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Alexander.

Mis ojos se cerraron de inmediato y... Siento mucho coraje.

¿Y eso por qué es, Alexander? ¡Cuentalo todo por favor!

Fácil: porque acabo de leer el capítulo nuevo del libro y no lo soporto.

Quiero matar a ese novio que tiene la protagonista y que no aparezca más nunca en los siguientes capítulos. Me obligo a levantarme de la cama y respirar profundo.

Es solo un libro, es solo un libro, es solo un... Imbécil que no debió nacer.

Gracias al cielo que todo lo que se dice allí es falso. Solo ficción porque si no, ya mismo buscaría a la escritora y le preguntaría porqué escribió a semejante basura en una historia que podría ser más bonita.

Aunque claro que a mí me gusta tal y como va. A la escritora— la cual nadie conoce—, le gusta darle giros inesperados a la trama, así que no decarto la idea de que pronto todo mejore.

Me pongo una camisa y salgo a la sala. Mi madre ya está tomando su bolso para salir mientras que... Espera un momento.

— ¿Qué haces tú aquí?

Victor entrecierra los ojos en mi dirección al escuchar mi tono acusatorio sin mover la cabeza ya que mi hermana lo está peinando.

— Hola Victor, que sorpresa tan bonita que estés aquí, no me lo esperaba pero me encanta— su imitación de mi voz es tan patética que la única que se ríe es mi hermana—. Oh, hola Alexander, he venido porque no soportaba estar tanto tiempo lejos de ti, ¡Te amo con todo mi corazón!

Una sonrisa sarcástica es lo que me sale. Mamá si se ríe abiertamente y se adelanta para tomar a Estella en brazos.

— Ya me voy, cariño— me da un beso en la frente y se acerca a Victor para hacer lo mismo—. Hay helado en el refrigerador por si se les antoja. Llegaré más tarde.

Estella le dice adiós a Víctor y, muy en mi contra le lanza un beso. Mi mejor amigo, que estaba de rodillas, hace como si lo atrapara al aire y pone sus manos en el corazón, cayendo con derrota al suelo.

Mi hermana se ríe, pero no puede hacer más ya que la puerta se cierra.

— Amo a tu hermana— dice Víctor todavía en el suelo—. Pienso casarme con ella cuando sea grande.

— Cuando tenga la edad para tener novio, tú tendrás algo así como treinta y cinco o cuarenta años— arrugo la nariz—. Imagina como sería si tuvieras una hermana y yo te dijera eso.

Él parece una estrella de mar tirado en el piso. Poco a poco su expresión se arruga al pensar en lo que le he dicho.

— Guácala, no. Si tuviera una hermana menor haría de todo para que no se enamore de ti.

— No me refiero a eso idiota— él sonríe ante mi mirada—. Hablo de que te imagines a tu hermana menor con un hombre de cuarenta detrás de ella.

Al imaginarme aquello pongo una mueca. No sería algo bonito de ver.

— Sin duda le reventaría la nariz a ese viejo.

— Entonces no busques que ese viejo seas tú y yo te reviente la nariz.

Me acerco al sofá y me dejo caer en él con mi celular en la mano. La página de internet con el final del capítulo sigue abierto y me sigue molestando.

De fondo escucho a Victor rebuscar en el refrigerador. Su sudadera roja hace contraste con su bronceada piel. Su cabello es una horda de rizos que apuntan hacia todos lados.

El camino para escapar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora