(Larissa: 6 años de edad)
- ¡Papá! ¡Papá, no la golpees más! ¡Por favor!
- ¡Llévatela a su habitación!
Intenté resistirme muchísimo cuando sus brazos me recogieron del suelo. Mis rodillas estaban raspadas y dolían un montón, pero no tanto como me dolía el corazón en aquel momento.
- ¡No! ¡Tengo que estar con ella! ¡Déjame ir!
- No podemos hacer nada.
Cuando la puerta de mi habitación se cerró a nuestra espalda, me solté de su agarre y pasé por su lado para volver a bajar las escaleras que hace poco habíamos subido, pero sus brazos me apresaron y me obligaron a quedarme quieta mientras me abrazaba para que no pudiera hacer más que moverme contra su pecho. Aquel gesto me desesperó mucho más, pero era mucho más pequeña que él y, por tanto, tenía menos fuerza.
- No podemos hacer nada- él también lloraba. Estaba sufriendo tanto como yo, pero éramos tan pequeños que si nos metíamos en eso terminaríamos muy mal-. No podemos hacer nada.
- ¡No quiero que la golpee!
Él no me soltó, pero tampoco dijo nada. Los gritos se seguían escuchando en el interior de mi habitación, así que él no tuvo más remedio que encerrarse conmigo en el baño. Ella ya estaba allí, agazapada en el suelo con los ojos llenos de lágrimas y el cuerpo tembloroso. Había subido a esconderse a penas había empezado todo. Él nos abrazó fuerte, lo hizo durante tanto tiempo que me empezaron a doler las piernas por la posición en la que estábamos y los tres lloramos en conjunto hasta que una de las sirvientas fué a buscarnos.
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El camino para escapar
RomanceCuando ella huía de un pasado doloroso, él la enseñó a ser feliz. Ninguno de ellos parecía estarse buscando y sin embargo, se encontraron.