Capítulo 2

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Permanezco sentada en el cómodo sofá de mi departamento con los ojos fijos en la pantalla de la televisión apreciando el nuevo chisme que presentan ahora:

«Sarai Alba, la mujer del momento tras ser ascendida hace cinco meses a jefa de una de las empresas más importantes del país, es vista llegando a la tercera exposición de los cuadros de la señorita Fernanda Dávila, hija de los conocidos empresarios Natalie Salvador de Dávila y Alexaider Dávila...»

Sonrío cuando pasan el cartel con la noticia y las imágenes donde aparezco bajándome de mi auto, llegando a la galería donde Nanda anoche hizo su tercera exposición de sus cuadros, la cual resultó ser todo un éxito como las otras dos anteriores.

Somos el nuevo chisme de la ciudad y la reputación de ambas va en aumento con cada aparición en la televisión y en uno que otro apartado en periódicos.

Apago la televisión y me pongo de pie. Estar al tanto de los chismes que corren por la ciudad a mi nombre es una magnífica motivación, aunque no debería demorar tanto para irme a trabajar, pero, una de las ventajas de ser la jefa de una de las empresas más importantes en el país y que ya está llegando a otras partes del mundo es poder tomarme la libertad de llegar un poco más tarde que los demás trabajadores de vez en cuando.

Me acerco al espejo para darme un último repaso de cuerpo entero y vuelvo a sonreír, pero esta vez con un orgullo tremendo. Me empodera verme al espejo y darme cuenta hasta donde he llegado en estos cuatro años que han pasado desde... Mi intento de suicidio y desde que fui contratada en Harper CO, porque nunca creí ser tan fuerte y capaz como he demostrado serlo hasta el día de hoy.

No he necesitado estar bajo la sombra de nadie porque yo misma me he encargado de resonar por todos lados desde que fui ascendida a jefa de empresa hace cinco meses.

Cinco meses en los que todos se saben de Sarai Alba, ya que soy una de las cosas de las que más se habla en la ciudad a pesar de que la noticia ya no es considerada tan reciente.

Lo logré —le digo a mi reflejo como hago siempre para asegurarme de que mis pensamientos y mi realidad no son parte de un sueño.

Giro sobre mi eje y tomo mi bolso para así salir del departamento. Cierro la puerta detrás de mi y echo a andar por el pasillo hasta el ascensor.

A veces extraño cuando vivía con Fernanda, teniendo en cuenta que la veía todos los días, pero estoy feliz por ella y por mi sobretodo. Este departamento al igual que otras cosas que he ido adquiriendo estos años son reflejo de mi esfuerzo.

Las puertas del ascensor se abren cuando llego a la recepción del edificio, salgo de este con mis tacones resonando en el granito del suelo. Cuando salgo tengo que fruncir el sueño por la iluminación nueva que me proporciona la luz del sol pero me adapto rápido y distingo mi auto de los demás que hay aparcados frente al edificio, con Nickolas apoyado en el.

El sonríe cuando me ve y yo imito el gesto.

— Buenos días, señorita Alba.

— ¿Qué te tengo dicho sobre decirme así? —alzo una ceja en su dirección.

A los demás personas no dudo en corregirlas, pero no me gusta que las personas cercanas a mi me llamen señorita o algún apelativo profesional a menos que sea estrictamente necesario.

— Perdón —ensancha la sonrisa que traía—. Buenos días, Sarai —dice abriendo la puerta de los asientos traseros para mi.

— Eso está mejor. Buenos días, Nick —digo mientras entro en el auto.

Cuando no conduzco yo misma, voy en los asientos traseros por petición de él. Dice que es muy arriesgado que vaya en el copiloto, y aunque no entiendo su lógica, no tengo ganas de entrar en la discusión que se ha convertido en el pan de cada día, así que simplemente camino hacia allí.

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora