Parte 11- Ayanami

15 4 8
                                    


Las semanas posteriores al incidente con Rei habían sido una tormenta emocional para Shinji. Cada día se levantaba con la sensación de que algo dentro de él se estaba desmoronando lentamente. No podía olvidar cómo había encontrado a Rei, ni la impotencia que sintió al verla tan vulnerable, tirada en aquel piso abandonado. Aunque había logrado llevarla al hospital y se aseguró de que recibiera ayuda, esa imagen seguía persiguiéndolo en sueños, como una sombra que no podía sacudirse.

Kaworu había estado distante desde entonces. No era algo que Shinji pudiera señalar con claridad, pero había un cambio, una sutil frialdad en el aire entre ellos. Parecía que Kaworu evitaba hablar del incidente o de cualquier cosa relacionada con Rei. Tal vez era su forma de proteger a Shinji, de no hacerlo revivir el trauma, pero Shinji no podía evitar sentir que había algo más, algo que se estaba acumulando entre ellos, algo que no podía comprender del todo.

Una noche, mientras ambos estaban en el apartamento de Kaworu, Shinji se atrevió a romper el silencio. Estaban sentados en el sofá, la televisión encendida, pero ninguno de los dos prestaba atención. Shinji lo observó de reojo, sintiendo la distancia entre ellos.

—Kaworu... —dijo en voz baja, tratando de reunir el coraje para continuar—, siento que... estamos más alejados que antes. Desde que te conté lo de Rei... tú... tú has estado diferente.

Kaworu desvió la mirada de la pantalla, su expresión suave pero impenetrable como siempre.

—No es eso, Shinji —respondió con esa calma enigmática que siempre parecía tener—. Solo no quiero que sigas sufriendo por lo que pasó. Quiero que te concentres en tu propia sanación.

Shinji frunció el ceño, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. ¿Era realmente por él? ¿O Kaworu también estaba evitando enfrentar algo más profundo?

—Pero no puedo sanar si seguimos fingiendo que todo está bien —replicó Shinji, su voz temblorosa—. No he dejado de pensar en eso, y siento que me estoy hundiendo más. No puedo con todo esto solo. No quiero estar solo.

Kaworu lo miró entonces, sus ojos grises reflejando algo que Shinji no había visto antes: una leve sombra de dolor.

—No estás solo, Shinji. Estoy aquí contigo —dijo Kaworu suavemente, pero había una distancia en sus palabras, como si tratara de convencerse tanto a sí mismo como a Shinji.

Shinji bajó la mirada, sintiéndose más confundido que nunca. Era cierto que Kaworu estaba físicamente presente, pero había algo que no encajaba, algo que lo mantenía a una distancia emocional. Y Shinji no sabía cómo acercarse sin romperse aún más en el proceso.

—Entonces, ¿por qué siento que ya no me miras como antes? —preguntó Shinji, apenas un susurro, su corazón golpeando con fuerza contra su pecho.

Kaworu guardó silencio por un momento, el aire en la habitación volviéndose más pesado. Finalmente, suspiró, inclinándose hacia adelante y tomando la mano de Shinji entre las suyas.

—Porque hay algo que no puedo decirte —admitió Kaworu, su voz más baja, más seria—. Algo que no entenderías ahora, pero que tiene que ver con lo que soy... y lo que represento.

Shinji lo miró, desconcertado. Sus dedos temblaban ligeramente bajo el toque de Kaworu, pero no retiró la mano. Sentía una mezcla de temor y necesidad. No quería que Kaworu lo apartara más de su vida, de lo que realmente sentía.

—¿Qué es lo que no puedo entender? —preguntó Shinji, desesperado por respuestas—. Kaworu, si hay algo que estás ocultando... lo necesito saber.

Kaworu lo miró de manera profunda, como si estuviera evaluando si debía revelar lo que llevaba dentro. Finalmente, habló, pero no fue lo que Shinji esperaba.

—Todo lo que he hecho, todo lo que soy... está ligado a algo que no es humano. Yo no pertenezco completamente a este mundo, Shinji. Y por eso, no puedo darte lo que realmente necesitas. No de la manera en que tú lo quieres.

Shinji sintió que su mundo se tambaleaba ante esas palabras. ¿Qué significaba todo eso? Las palabras de Kaworu eran como un enigma que solo lo dejaba con más preguntas.

—No entiendo —murmuró Shinji—. ¿Qué estás diciendo? ¿Que todo esto no es real?

Kaworu lo miró con suavidad, pero detrás de esa ternura había un muro impenetrable. Parecía que estaba revelando una parte de sí mismo que Shinji nunca había imaginado.

—Es real —aseguró Kaworu—. Todo lo que siento por ti es real. Pero hay partes de mí que no pertenecen a este mundo, y por eso, tarde o temprano, tendrás que dejarme ir.

Esas palabras resonaron en Shinji como un eco frío. El miedo que siempre había sentido, el miedo a la pérdida, a la soledad, volvió a apoderarse de él con una fuerza devastadora. No podía perder a Kaworu. No ahora.

—No... no quiero perderte —dijo Shinji, sus ojos llenándose de lágrimas que no podía contener—. No puedo... soportar eso.

Kaworu lo atrajo hacia él, abrazándolo con una calidez que contrastaba con las palabras frías que acababa de pronunciar. Shinji se aferró a él, como si al hacerlo pudiera evitar que esa separación inevitable ocurriera.

—No me perderás todavía —susurró Kaworu—. Pero debes prepararte para el día en que ya no esté aquí.

Esas palabras perforaron a Shinji, llenándolo de una angustia insoportable. Pero al mismo tiempo, sabía que lo único que podía hacer era aferrarse a lo que tenían ahora, incluso si esa sombra de pérdida pendía sobre ellos.

Los días que siguieron fueron tensos. Shinji trataba de aferrarse a Kaworu, pero el peso de esas palabras seguía flotando en el aire, separándolos de maneras que no podían describir. Y luego estaba Rei y Asuka, que seguían en el hospital, aisladas en su propio mundo. Aunque Shinji no había vuelto a ver a Ayanami desde aquella noche, sabía que su presencia, y el incidente que los había conectado, seguía siendo un fantasma entre él y Kaworu.

Una noche, mientras estaban acostados, Shinji, con la cabeza apoyada en el pecho de Kaworu, rompió el silencio de la habitación.

—Tengo miedo —confesó, su voz apenas un murmullo en la oscuridad—. No sé cómo manejar esto, cómo... estar bien con lo que me dijiste.

Kaworu acarició suavemente su cabello, su toque lleno de ternura, pero esa misma ternura era lo que hacía que Shinji se sintiera más vulnerable.

—Lo sé —respondió Kaworu—. Pero estoy aquí contigo. No puedo prometerte más de lo que tengo ahora.

Shinji cerró los ojos, sintiendo el peso de esas palabras en su pecho. Sabía que el tiempo que compartían era efímero, pero al mismo tiempo, estaba decidido a aferrarse a ello, a hacer que cada momento contara, incluso si el miedo lo devoraba desde dentro.

No podía perder a Kaworu.

4o

Diferente - KawoShin AU--COMPLETA!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora