Capitulo 4

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—Tyrrendor comprende la parte sureste del continente —recito, y mis pasos son firmes pero llenos de pánico sobre el estrecho y resbaladizo camino

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—Tyrrendor comprende la parte sureste del continente —recito, y mis pasos son firmes pero llenos de pánico sobre el estrecho y resbaladizo camino. Cada vez que doy otro paso resbalo un poco con el pie izquierdo
— Conformado por un terreno hostil y montañoso y flanqueado por el mar Emerald al oeste y el océano Arctile al sur, Tyrrendor es casi impenetrable. Aunque está separado geográficamente por los riscos de Dralor, una barrera protectora natural...
Un nuevo vendaval me azota y el pie me resbala sobre el parapeto. El corazón me da un vuelco. El parapeto llega de inmediato a mi encuentro cuando tropiezo y me caigo.

Rozo la rodilla contra la piedra y suelto un grito de dolor. Mis manos buscan desesperadamente algo a lo que agarrarse mientras me cuelga la pierna izquierda por el borde de este puente infernal.
Jack no está muy lejos.
Entonces cometo el error de mirar hacia abajo.
El agua me corre por la nariz y la barbilla, goteando en la piedra antes de caer para unirse al río que viaja por el valle sobre el que estoy, a más de sesenta metros. Trago saliva para deshacer el creciente nudo en mi garganta y parpadeo, luchando para calmar mi pulso.
No voy a morir hoy.

Aferrándome a los lados de la piedra, pongo el máximo peso de mi cuerpo que calculo que soportarán las piedras resbaladizas para agarrarme y echo la pierna derecha hacia arriba.
Mi antepié encuentra el puente. Ya no hay suficiente información en el mundo que pueda calmar mi mente.
Necesito poner el pie derecho debajo de mí, el que tiene mejor agarre, pero con un solo movimiento equivocado descubriré cómo de frío está el río de allí abajo.
«Morirás por el impacto».

—¡Voy a por ti, Sorrengail! —oigo detrás de mí.
Miro al frente y ya no veo a Violet, lo que significa que ya pasó el parapeto eso quiere decir que está a salvo.
Me levanto de la piedra y les pido a los dioses que mis botas encuentren el camino mientras me pongo de pie.
Si me caigo, pues bueno, será porque he cometido un error. Pero no voy a permitir que este imbécil me asesine.
«Mejor llega al otro lado, donde te espera el resto de los asesinos».
No es que todos los del cuadrante vayan a intentar matarme, bueno la mayoría nomas, ósea solo los cadetes que piensan que seré un lastre para el ala.
Hay una razón por la que la fuerza es de lo más valorado por los jinetes. La eficiencia de un pelotón, de una sección, de un ala, se mide por su eslabón más débil, y si ese elemento se rompe, pone a todos en peligro.
O Jack piensa que yo soy ese eslabón, o es un imbécil desquiciado al que simplemente le gusta matar. Puede que sea ambas cosas.
No importa, necesito avanzar más rápido.
Solo espero que no la agarre con Violet porque, como siempre lo hemos dicho si una se va con melek la otra la sigue, suena poco tonto pero es mi melliza, mi otra mitad, nos complementamos.
Aparte ya no soportaría perder a otro hermano.
Alejo esos pensamientos y sigo avanzando.
Extendiendo los brazos hacia los lados, me concentro en el final del camino, el patio de la ciudadela, donde Violet ya está segura, y sigo caminando pese a la lluvia. Mantengo el cuerpo tenso, mi centro firme, y, para mi sorpresa, agradezco ser más bajita que la mayoría.

—¿Vas a gritar durante todo el camino? —se burla Jack, que sigue gritando, pero su voz se oye más cerca. Me está alcanzando.
El miedo no tiene cabida aquí, así que lo bloqueo, imaginando cómo meto esa emoción en una celda con rejas de acero en mi cabeza. Ya puedo ver el final del parapeto y a los jinetes que esperan a la entrada de la ciudadela.
—Es imposible que alguien que no puede ni siquiera cargar una mochila llena haya pasado el examen de admisión. Eres un error, Sorrengail —dice Jack, y su voz se oye más clara, pero no me arriesgo a perder velocidad por comprobar lo cerca que está
—La verdad es que sería lo mejor que acabara contigo ahora mismo, ¿no crees? Es mucho más compasivo que dejar que los dragones se encarguen de ti. Comenzarán comiéndose una de tus piernas raquíticas y luego la otra mientras sigues con vida. En serio —agrega con voz lisonjera— Sería un placer para mí ayudarte, y después ayudar a tu hermana por supuesto.
—Púdrete —murmuro, no me gusto que mencionara a Vi, este sujeto esta loco.

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