Capítulo XIII

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   La tensión incrementó en cuanto Paul se unió a la conversación, colocándose al lado de Robert y guardando las manos en el bolsillo de su bata.

   Me esquivaba la mirada y yo, como un tonto, buscaba encontrarme con sus ojos a como diera lugar.

   —Paul, necesito que seas honesto con ambos... John acaba de decirme tú lo amas, pero tú me dices a mí todas las noches que no amas a nadie como yo... Entonces me gustaría saber cuál de los dos está quedando como tonto. Porque si soy yo, simplemente me largo y te dejo solo. Quédate con este idiota para quien no eres ni serás nunca su prioridad. Para mí sí eres mi prioridad.

   El rostro de Paul se tiñó de un rosado intenso, mientras que su semblante denotaba una pizca de enojo.

   Fue entonces cuando se dignó a mirarme.

   —¿Por qué dices mentiras? ¿Pretendes dañar mi relación, eso es lo que quieres?

   Aquello logró desplomarme de manera drástica. Pero, claro, ¿en qué estaba pensando yo? ¿Qué Paul sería capaz de confesar todo ahí? No, por supuesto que no.

   O tal vez estaba siendo honesto y a mí me había mentido.

   De cualquier forma me dolía.

   —¿Por qué John dice eso entonces? —Fraser se cruzó de brazos—. Hace un momento me aseguraba que tú lo amabas a él, y que mientras tú estás conmigo piensas en él... ¿Entonces eso es verdad?

   —Por supuesto que no, Robert. Te amo a ti... John no significa nada para mí.

   Estaba dejándome en plena verguenza. El semblante de satisfacción de Robert Fraser fue más desagradable que una patada en el hígado.

   —Sólo somos amigos, pero no nada más.

   —Eso lo sé, pero John no paraba de decir que piensas en él cuando estoy contigo y eso me molesta. —Robert lo sujetó del brazo, obligando a que Paul quitara la vista el suelo y la posara en su rostro—. ¿Piensas en él cuando estás conmigo? ¿Y cuando estamos juntos piensas en él?

   —No, Robert... —se apresuró en negar con la cabeza.

   —¿Por qué John asegura eso?

   —¡No lo sé! Está confundido, supongo...

   —Entonces dile a tu amigo que te deje en paz y que deje de hacerse ilusiones contigo. Y que deje de enorgullecerse del supuesto amor que tú le tienes a él. Vamos, quiero escucharlo.

   Hubo un momento de silencio y la tensión aumentó. La tristeza y la verguenza se pusieron de acuerdo para abrazarme con fuerza.

   Fue entonces cuando Paul me miró. Tomó aire.

   —John, no sé de dónde carajos sacaste eso, pero creo que estás malinterpretando todo... Tú y yo fuimos una historia complicada, que honestamente jamás tendrá reparo.

   Noté cómo mi vista se tornó borrosa debido a las lágrimas que estaban acumulándose en mis ojos. Me resultaba difícil hablar, puesto que el nudo que tenía en mi garganta crecía con cada palabra suya que escuchaba.

   —Dile que no lo amas... —Robert pasó su mano por el cabello azabache de su pareja—. John piensa que sí, y creo que es bueno que él se entere de una vez por todas, ¿no?

   De nuevo el silencio por unos instantes. Nos miramos, y una vez más mis sentimientos estaban a merced de sus palabras.

   —John, no... te amo. No entiendo por qué piensas eso. Yo estoy con Robert, tú con la iglesia... No tienes por qué arruinar la estabilidad que tengo...

Forgive me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora