Parte 3- Está bien

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El suave susurro del viento acariciaba el rostro de Shinji mientras permanecía recostado en el hombro de Kaworu. En ese momento, el peso del mundo que llevaba sobre sus hombros parecía desvanecerse lentamente. Era la primera vez que Shinji se permitía sentir algo más allá del miedo, la culpa o la soledad. Al lado de Kaworu, todo parecía más claro, más liviano, y aunque aún estaba lleno de incertidumbre, había una paz en la cercanía de Kaworu que no podía ignorar.

Kaworu, sin decir nada, continuaba acariciando el cabello de Shinji, como si entendiera que no había necesidad de palabras. Pero incluso en esa serenidad compartida, Shinji sentía una pequeña voz dentro de él, una que cuestionaba todo lo que estaba sucediendo. No estaba acostumbrado a recibir afecto, y aunque lo deseaba, una parte de él lo encontraba incómodo, casi irreal.

—No estoy seguro de cómo seguir —dijo Shinji finalmente, rompiendo el silencio.

Kaworu lo miró con curiosidad, sin soltar su contacto, permitiendo que Shinji siguiera hablando. Shinji levantó lentamente la cabeza del hombro de Kaworu, pero no se apartó por completo. Mantuvo su cuerpo cerca, como si esa proximidad fuera lo único que lo mantenía conectado a la realidad.

—Siento que... no sé cómo corresponder a lo que me estás dando —Shinji dijo en voz baja, como si temiera que las palabras lo alejaran de Kaworu—. Estoy roto... o al menos, siento que lo estoy. No sé si puedo darte lo que necesitas.

El silencio de Kaworu continuó siendo acogedor, pero esta vez se llenó de una comprensión más profunda. Kaworu observó a Shinji con esos ojos grises que parecían leer más allá de las palabras.

—Shinji... —empezó Kaworu, con su tono suave pero firme—. Nadie está realmente "completo" o "roto". Todos estamos en constante transformación, buscando algo, luchando con lo que somos. Yo no espero que seas perfecto, ni que sepas cómo corresponder. Solo quiero que seas tú. Para mí, eso es suficiente.

Shinji escuchó atentamente, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. No era que no quisiera estar con Kaworu, pero le aterraba la posibilidad de defraudarlo, de no estar a la altura de las expectativas, aunque Kaworu insistiera en que no había ninguna.

Kaworu se levantó del banco, tendiéndole una mano a Shinji.

—¿Vamos? —preguntó Kaworu con una sonrisa tranquila, como si no hubiera prisa en sus palabras, pero con la suficiente calidez como para que Shinji sintiera el impulso de confiar.

Shinji dudó solo un segundo antes de tomar su mano, permitiendo que Kaworu lo guiara hacia lo desconocido.

De vuelta en el apartamento de Kaworu, el ambiente era diferente. Había algo palpable en el aire, una tensión no resuelta entre ellos que flotaba, pero no de manera incómoda. Era como si ambos estuvieran navegando por territorios emocionales que aún no comprendían del todo, pero había algo reconfortante en saber que lo estaban haciendo juntos.

Kaworu cerró la puerta detrás de ellos y se giró para mirar a Shinji. Por un instante, todo fue silencio, hasta que Kaworu dio un paso hacia él, eliminando la distancia entre ambos. Shinji no pudo evitar sentirse vulnerable bajo su mirada, pero también deseaba esa cercanía, esa conexión que parecía desafiar todas las barreras que había erigido alrededor de su corazón.

—Shinji —murmuró Kaworu, levantando una mano para tocar suavemente el rostro de Shinji—. ¿Qué es lo que temes en este momento?

La pregunta lo desarmó. ¿Qué temía? ¿A Kaworu? ¿A sí mismo? ¿A lo que significaba sentir de verdad? Shinji no estaba seguro de cómo responder. En lugar de hablar, Shinji se encontró acercándose a Kaworu, sus manos temblorosas encontrando refugio en los hombros del chico. Era una acción cargada de significado, una respuesta física a la pregunta que no podía expresar con palabras.

—Temo perder esto... lo que sea que esto sea —respondió finalmente Shinji en un susurro.

Kaworu sonrió suavemente, sus ojos nunca apartándose de los de Shinji.

—No tienes que temer eso, Shinji —respondió Kaworu con una seguridad que dejó a Shinji sin aliento—. Esto es real. Estoy aquí contigo, y no voy a irme a ningún lado.

Con esas palabras, Kaworu inclinó la cabeza hacia él, y antes de que Shinji pudiera procesarlo del todo, sus labios se encontraron en un beso suave y lento, cargado de todo lo que no habían dicho hasta ahora. Fue un gesto tierno, pero lleno de promesas. Shinji sintió una ola de emociones inundarlo: miedo, deseo, alivio, confusión. Pero por encima de todo, sintió una conexión tan profunda que lo hizo olvidar todas sus inseguridades, al menos por ese instante.

Cuando se separaron, ambos respiraban profundamente, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto más denso. Shinji bajó la cabeza, avergonzado por lo que sentía, pero Kaworu no le permitió alejarse. Con suavidad, tomó el rostro de Shinji entre sus manos y lo hizo mirarlo.

—Esto no tiene que ser complicado, Shinji —dijo Kaworu, su voz baja pero firme—. Solo deja que sea lo que es. No hay expectativas, solo nosotros.

Shinji asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. No estaba acostumbrado a que las cosas fueran tan simples, tan directas. Pero con Kaworu, parecía que era posible.

Kaworu lo abrazó de nuevo, y Shinji se dejó llevar por la calidez de ese abrazo, por la sensación de seguridad que le ofrecía. Los problemas del mundo, las incertidumbres sobre quién era y lo que significaba ser piloto de un EVA, todo eso se desvanecía cuando estaba con Kaworu.


Durante las semanas siguientes, su relación comenzó a profundizarse de maneras que Shinji no había esperado. Aunque había momentos en que Shinji sentía que el peso de su culpa y su miedo lo abrumaba, Kaworu siempre estaba ahí para ofrecerle una sonrisa tranquilizadora, una palabra de aliento o un toque reconfortante. Era como si Kaworu supiera exactamente cuándo necesitaba espacio y cuándo necesitaba compañía.

Pero, a pesar de eso, Shinji no podía evitar sentir que algo dentro de él seguía roto, incompleto. Por más que Kaworu lo tranquilizara, había momentos en que Shinji se cuestionaba si merecía tanta bondad, tanto afecto. Los recuerdos de su infancia, de las expectativas de su padre, y de la soledad que había sentido durante tanto tiempo, nunca desaparecían por completo.

Un día, después de una larga conversación bajo las estrellas, Shinji se encontró mirando a Kaworu mientras dormía, preguntándose cómo alguien como él podía estar tan seguro de todo, de sus sentimientos. Shinji, en cambio, seguía luchando con las dudas y la incertidumbre.

—Kaworu... —susurró Shinji en la oscuridad, sabiendo que no obtendría una respuesta, pero necesitaba decirlo—. No sé si alguna vez seré lo suficientemente bueno para ti.

Kaworu, aún dormido, sonrió suavemente, como si incluso en sueños pudiera sentir los pensamientos de Shinji.

Shinji cerró los ojos, sintiendo el peso de esa incertidumbre sobre él, pero al mismo tiempo, abrazado por la certeza de que, por ahora, eso era suficiente.

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Diferente - KawoShin AU--COMPLETA!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora