Parte 1- Sensación

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El agua caliente caía sobre los hombros de Shinji mientras permanecía inmóvil en la ducha. Podía sentir cada gota deslizarse por su piel, pero su mente estaba en otro lugar, atrapada en un torbellino de emociones que no podía ordenar. Frente a él, Kaworu se estaba duchando también, completamente tranquilo y en paz. Había algo en la forma en que Kaworu se movía, en la serenidad de su presencia, que hacía que el pecho de Shinji se apretara.

"No te lo mereces", se repetía a sí mismo Shinji, sumergido en sus pensamientos. Sentía una mezcla de fascinación y miedo hacia el chico que estaba frente a él. Kaworu era diferente a todo lo que había conocido. Había algo en él que le hacía sentir visto de una manera que nunca antes había experimentado. No era la simple amabilidad de Misato, ni la fría camaradería de Asuka. Con Kaworu, era como si... realmente lo comprendiera.

El vapor llenaba el baño, creando una atmósfera densa e íntima. Shinji intentaba no mirar demasiado a Kaworu, pero sentía su presencia con cada respiración. La voz suave de Kaworu rompió el silencio de forma inesperada.

—¿Por qué te sientes tan solo, Shinji? —preguntó Kaworu, con esa serenidad que lo caracterizaba. No era una acusación, ni un reproche. Era simplemente una observación.

Shinji se sobresaltó ante la pregunta directa, pero no podía evitar la sensación de seguridad que esa voz le transmitía.

—No lo sé —respondió Shinji en voz baja, desviando la mirada—. Siempre he sido así. Nadie realmente me necesita... ni siquiera mi padre.

Hubo un breve silencio, solo interrumpido por el sonido del agua cayendo sobre ellos. Kaworu apagó la ducha y se acercó, sin ninguna prisa, colocándose frente a Shinji. Sus ojos grises, llenos de una profundidad insondable, se fijaron en los de Shinji, traspasando cualquier barrera que hubiera intentado levantar.

—Estás equivocado, Shinji —dijo Kaworu con una calma imperturbable, pero sus palabras llevaban un peso que Shinji no esperaba—. Yo te necesito.

La confesión directa hizo que Shinji sintiera un nudo en la garganta. Los ojos de Kaworu no tenían ni rastro de duda, y esa seguridad lo desarmaba por completo. Shinji estaba acostumbrado a la confusión, a los sentimientos encontrados, pero la claridad con la que Kaworu lo decía... era abrumadora.

—¿Por qué yo? —preguntó Shinji, con la voz quebrada por la incredulidad. Las lágrimas comenzaron a amenazar con escapar de sus ojos, pero las contuvo.

Kaworu dio un paso más, reduciendo la distancia entre ambos. Sus manos, cálidas y suaves, se colocaron delicadamente sobre los hombros de Shinji. La cercanía de Kaworu, el contacto físico, envió una corriente eléctrica por todo su cuerpo, despertando emociones que no sabía cómo procesar.

—Porque eres tú, Shinji —respondió Kaworu, con una sonrisa suave—. Eres importante. No por lo que haces o por lo que otros esperan de ti, sino simplemente por ser quien eres. Y eso es suficiente para mí.

Shinji parpadeó, abrumado por las palabras que no esperaba escuchar. Toda su vida había sentido que nunca era suficiente, que siempre le faltaba algo. Pero aquí estaba Kaworu, mirándolo como si fuera la única persona en el mundo que realmente lo entendía.

—No sé cómo sentirme —susurró Shinji, su voz temblando por la confusión y la emoción—. Nunca... nadie me ha dicho algo así antes.

Kaworu sonrió suavemente y, con delicadeza, llevó una mano hasta el rostro de Shinji, acariciando su mejilla con ternura. La proximidad de sus cuerpos, el calor compartido, el sonido del agua todavía goteando del techo... todo creaba una burbuja en la que solo existían ellos dos.

—No tienes que decidirlo ahora —dijo Kaworu en voz baja, inclinándose un poco más cerca, su rostro a solo unos centímetros del de Shinji—. Pero quiero que sepas que estaré aquí para ti, siempre. No estás solo, Shinji. No mientras yo esté aquí.

Antes de que Shinji pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Kaworu cerró la distancia entre ellos y, con la misma suavidad que había mostrado todo este tiempo, presionó sus labios contra los de Shinji. El beso fue lento, tierno, pero lleno de una promesa que Shinji nunca había conocido. Era como si, por primera vez, alguien estuviera mostrando cariño hacia él de manera desinteresada, sin pedir nada a cambio.

Shinji se quedó inmóvil al principio, sorprendido, pero la calidez de Kaworu, su sinceridad, lo hizo responder instintivamente. Cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, por la sensación de estar, por una vez, en un lugar donde se sentía aceptado.

Cuando Kaworu se apartó, lo hizo despacio, manteniendo su frente apoyada contra la de Shinji. Ambos respiraban con suavidad, el sonido del agua ya había sido olvidado.

—¿Ves? —susurró Kaworu, su voz apenas audible—. No estás solo.

Shinji no pudo evitar que las lágrimas finalmente rodaran por sus mejillas. Pero esta vez, no eran lágrimas de dolor o desesperación. Eran lágrimas de alivio, de algo que no sabía que necesitaba hasta ahora. Levantó una mano temblorosa y la colocó sobre la de Kaworu, entrelazando sus dedos.

—Gracias... —susurró Shinji, con la voz rota, pero llena de gratitud—. Gracias por estar aquí.

Kaworu lo abrazó entonces, envolviéndolo en un gesto protector y afectuoso, y Shinji, por primera vez en mucho tiempo, se permitió bajar la guardia completamente. No había ninguna máscara, ningún miedo a ser juzgado. Solo estaba él, en los brazos de alguien que lo veía y lo aceptaba.

Se quedaron así por varios minutos, disfrutando de la calidez del otro, sin necesidad de decir más. En ese momento, el mundo exterior dejó de importar. Estaban juntos, y eso era todo lo que importaba.

Finalmente, Kaworu rompió el silencio, con una pequeña sonrisa.

—Quizás deberíamos salir de la ducha antes de que se nos arrugue la piel completamente.

Shinji rió por lo bajo, una risa suave y sincera que no había sentido en mucho tiempo.

—Sí, supongo que tienes razón —respondió Shinji, sintiéndose más ligero, como si una parte de su carga emocional hubiera sido liberada.

Ambos salieron de la ducha, secándose con calma y vistiéndose. La atmósfera seguía siendo íntima, pero ahora estaba teñida de una sensación de calma y confianza. Había algo diferente en el aire, algo que Shinji no podía describir del todo, pero que sabía que no quería perder.

Cuando finalmente estuvieron listos, Kaworu lo miró, sus ojos brillando con una calidez que Shinji no podía ignorar.

—¿Te gustaría salir a caminar conmigo? —preguntó Kaworu, con esa suavidad que siempre lo caracterizaba.

Shinji asintió, sintiendo que, por primera vez, podía decir que sí a algo sin miedo.

Y así, juntos, salieron del cuarto de baño y caminaron hacia el exterior.

Diferente - KawoShin AU--COMPLETA!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora