Capítulo 11

854 81 17
                                    

Adrien

Permanezco mirando el móvil, esperando noticias del sujeto a quien mandé a seguir a Sarai desde que ella salió de mi oficina hace poco más de una semana. En el tarde llegó a aquí informándome que ella se había dado cuenta y me había mandado a decir de forma muy sutil que, básicamente, dejara de joderla.

Le ordené continuar con sus trabajo y que procurase que esta vez ella no se diera cuenta de que le seguían el paso, y que no interviniera en ningún momento a menos que la situación lo requiera.

Hace unos veinte minutos el mismo sujeto me llamó para informarme que Sarai había ido a un bar con una pelirroja. Casi me precipito a ir a ese lugar, pero Brandon y Herny me dijeron que esperara, alegando que si Sarai me veía allí se iba a enojar y que de todas formas hay alguien allí dentro que no le quita los ojos de encima bajo mis órdenes, y solo por eso, no lo hice.

El sonido de mi móvil sonando hace que salgo de mi hilo de pensamiento y conteste.

Señor —habla al otro lado—. La señorita se fue corriendo al baño, uno de los tipejos que se encontraban con ellas la siguió.

Sus palabras me hacen estrellar el puño en la madera de la mesa <¡Hijos de puta!>

Sabía que tendía que haber ido, no me extrañaría que le echasen alguna mierda en cualquier trago y este incompetente no se haya dado cuenta.

—¿Y qué esperas, imbécil? ¿Una invitación para participar en su violación? —mis propias palabras me saben amargas de solo pensarlo—. Saca a ese imbécil de encima de ella, no me importa si lo matas en el proceso. Envíame la dirección, voy en camino.

Le voy a arrancar las manos al que se le ocurra tocarla.

Cuelgo y me levanto de mi lugar, tomo de encima de mi escritorio la llave electrónica de mi camioneta que sabía que iba a necesitar, mi arma y salgo de la oficina encontrándome por el pasillo con Henry.

—¿Hay noticias nuevas de Sarai? ¿O por qué te ves tan exaltado?

Por el otro lado del pasillo se acercan los mellizos con Brandon a su lado.

—Porque no me voy a quedar sentado esperando que la próxima noticia que me den acerca de ella sea que la violaron en el baño del bar —comienzo a bajar las escaleras cuando el se queda paralizado en su lugar.

Empuño la llave electrónica con tanta fuerza que siento que la voy a destrozar cuando en mi móvil suena una notificación «La dirección»

—Vamos contigo —a mi espalda escucho la voz de Brandon y pasos acelerados que bajan las escaleras hasta ponerse a mi lado.

Empujo la puerta de la fortaleza y me consigo fuera a dos de mis hombres.

Ellos bajan la cabeza cuando paso por su lado y hacen el amago de caminar conmigo cuando levanto una mano y los miro sobre mi hombro.

—Esto es cosa mía, quédense en sus puestos —ordeno presionando el botón que enciende la camioneta y los mellizos se precipitan a ella para entrar en los asientos traseros.

—Si, señor —contestan y vuelven a erguirse en su lugar.

—Brandon —miro al moreno y este se detiene antes de meterse en el copiloto—. Saca otra de las camionetas. Tenemos dos cadáveres que desaparecer esta noche.

El asiente y se va hacia una de ellas, Henry se va con el. Me meto en la camioneta y programo en el GPS la dirección que me fue enviada al móvil.

Me pongo en marcha y aprieto el acelerador a fondo. Las carreteras se me hacen kilométricas y el camino eterno, pierdo la cuenta de cuántos semáforos en rojo me salto, más de una vez escucho a Tiago y a Santiago soltar una maldición cuando tomo una curva ocasionando que se estrellen contra las paredes de la camioneta.

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora