Capítulo 14.1

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XADEN

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XADEN

— ¿No crees que las vas a necesitar? —pregunta Sorregail, tomado dos de sus dagas mientras se coloca frente a mí en el colchón con una impresionante falta de temblor.

Diablos, ella se ve más enojada que aterrorizada de que esté a punto de terminar con ella, a pesar de que he entregado mis armas a Imogen.

Esto es imprudente —se queja Sgaeyl.

— No. Tu traes suficientes para los dos. — Mi boca se curva en una sonrisa mientras doblo mis dedos hacia ella, luego pongo mis escudos firmemente en su lugar, ya que Aetos anda cerca. El es bueno aunque demasiado estricto. — Vamos.

Ella toma una postura de pelea, y yo olvido a los miembros del Segundo Escuadrón que están alrededor del colchón, olvido la misión que tengo asignada
para volar este fin de semana, enfocándome sólo en ella.
Alyra Sorrengail.

La cinco-pies-nada, hija más pequeña del general que ejecutó a mi padre, también está su melliza, pero solo ella es la que tiene toda mi atención.

De acuerdo al códex Tengo todo el derecho de arruinarla. Ella puede caer bajo mi cadena de mando, pero ella no está en mi Escuadrón.

Yo podría romper su cuello y nadie en este cuarto podría interferir.

Pero las ciento siete almas de las que soy responsable pagarían el precio.

Y no entiendo, ¿qué demonios estoy haciendo en esta colchoneta? Debería estar haciendo algo más importante que estar aquí, pero no pude evitarlo.

Su postura cambia sutilmente, su muñeca se mueve un segundo antes de lanzar una daga a mi condenado pecho.

La agarro por puro reflejo, luego
chasqueo mi lengua a ella.

—Ese movimiento ya lo conocía.
Eso es lo que hago ahí afuera.

Me tomó dos semanas darme cuenta que ella de alguna manera sabía contra quién se enfrentaría y ha estado envenenando a sus oponentes y a los de su hermana, Esa brillante, diabólica mente puede lamentablemente prenderme como nadie lo hace, pero ella va a conseguir que la maten si depende solamente en ese método, y dagas voladoras como un acto de carnaval.

Ese pensamiento no sienta bien conmigo.

Nada acerca de ella lo hace.

Ella ataca en un típico movimiento de primer año, el cual es fácil de predecir y bloquear.

Yo arranco la mal balanceada daga de su agarre y la tomo de su muslo, usando su propio y ligero peso corporal contra ella para dejarla caer en el colchón.

Sus ojos color amatista, con toques Azules y grises tormentosos, se abren ampliamente al tiempo que me mira, luchando por jalar aire, y yo suelto la daga a su lado y la pateo lejos de su alcance, hacia el líder de pelotón quien le debió enseñar mejor. En lugar de mimarla.

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