La cuenta regresiva

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Richard "

Era 8 de octubre y el día comenzaba temprano, como siempre cuando estábamos en medio de una concentración para la selección. Nos habíamos levantado antes del amanecer, y el frío de Cochabamba era más fuerte de lo que había imaginado. Mientras me vestía para el entrenamiento, mi mente divagaba en una sola dirección: Sofía.

Sabía que hoy era el último día antes de que ella volara a Bolivia para encontrarse conmigo, y esa idea me había mantenido de buen humor a pesar de la carga de trabajo. Todo se volvía más llevadero cuando sabía que la vería pronto. El campo de entrenamiento estaba ubicado en una zona alta, rodeada de montañas. El aire era pesado, y aunque ya me había acostumbrado a las alturas en entrenamientos anteriores, siempre era un reto. Pero hoy, ni el aire enrarecido ni el cansancio podían nublar mi entusiasmo.

Después de varias horas de práctica, el entrenador dio por concluida la sesión. Me tomé un momento para recuperar el aliento, y al mismo tiempo aproveché para revisar mi celular. Allí estaba un mensaje de Sofía, una simple foto de su outfit del día, sonriendo frente al espejo. Aunque no había texto, esa imagen lo decía todo.

—"Siempre tan bella, mi princesa," —murmuré para mí, mientras le respondía rápidamente. "Ya casi llegas... no puedo esperar para verte mañana. Te extraño."

En ese instante, Lucho Díaz y Jefferson Lerma se acercaron a donde yo estaba sentado, riendo por alguna broma que no había alcanzado a escuchar.

—"Ey, Richi, ya te vi sonriendo como tonto ahí con tu celular. ¿Estás pensando en Sofi?" —bromeó Lucho, dándome un ligero golpe en el hombro.

—"Es obvio, hermano," —respondí, riendo. "Mañana llega, y no puedo esperar para verla. Ustedes saben cómo es eso."

Lerma asintió, con una sonrisa comprensiva en el rostro.

—"Ya sabemos, ya sabemos... Cuando llega alguien especial, todo cambia. Me imagino lo emocionado que debes estar. Además, después del partido necesitamos algo de compañía buena para relajarnos."

Nos quedamos un rato hablando de la llegada de Sofía y de cómo sería el partido que se avecinaba. Aunque teníamos una agenda apretada, siempre encontrábamos un momento para hablar de nuestras vidas personales, especialmente cuando el tema eran nuestras parejas o nuestras familias.

Cuando volvimos al hotel después del entrenamiento, me tumbé en la cama para descansar un poco antes de la próxima sesión. El cansancio se acumulaba, pero el peso del día siempre se hacía más liviano cuando sabía que, en menos de 24 horas, Sofía estaría aquí. Me dormí un rato, y cuando desperté, lo primero que hice fue llamarla por FaceTime. Su rostro apareció en la pantalla, y verla así, aunque a través de un teléfono, me llenó de una paz inmensa.

—"¡Hola, mi amor!" —dijo ella con una gran sonrisa, sentada en el sofá de nuestra casa en Brasil.

—"Hola, Sofi. ¿Ya tienes todo listo para mañana?" —le pregunté, emocionado.

—"Sí, ya empacando lo último. No sabes lo emocionada que estoy de verte, Richi. Estos días se me han hecho eternos." —Su voz sonaba dulce y llena de anticipación.

—"A mí también, mi amor. Mañana voy a buscarte al aeropuerto apenas llegues. Estoy contando las horas," —le dije, y ella sonrió de esa forma que siempre hacía que todo valiera la pena.

Pasamos un rato más hablando, poniéndonos al día con detalles pequeños de nuestros días, y haciendo planes para cuando estuviéramos juntos. Sofía siempre tenía ese poder de hacerme sentir que todo estaba bien, no importaba lo que pasara alrededor.

Después de colgar, me preparé para la última parte del día: una charla técnica con el equipo. Ya tenía la mente en el partido, pero no podía evitar pensar en cómo sorprendería a Sofía mañana. Ella merecía lo mejor, y aunque había muchas cosas planeadas para el tiempo que pasaría en Bolivia, quería que cada momento fuera especial para ella.

Finalmente, el día terminó. Me encontraba solo en mi habitación del hotel, mirando el techo y recordando todas las veces que habíamos estado juntos en momentos importantes, como este. Llevábamos años de relación, pero ese sentimiento de emoción al verla, esa anticipación, nunca desaparecía. Sabía que la distancia era difícil a veces, pero lo que teníamos siempre hacía que valiera la pena.

Cerré los ojos y pensé en lo afortunado que era. Mañana sería un nuevo día, y todo empezaría otra vez, pero con ella a mi lado. Y eso, para mí, lo cambiaba todo.

Si tú supieras |Richard Rios|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora