Capítulo 1

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Adrien

Camino a través del callejón oscuro que da lugar al punto de encuentro. Los pasos detrás de mi me recuerdan que no vengo solo, pero solo me concentro en seguir avanzando entre la oscuridad del lugar.

No pasa mucho tiempo cuando frente a mí diviso gracias a la poca luz que ofrece la luna menguante, las puertas de hierro oxidadas de la bodega. Me acerco hacia ellas a zancadas y cuando estoy frente a ellas doy tres toques lo suficientemente fuertes como para que las personas que se encuentran en el otro lado los escuchasen.

Las puertas se abren y me deja ver a dos hombres vestidos de negro de pies a cabeza, encapuchados. Dejo de reparar en ellos cuando continúo andando sin mirar a los lados, mucho menos a atrás.

La luz que cuelga del techo, justo en el centro del lugar me ayuda a guiarme, y no me detengo hasta que estoy frente a la mesa iluminanda por la bombilla. Tomo la silla libre frente a la mesa con una mano y la arrastro hacia atrás, separándola lo suficiente como para sentarme sin problema alguno.

Alzo la mirada y me encuentro con el hombre que tiene una sonrisa de oreja a oreja, que piensa que vine a hacer nuevos negocios y no lo culpo. El echo de cada vez ganar más terreno y hacerme más poderoso me convierte en un imán de ratas aprovechadas y en un blanco fácil para cualquier bala mal intencionada.

— Señor —saluda el sujeto en su idioma natal mientras me da un asentimiento en forma de saludo que no me molesto en devolverle—, un gusto volver a verlo.

Alzo un pierna y dejo el tobillo sobre mi muslo para tener más comodidad, mis codos descansan en los brazos de la silla.

— Imagino que sabes por qué estoy aquí ¿No es cierto?

El se queda pensativo un momento para finalmente negar.

— Quiero que me des el nombre del sujeto que mandaste a vigilarme —no me ando con rodeos, se a lo que vine y no voy a perder más tiempo.

Al instante de las palabras salir de mi boca veo como el sujeto endereza su postura.

— No se de que me hab... —se calla cuando niego con la cabeza.

— Encima de que me traicionas ¿También tienes el descaro de mentirme en la cara?

— No, señor —se apresura a agregar—, nunca le mentiría. Es una falta terrible de respeto.

Y no se equivoca, todo el que se atreve a hacerlo tiene su sentencia asegurada y esta es peor cuando lo hacen en mi cara, pensando que soy imbécil.

Me levanto de mi lugar, haciendo que los pocos hombres de negro que tiene detrás esta rata saquen sus armas. No me pasa desapercibido tampoco el sonido de como los que me respaldan hacen lo mismo y le quitan el seguro.

Una palabra. Una sola palabra mía es suficiente para eliminarlos.

— Bajen las armas. Ahora —les digo con un deje de diversión a los hombres del imbécil que permanece sentado.

Los hombres vacilan, pero terminan acatando mi orden.

— No hice nada, lo juro —reitera el tipo, levantándose y tratando de imitar mi postura.

— Sabes las consecuencias de la traición, y el mandar a alguien a vigilarme bajo mi puto techo para entregar la información a quienes me quieren ver muerto es considerado como tal.

— Señor, le estoy diciendo la verdad...

— Disparen —ordeno y al instante el estruendo de las balas se escucha en toda la bodega cerrada.

Perverso Brillo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora