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Larissa.

— ¿Estarás bien sola?

Creo que Inna ya me había preguntado eso más de cinco veces desde que le dije sobre la invitación de Alexander. Le preocupa dejarme sola y la entiendo. Le sonreí otra vez y le dije que sí con la cabeza.

— No te preocupes, te llamaré si algo va mal.

Ruslan se había quedado a terminar de trabajar, pero prometió que nos iría a ver hoy en la noche a la casa de Inna ya que quería decirnos algo importante. Sentí las ganas de molestar a Inna con que, quizás lo que quería decirnos era que tenía un romance con su secretaria. Pero no quería molestarla tan temprano así que me guardé el comentario para mí sola.

Estábamos conversando en su oficina cuando me llegó el mensaje de Alexander.

Quería presentarme a algunos de sus amigos.

Pensé en negarme. Nunca fuí buena en eso de conocer personas nuevas. Me esforzaba, pero no era realmente buena. La mayoría se podía dar cuenta de lo tensa que me ponía en cada intento. Aunque mi físico ayudaba la mayor parte del tiempo. Siempre me decía que no tenía nada de qué preocuparme.

No sabía ni siquiera porqué le dije que si quería acompañarlos pero ya ni modo. No tenía escapatoria. Le pregunté a Inna si quería venir conmigo, pero... ya ni siquiera tengo que decir la respuesta que me dió. Prefiere pasarse la tarde haciendo cualquier otra cosa que tener que soportar a Alexander por tanto tiempo. Estaban empezando a llevarse bien, pero no había que poner presiones. Lo único que me hizo prometer era que no llegaría tan tarde ya que Ruslan quería hablar con nosotras.

Cuando nos detuvimos delante del local en el que debían de estar Alexander con sus amigos, intenté no decirle a Inna que ya no quería ir. Ella al ver el lugar puso una mueca.

— ¿Qué acaso no podían elegir otro lugar?

Si, el local era pequeño.

Inna tenía ese chip en la cabeza de que tenía tanto dinero en su cuenta de banco que podía ir a cualquier parte y, por lo tanto, lugares más caros y lujosos.

A mí seguían sin gustarme ese tipo de cosas así que el local no me pareció tan malo. Le envié un mensaje a Alexander para que estuviera al tanto de que ya había llegado, abrí la puerta y me bajé de su auto.

— Te veré más tarde.

— ¡Escríbeme si pasa algo!

La mayoría de las personas que circulaban por allí se quedaron viendo el auto, además de que no me perdieron de vista cuando entré al local. Sentía que estaba vestida demasiado formal para un plan tan sencillo.

En mi defensa diré que tenía pensado pasar la tarde en la oficina de Ruslan y no podía ir desaliñada a un sitio como ese. Un hombre que salió en ese preciso momento se me quedó mirando de una manera que no me gustó nada. Quise darle un puñetazo en la cara cuando me miró el trasero pero me aguanté para no armar alboroto en un sitio público. Sentía que el vestido era muy corto pese que me llegaba un poco más abajo de los muslos.

A la mierda. Era mi cuerpo y me sentía muy bien tal y como estaba.

Alcé la cara y me hice la tonta bajo todas las miradas dentro del local. Empecé a buscar con la mirada a Alexander. Estuve tentada a enviarle otro mensaje, pero entonces lo ví.

Estaba sentado en una mesa junto a una de las tres ventanas del local, al fondo. Tenía la boca semi abierta mientras me miraba. Sonreí divertida hacia él y me comencé a acercar. Con él habían cuatro personas más que estaban igual o peor que él. Estaban sorprendidos o eso era lo que demostraban sus caras.

El camino para escapar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora