Capítulo 13

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Estoy tan nerviosa que podría vomitar mientras espero en una orilla de la ancha colchoneta negra, viendo cómo Rhiannon destroza a su oponente

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Estoy tan nerviosa que podría vomitar mientras espero en una orilla de la ancha colchoneta negra, viendo cómo Rhiannon destroza a su oponente.

—Hace que parezca tan fácil —le digo a Dain, que está junto a mí, con su codo rozando el mío, Miro a Violet que está junto a mi también y le tomo la malo, ella me sonríe y aprieta mi mano

—Va a intentar matarte. — menciona Dain

—¿Qué? —Levanto la vista y sigo el rumbo de sus ojos, que van a dos colchonetas de donde estamos.

Dain está lanzándole dagas con la mirada a Xaden, quien está al otro lado de la colchoneta con una expresión de aburrimiento profundo mientras Rhiannon le aprieta más el cuello al de primero del Ala Dos.

—Tu oponente —dice Dain en voz baja — Lo escuché hablando con algunos de sus amigos. Creen que eres un lastre para el ala gracias al tal Barlowe. — Su mirada pasa a Oren, que me está observando como si yo fuera un maldito adorno que planea romper.

Pero su tono verdoso me hace sonreír.
Justo a tiempo.

—Estaré bien —aseguro, porque ese se convertirá en mi maldito mantra.

Estoy vestida con el chaleco de escamas de dragón que ya empiezo a sentir como una segunda piel y mi ropa de combate. Llevo las cuatro dagas envainadas y pronto tendré una más en mi colección.

El de primero del Ala Dos se desmaya y Rhiannon se incorpora victoriosa mientras aplaudimos. Si que es buena peleando.

—Me parece que ahora esto me pertenece. Disfruta tu siesta. —Y le da unos golpecitos en la cabeza, lo que me hace reír.

—No sé por qué te estás riendo, Sorrengail —dice una voz maliciosa desde atrás de mí.

Me giro para ver a Jack, que está recargado contra los tablones de madera que cubren la pared a unos tres metros de mí.

—Jódete, Barlowe —le respondo, pintándole dedo.

—Honestamente espero que ganes el reto de hoy. — Sus ojos brillan con una alegría sádica que me asquea— Sería una pena que alguien más te matara antes que me toque mi turno. Pero no me sorprendería. Los Alhelí son algo tan delicado... tan frágil.

Delicadas sus nalgas.

«Probablemente se pensaría dos veces eso de planear matarte si le lanzaras algunas dagas a la cabeza».

Por primera vez haré caso a un consejo del hombre que me quiere muerta.

Desenfundo las dos dagas que traigo sobre las costillas y las lanzo hacia él con un movimiento ágil. Caen justamente donde quería: una casi rozándole la oreja y la otra a un par de centímetros debajo de su entrepierna.

El miedo se evidencia en sus ojos.

Sonrío.

—Alyra — sisea Dain mientras Jack se mueve entre mis dagas para alejarse de la pared.

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