Capítulo 18

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Adrien

Posiblemente la herida de bala se reabra. La nueva herida en mi abdomen arde y mientras más me remuevo, incómodo por la posición, siento como me desgarra un centímetro más de piel.

Dejo caer la cabeza contra el sillón cuando Sarai sale echa una furia del lugar después de que Lucas ordenara a los hombres que le dejaran libre el paso hacia la puerta.

—Me agrada —dice el mismo cuando estamos solo nosotros en el lugar, los otros dos sujetos se retiran—. Tiene los ovarios bien puestos.

Contengo el resoplido para no empeorar el dolor.

¿Que si tiene los ovarios bien puestos? Está jodidamente loca.

—Créeme que no me había dado cuenta —ironizo tratando de acomodarme para que el cuchillo no cause más daños.

—Te sacaría esa mierda del abdomen, pero no soy doctor y capaz te perforo un órgano vital en el proceso. Además de que te podrías desangrar si lo hago de forma brusca y sin conocimiento.

Aprieto la mandíbula y tomo una honda respiración.

De cierto modo, me terminé acostumbrando a recibir balazos aunque la gran mayoría no me dañan por el chaleco antibalas que uso siempre que tengo que lidiar con contratiempos de cualquier tipo que me sean informados. Y justo anoche no lo traía encima.

¿Pero una puñalada por un cuchillo quirúrgico? Eso sí es nuevo. Mas por el autor de dicho acto.

No dudaba de que Sarai tuviera buena puntería con la glock, pero no imaginaba que tuviera buen manejo a la hora de lanzar cuchillos.

Casper se gira hacia mi y comienza a acercarse. Miro como se sienta y baja las orejas, repasando mi cuerpo y deteniéndose un segundo más en mi abdomen herido por partida doble. Me mira a los ojos antes de acostarse junto al sillón.

—¿Qué sucedió? Sarai salió echa un manojo de... Por la virgen —dice Henry entrando al lugar y viendo mi nuevo estado.

Todos siguen el curso de su mirada y parpadean por la impresión. Los mellizos son los únicos que muestran una emoción distinta a la sorpresa.

—Confirmado. A Sarai se le mete el demonio cuando se enoja —ríe Tiago y carraspeo cuando le lanzo una mala mirada desde mi posición— ¿Cómo te sientes, hermano?

—De maravilla ¿No me ves? —espeto con voz dura, pero de cierto modo, tampoco es que mienta.

Si, me llevé una puñalada de su parte. Pero tiró a darme en el abdomen, no en el corazón. Eso es algo.

De repente comienzo a poner en duda quien está más loco: Ella por apuñalarme en un ataque de enojo (o de celos, tal vez), o yo por disfrutar lo candente que se veía estando molesta o cuando le disparó con habilidad a Analíz.

—Joder, esa mujer si que da miedo enojada —se une Brandon a la burla.

—Detesto decirlo, pero le temo más a ella que a todos tus enemigos unidos —me dice Henry con tono risueño.

—Actúan como nenas sin remedio —rueda los ojos Lucas—. Pero no nos engañemos. Si es capaz de lanzarte el cachivache ese solo por un ataque de celos ¿Qué más sería capaz de hacer por mero gusto?

—Ahora que lo dices, también me da curiosidad saberlo —sopesa Brandon—. Tal vez lo que dijiste de que sería una buena líder no es del todo una tontería.

—Obviamente no lo es —responde Lucas airoso y cruzando sus brazos por encima de su pecho.

—Dejen de especular sobre tonterías y llamen a un maldito doctor para que me saque esta mierda del abdomen —gruño cuando el ardor me recorre los alrededores de la herida.

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora