—Bendígame, Padre.
Me persigné al compás suyo.
—En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Malcolm carraspeó dentro del confesionario. Y yo me sentí nervioso de pronto, tratando de encontrar las palabras correctas sin necesidad de ponerme la soga en el cuello y delatarme descaradamente.
—El Señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados —me dijo.
Hice una pausa.
—Estoy enamorado de alguien. Y tengo pensamientos impuros.
Cuando el rostro de Paul vino a mi mente, mi corazón correspondió con alegría haciendo que los latidos fueran intensos.
Pese al ambiente oscuro, podía ver partes del rostro de Malcolm. Este, aunque no estaba frente a mí para verme a través de aquellos pequeños agujeros, sabía perfectamente que podía reconocer mi voz.
—Y no puedo evitarlo... —continué—. Sé que teniendo mi condición está mal y he orado mucho, pero... pero siento que no puedo... Esa persona tiene a alguien más y me da celos... Y... Dios, no sé que hacer... No he cometido pecado, pero me basta con mirar a esa persona para desear hacerlo. Sé, Padre, que mis intenciones no son buenas y que mi voluntad es débil.
Solté un suspiro pesado.
—Eso es todo, Padre.
—Tres Padre Nuestro y cinco Ave María para que no caigas en tentación.
—Lo haré, Padre.
Me levanté rápidamente del buró y abrí la puerta de madera del confesionario para salir. Avancé por el corredor rápidamente hasta llegar a la parte principal de la iglesia para salir.
La brisa fresca me golpeó el rostro y desordenó mi cabello cuando estuve en el exterior, de camino a la oficina.
Vi a la hermana Cynthia sentada en la fuente. Se veía solitaria, así que decidí a acercarme y acompañarla.
—Hace bonito clima, ¿no?
Ella me miró, sorprendida por mi repentina presencia, y se sonrió.
—Hola, John. Y sí. Está lindo el día.
—¿Qué haces acá sola?
Cynthia se encogió de hombros.
—Estaba pensando en unas cosas... —me dijo ella.
—¿Entonces interrumpo tu soledad?
—Sí, pero no me molesta —carcajeó—. Podemos hacernos compañía los dos.
Solté un suspiro, al tiempo que pasaba mi mano por mi cabello para poner los mechones detrás de mi oreja.
—John..., ¿te sientes bien estando en el sacerdocio?
Su pregunta me alarmó, haciendo que me apresurara a mirarla a los ojos buscando en su mirada alguna explicación a su repentina pregunta.
Pero ella no me miraba: permanecía con sus ojos al frente, con su mirada perdida y un poco triste. Entonces me alivié, sabiendo que no se refería a mí o a algo que sabía.
—¿Por qué me preguntas eso, hermana?
—Es que... a veces... siento que esto no es lo mío...
Estuve a nada de hacerle saber que mi sentir y el suyo eran iguales, pero me contuve.
—¿Sí? ¿Y por qué?
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Forgive me ➳ McLennon
أدب الهواة"Nosotros amamos porque él nos amó primero." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica ni mucho menos ofender a sus creyentes. SEGUNDA PARTE DE «FORGIVE US» Se prohíbe su copia y/adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de in...