Aunque agradecí la decisión de Paul, una parte de mí no se sentía culpable. De lo único que me arrepentía era de no haber tenido el valor de besarlo.
Y sabiendo que iba a encontrarme nuevamente cara a cara con la tentación, decidí poner de mi parte y evitar caer en los deseos de la carne.
—¡Eh, John! ¡Buenos días!
El Padre Malcolm me sonrió cuando me vio salir de casa. La mañana estaba helada y me arrepentí de no haber llevado algún abrigo.
—Buenos días, Padre.
Llevaba en mis manos una vianda de comida con yogurt y cereal, y sobre ella un par de sandwiches rellenos con jamón y queso en lonjas. Además de un termo con té caliente.
—¿Y esa comida? —preguntó extrañado en cuanto nos subimos al auto.
Era para Paul. La había preparado para él porque sabía que al terminar su turno iba a estar cansado y hambriento, y un par de galletas saladas y té no iban a alimentarlo bien.
—Ah, es que prometí llevarle un desayuno rico a un niño —solté de inmediato—. Estuve conversando con él ayer y..., bueno, ya sabe... Nos hicimos amigos.
—Oh, es lindo de tu parte. —No le dio mucha importancia, y yo me tranquilice.
En el resto del trayecto permanecimos en silencio. Yo me dediqué a pensar, mientras miraba por la ventana y sentía la brisa alborotarme el cabello, en cómo decirle a Paul sobre el desayuno que había hecho para él.
«¿Es en serio, John? —pensé—. Sólo dáselo y ya.»
Tal vez mi problema no era dárselo, sino encararlo luego de la situación del día anterior que había terminado en un abrazo. Nos habíamos visto un par de veces en medio de la sala de hospitalización, pero decidimos no hablarnos más.
Pronto estuvimos frente al hospital, y esta vez el Padre me acompañó hasta el ascensor. Pero cuando llegamos al piso de pediatría, se reencontró con otros y fue hacia la área de oncología.
Sabiendo que estaba en su cuarto de descanso alistándose para irse a casa, bajé las escaleras que estaba al lado del ascensor, caminé por el lúgubre pasillo hasta que me detuve frente a la puerta.
Toqué y Paul abrió la puerta. Sonrió al verme, a pesar que su semblante denotaba mucho cansancio y sueño.
—¡Johnny!
Puso su mano en mi rostro y con su dedo pulgar tocó mis labios.
—Los tienes un poco morados. ¿Tienes frío?
—Eh..., bueno... Sí... Es que olvidé el abrigo en casa.
—¡Ah, y eso que siempre te digo que andes abrigado!
Fue hacia la cama, donde estaban sus cosas, y me extendió un sueter color crema.
—Póntelo.
—No es nece...
—¡Qué fastidio, John! ¡Vamos! Hace frío y no puedes andar por ahí con los brazos descubiertos, vamos...
Puse la comida a un lado y lo tomé, para luego colocármelo. Olía a Paul. Era una mezcla entre su perfume y su olor limpio corporal que, lejos de desagradarme, me hacía desear oler la prenda.
De inmediato me envolvió la calidez de la tela. Paul sonrió.
—Te queda bonito.
—Gracias.
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Forgive me ➳ McLennon
Fanfic"Nosotros amamos porque él nos amó primero." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica ni mucho menos ofender a sus creyentes. SEGUNDA PARTE DE «FORGIVE US» Se prohíbe su copia y/adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de in...