Capítulo 24

892 89 32
                                    

El aire frío dentro de mi oficina cuando entro junto a Beatriz me hace tomar un suspiro y cierro la puerta cuando entramos las dos.

—Dios, apenas si se nota que estamos en otoño —comenta ella—. Hace un calor afuera horrible.

Emito un sonido que le confirma que estoy de acuerdo y voy directamente hacia mi escritorio. Me siento y desbloqueo el ordenador dispuesta a retomar el trabajo cuando el teléfono de la oficina comienza a sonar.

—Dame un momento, ahora retomamos todo —le pido a Beatriz. Ella asiente tomando asiento y contesto—. Diga.

Señorita —saludan—, hay una llamada en la línea para usted.

<No me diga>

—¿Quién?

La señora Müller —dice dejándome extrañada.

—Pasámela —digo y dejo todo de lado para prestar atención.

Hay un silencio al otro lado antes de que se escuche la suave voz de una mujer.

Buenos días, Sarai —saluda.

—¿A qué debo el honor de que la señora Müller me esté llamando a la hora de almuerzo? —bromeo y ella se ríe—. Buenos días, Sofia.

—¿Te pillo muy ocupada?

—Ahora justo acabo de subir de almorzar e iba a retomar lo que dejé, pero si necesitas algo puedes hablar sin problemas.

¿En serio? —pregunta— ¿No te interrumpo nada importante?

—Para nada —digo y miro de reojo como Beatriz le sonríe ligeramente al móvil.

Bueno, la cosa es que... —se hace silencio una vez más—. Has de estar enterada de la cena empresarial ¿No?

—Por supuesto ¿Por qué?

Sé que esto puede sonar algo impropio y brusco, pero me gustaría que me ayudaras con la organización de esta.

La petición hace que eleve la vista hacia Beatriz. El movimiento brusco hace que ella despegue la vista del móvil y me preste atención a mí.

Niego cuando hace un gesto de duda y me centro en la llamada.

—Sofia... —titubeo—. No lo sé.

Ya sé que el trabajo en tu empresa ha de estar siendo muy sencillo. Izan tampoco se las está viendo fácil, menos ya que fue a su empresa a la que tocó organizar la cena, por eso me ofrecí a asistirlo con ello, para anivelarle el peso.

—Pero para esa cena aún faltan tres meses —arrugo el ceño mirando a Beatriz.

La pelirroja sonríe y niega con la cabeza, también escucho la risa de Sofia en mi oído.

Sarai, apenas queda un mes para eso. Acabamos de comenzar octubre.

Mi vista se clava en el calendario al otro lado de la habitación.

«Lunes, 2 de octubre» Demonios, olvidaba que la cena es a principios de noviembre.

—Mierda, no lo recordaba —mascullo.

Comprensible —dicen en mi oído— ¿Me podrías ayudar con eso entonces?

—¿Qué opina Izan sobre qué estés haciendo esto en tu estado? —me río para quitarme de los hombros la repentina tensión— ¿Está de acuerdo con que te atribuyas esa presión?

No tiene porqué enterarse aún —responde en una risa cómplice—. Y sólo tengo tres meses, puedo con esto.

—¿Sumándole el trabajo en tu clínica?

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora