   —¡Escucha una cosa, John! ¡Te fui infiel con Linda pero no significó nada para mí! Y la mejor manera de demostrarlo es que ahora ni siquiera estamos juntos.

   —Entiendo, pero a mí sí me hizo sentir mal...

   En cuanto se detuvo por el semáforo, Paul llevó su mano a mi mejilla y la deslizó varias veces para, de esa manera, "limpiar" el beso que me había dado. Y en un movimiento brusco, logró tirar mis lentes hacia mis piernas.

   Solté una risita pequeña ante su brusquedad Y antes de que pudiera tomarlos, Paul los sujetó y rozó mi entrepierna.

   Intenté no mirarlo para no caer en tentación.

   —Se te paró.

   —No...

   —Sí, se te paró. Estoy seguro. Si la última vez que tuviste sexo fue conmigo...

   Volví a reírme mientras sacudía mi cabeza en negación. Ante al cambio del semáforo, Paul hizo avanzar el auto y dobló a la derecha.

   —Las veces que tú y yo tuvimos relaciones...

   Mi corazón comenzó acelerarse.

   «Señor Dios, te ruego que por favor no permitas que mi mente se aparte de ti», supliqué.

   —... me sentí bien. A diferencia de ti —me culpó—. Quiero decir...

   No se atrevía a mirarme, ni yo tampoco. Paul estaba concentrado en el camino y yo mirando hacia la ventana.

   —... me sentí feliz, me sentí amado y me sentí complacido. Y fue realmente especial porque tenía sentimientos por ti. Entonces básicamente no fue sólo sexo... sentí mucho amor de por medio. Me tomaste la mano. Me besaste. Y básicamente... hicimos... el amor, ya sabes. Fue diferente.

   Pasé saliva por mi garganta, asintiendo. Había sentido exactamente lo mismo, pero mi posición religiosa no me había permitido hacer algo más. Y ahora que las situaciones habían cambiado para ambos y que yo estaba más firme que nunca en cuanto a mi religión, mucho menos.

Forgive me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora