Capítulo 25

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Siento que me asfixio. Me toma unos segundos darme cuenta de que es porque tengo una de mis almohadas en mi cara, cortándome las posibilidades de respirar. La tomo y me la quito, sintiendo como en el proceso me jalo un poco el cabello, pero es algo que no tomo en cuenta.

El resplandor de la ventana me ayuda terminar de espabilar y cuando estiro los brazos para anivelar la tensión en mis músculos adormilados, me doy cuenta de que estoy sola en mi cama.

Me incorporo en mis codos y le echo un vistazo completo a mi habitación. Vacía.

Suelto un resoplido. Es increíble que amanezca sola siempre, incluso cuando estoy en mi departamento. No tuvo ni la cortesía de esperar a decir los malditos Buenos días.

Salgo de la cama, con mi desnudez a flor de piel, y voy hacia el armario para tomar el albornoz que acostumbro a usar siempre pero en el camino, mi pie golpea con algo.

Bajo la vista encontrándome con un zapato que está lejos de ser uno de los míos, siquiera ha de ser de mi talla.

¿Se fué y olvidó un zapato? No lo creo.

Cubro mi cuerpo con la seda color negro, me agacho y voy hacia la puerta. Me apoyo en el marco de esta y me quedo viendo como el hombre con el que me acosté anoche se coloca el pantalón.

—Buenos días, Cenicienta, creo que tengo algo que te pertenece —saludo para llamar su atención y alzo el zapato en mi mano.

Ignoro el calor que experimenta mi cuerpo cuando su mirada lo recorre por completo antes de fijarse en lo que traigo en mi mano.

Suelta un suspiro y se pasa una mano por el cabello castaño oscuro completamente despeinado. Cuando le regreso el repaso que me hizo, contengo una risa al ver que trae puesto un zapato a la perfección pero el otro pie solo está cubierto por un calcetín gris.

—La costumbre de amanecer sola no es una que me guste mantener ¿Sabes? —digo acercándome a él y le aviento el zapato que debe valer más que la alfombra sobre la que estoy caminando.

—No se repetirá —sus palabras me sientan bien, lo que hace que frunza el ceño es el tono apático que emplea.

—¿Y se puede saber como debo de interpretar esa frase con ese tono?

—Esto está mal, Sarai —dice haciéndome soltar un suspiro cansino—. Tengo torbellinos sobre mis hombros que no estoy dispuesto a contagiarte a ti.

—Los disgustos mañaneros nunca son señal de que será un buen día —susurro para mi y me doy la vuelta para ir a mi habitación—. Respondiendo a lo que dices, estás volviendo a lo de hace cuatro años y te aviso que es algo que no estoy dispuesta a volver a pasar.

—Sarai...

—Adrien —lo miro por encima de mi hombro—. Adivina qué: Ya estoy metida. Mi empresa lo está y por ende lo estoy yo te guste o no, me guste o no. Y no pienso dejar de liderarla solo por esto así que te pido, por favor, que tu tampoco te comportes como un adolescente que sale corriendo después de tener un polvo solo porque "No quieres meterme en esto".

Me giro a mirarlo por completo cuando distingo la impaciencia y la duda en sus ojos. Su expresión de piedra se acentúa más cuando aprieta la mandíbula.

—No quiero que salgas lastimada —confiesa finalmente y eso hace que me gire por completo a verlo—. No otra vez. No por mí.

—¿Y qué te parece si mejor dejas que yo decida por mi en vez de creerte con el derecho de tomar decisiones sin consultarme o tratarme como la mierda porque, al parecer, aún no conoces lo que significa el término «Comunicación»? Somos adultos, Adrien, actuemos como tal.

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora