Dile quién eres

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Aquella voz me era exageradamente familiar y nuevamente comencé a temblar.

― hola… ¿Te conozco? ― era ella…

― hola… no lo sé… dime tu ―

― espera… eres el chico que me acosaba, ¡sí! Eres tú mismo ― nunca esperé que fuera eso de lo que se acordara ― wow como as cambiado ― y tu sigues igual de radiante.

― bueno… si creo que soy él… pero no te acosaba… ― aquello aun dolía muchísimo.

― tranquilo… mi papá me explicó todo ― ¿Qué le habrá dicho Armando? ― me dijo que me confundías con una chica que conocías y eso y pues bueno, tranquilo… todo olvidado ― enserio le dijo eso.

― vale… es bueno escuchar eso ― mi voz y mi alma entera estaban temblando, no podía creer que la tuviera en frente otra vez, y que fuera ella misma le que se me acercara.

― no sé por qué tu rosto me suena ― ¿en serio?

― seguro me has visto en varios lugares… ―

― ¡espera! Eres el chico que escribe la novela que mi papá está viendo… ¿Entrevista a Gabriel León no? ―

― si… pero no soy solo yo… no puedo robarme todo el crédito cuando mis amigos también son parte de ello ― nunca podría.

― valla ― tapó su boca y comenzó a reír ― eres muy lindo y generoso… es cool ―

Admito que, entre el nerviosismo, la nostalgia y el dolor no me dejaron continuar…

― lo lamento… debo irme… ―

― oh, valla… está bien… ― me dijo con cara de nostalgia.

― discúlpame… ― comencé a caminar ― pero gracias por perdonarme el malentendido de jóvenes ― le dije volteándome unos segundos ― pero nunca creí que ella me respondiera.

― de nada… la verdad me sentía mal por eso y siempre quise pedir perdón… menos mal la vida me dejo hacerlo… fue un gusto hacerte saber… cuídate ― definitivamente aún seguía locamente enamorado de ella.

Me fui lo más rápido que pude, tanto que tropecé en la puerta de salida del nerviosismo. Me hizo sentir como un niño otra vez, como si fuera la primera vez.

El camino entero fue invadido por recuerdos constantes, de los momentos más felices, de los pequeños detalles, de las veces que me quedaba embobado viendo sus ojos, fueron tantos que incluso estuve a nada de tener un accidente, pero por suerte pude evitarlo.

Llegué a la casa un poco pálido por todo lo sucedió, a lo que por supuesto mi madre reaccionó al momento.

― ¿Qué pasó Melo? ― preguntó asustada.

― tranquila… todo está bien ―

― ¿Cómo va a estar bien si estas pálido y sudando frio? ― me dijo mientras me ayudaba soltar los bultos.

― tranquila mamá, solo fue un susto… ―

― ¿Cómo que un susto Melo? ¿Qué pasó? ¿Qué viste? ― se veía muy preocupada, como siempre.

No sabía si contarle lo de Elizabeth… pero conociéndola es mejor que no…

― tranquila mamá, solo fue alguien que se me atravesó en la carretera, pero pude esquivarlo, no pasó nada, me puse pálido solo por el momento y el susto que pasé, también hace mucho que no comía nada así que eso debió ser por eso ―

― Vale… ten cuidado con eso bebé ― me dijo con mirada de no haber creído ni una sola de mis palabras.

Pero la ignoré para hacerla cambiar de idea, y fui directo a mi habitación. Me di una ducha bien fría ya que necesitaba relajar mis músculos y enfriar mis ideas, pero cada detalle de ella venía a mi mente. Me puse el pijama y bajé directo a la cocina a ver si la comida y las charlas atolondradas de mi madre me hacían despejar la mente, pero parece que eso no iba a suceder.

― ¿Ustedes que hacen aquí chicos? ― absolutamente todos estaban en la sala.

― hola Melo ― dice una voz conocida en la cocina.

― señor Armando… ¿Qué está pasando aquí? ― pregunté completamente desconcertado.

― vinimos a hablarte Melo… para eso somos los amigos ― dijo Yesica con una sonrisa en su rostro.

― hermano ya deja de tragártelo todo, un día vas a explotar ― comentó Max.

― pero no entiendo nada de esto ¿Qué hacen todos aquí? ―

― fue idea mía hijo ― dijo mi mamá mientras se acercaba a mi ― te conozco mejor que nadie y sé que te pasa algo, y como eres tan terco que no lo hablas, llamé a tus amigos para entre todos recordarte que estamos aquí para ti ―

― gracias a todos… de verdad… pero estoy bien ― realmente no sabía que hacer ni decir.

― Melo… no nos mientas… Elizabeth me lo contó todo ― dijo Armando.

― ¿Qué? ― dijeron todos a la vez en la sala.

― ¿Qué fue lo que le contó? ― le pregunté muy confuso ya que se vio que ella aun no me recuerda.

Todos hicieron un absoluto silencio.

― ella me contó que se encontró con el chico que la acosaba antes, pero que había sido diferente, que había sentido algo totalmente diferente, como si ya te conociera de antes, como si inconscientemente te hubiera perdonado que la acosaras como ella dice, como si tu mirada la hubiera visto en sueños ― aquello me hizo pensar mucho.

― pero… ¿no me contaste que en sus dibujos no es capaz de dibujar los ojos de la persona que intenta recordar? ―

― ¿Cómo así? ¿Por qué no nos has contado nada de eso Melo? ― replicó Adam con rostro de molestia.

― amor no lo agobies, sabes que si él no dice las cosas por algo es, algo lo asusta o algo lo preocupa ― le dijo Helen mientras le tomaba la mano.

― ¿Amor? ¿Y yo de que me perdí aquí? ― preguntó Max haciendo muecas.

― tu nunca te das cuenta de nada tonto ― dijo Yesica en tono de burla.

― pues no, pero yo lo que veo aquí es que no solo Melo debe contar cosas, sino que ustedes dos también ¿Qué pasó aquí? ¿esto cuando y donde fue? ― les reprochó Max a Adam y Helen.

― ahora no ricitos, después te contamos… ahora la prioridad es Eli, y nuestro cobarde amigo Melo ― señaló Adam.

― no soy cobarde Adam… simplemente no sé qué hacer… la eh pasado muy mal desde aquel maldito día… eh ido a muchas terapias… incluso intenté olvidarme de todo… me enfoqué en nuestros sueños para tener mi mente completamente ocupada… y ahora pasa todo esto… necesito tiempo para procesarlo… necesito tiempo para decidirme… ya no tengo 17 años… ahora tengo muchas responsabilidades ―

― hijo mío ― me dijo mi madre mientras se me acercaba ― nada de eso está bien… te has hecho mucho daño por forzarte a olvidar algo sin haberlo superado primero… no importa que no superes a Elizabeth… pero eres un alma buena y la vida te está premiando con esta oportunidad, los está premiando a ambos, ambos se merecen esto ―

Cada vez me confundían más, sus palabras, los recuerdos de mi mente, mi corazón, mi cerebro, todo me daba vueltas y me confundía aún más.

― Melo… ―

― ¿señor Armando? ―

― tú fuiste, eres y serás, la cura para mi hija, ella te necesita… y tú la necesitas a ella ― dijo mientras caminaba a donde mis amigos.

Todos me miraron con una sonrisa en sus rostros, se tomaron de la mano y volvieron a sonreírme y a la vez todos me dijeron

“Dile quién eres”

Mi Primera y única noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora