CINCO

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A la mañana siguiente, me desperté con el sonido del motor de una camioneta acercándose a mi casa

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A la mañana siguiente, me desperté con el sonido del motor de una camioneta acercándose a mi casa. Me asomé por la ventana y vi a Jay, Bogum y Jimin esperándome afuera, charlando animadamente. Me vestí rápidamente, tratando de no hacerlos esperar demasiado, y bajé las escaleras a toda prisa. Mi madre, que estaba en la cocina preparando el desayuno, me miró con una ceja levantada.

—¿A dónde tan rápido? —preguntó, con esa mirada de sospecha que siempre me lanzaba cuando veía que salía temprano un sábado.

—Voy al lago con los chicos —respondí casualmente mientras me ataba los cordones de los zapatos.

—No vuelvas tarde —fue todo lo que dijo antes de volver a sus quehaceres.

Salí de la casa y me uní al grupo, que ya me esperaba con una sonrisa.

—¡Al fin! —exclamó Jimin, abriendo la puerta de la camioneta para que subiera—. Pensé que te habías quedado dormido.

Reí alzando los hombros avergonzado al no haber cumplido lo que me propuse la noche anterior: Despertar temprano y desayunar.

Entramos en la camioneta y recosté la cabeza sobre el asiento aún somnoliento, no logré calcular cuánto tiempo estuve así.

—Así que... —dijo Jimin, rompiendo el silencio mientras cruzábamos las afueras del pueblo— ¿Listo para el mejor día? —Sonrió, su entusiasmo era contagioso, pero yo solo forcé una sonrisa.

Bogum, por otro lado, parecía más tranquilo, concentrado en el volante, aunque noté que de vez en cuando echaba una mirada furtiva a través del retrovisor, como si estuviera esperando que dijera algo. Jay, sentado a mi lado, me dio una ligera palmada en la espalda.

—Vamos, Ggukie, un día fuera te va a sentar bien. Nada como un buen chapuzón en el lago y unas hamburguesas para olvidar cualquier cosa. —Su sonrisa pícara me hizo reír levemente.

Llegamos al lago pasada la media hora. Era un lugar apartado, bordeado por árboles altos y densos. El agua brillaba bajo la luz del sol, reflejando un cielo despejado que contrastaba con mis pensamientos nublados. El lugar estaba prácticamente desierto, perfecto para un alma solitaria como la mía.

Bogum aparcó la camioneta en una pequeña colina que daba justo al lago, y Jimin fue el primero en saltar fuera, estirándose como si acabara de salir de una prisión.

—¡Finalmente! ¡Este es el día perfecto para un picnic! —exclamó, lanzándose hacia el maletero para sacar una nevera llena de bebidas.

—Vas a necesitar más que bebidas si quieres sobrevivir a nadar en esta agua helada —bromeó Jay mientras se quitaba la camiseta, revelando un cuerpo tonificado que había trabajado durante todo el verano. No pude evitar notar que Jimin lo miraba de reojo, sonriendo con una expresión divertida.

—¿Agua fría? —Bogum sacudió la cabeza—. ¡Eso es parte del encanto! Nada como una zambullida en agua gélida para despertar el alma. Vamos, Gguk, apuesto a que serás el primero en saltar.

Yo negué con la cabeza, aunque sonreí ante la idea. Tal vez eso era lo que necesitaba, una sacudida que me hiciera salir de la niebla en la que estaba envuelto.

Mientras extendíamos las mantas y comenzábamos a preparar el almuerzo, Jimin no perdió la oportunidad de molestarme con bromas sobre lo callado que había estado últimamente.

—Últimamente pareces distraído —dijo, lanzándome una bolsa de papas fritas—. ¿Algo que debamos saber?

—¡Déjalo en paz! —Jay intervino, fingiendo seriedad mientras agarraba otra bolsa de papas—. Si Gguk está pensativo es porque está planeando cómo vencernos en el waterpolo.

Bogum estalló en carcajadas—. ¿Waterpolo? ¿Desde cuándo hacemos eso?

—Desde ahora —respondí, finalmente relajándome un poco mientras reía junto a ellos. La tensión de los últimos días comenzó a disiparse. Tal vez esto era lo que necesitaba: un día con mis amigos, alejado un poco del pueblo.

Después de comer, Jimin no tardó en despojarse de su chaqueta y correr hacia el agua, gritando exageradamente mientras el frío le golpeaba de lleno.

—¡Está congelada! —gritó, aunque su sonrisa dejaba claro que estaba disfrutando cada segundo—. ¡Vamos, cobardes, el último en entrar paga la cena!

Jay y Bogum no lo pensaron dos veces y corrieron detrás de él, saltando al agua con salpicaduras que alcanzaron incluso la orilla. Yo los observaba desde la manta, tomando una soda y riéndome de las bromas y gritos que se lanzaban entre ellos. Pero había algo reconfortante en esa escena. El lago, los gritos alegres de mis amigos, el sol brillando en lo alto. Por un momento, todo parecía perfecto.

—¿Qué pasa, Gguk? ¿Tienes miedo de un poco de agua fría? —me gritó Jay, agitando los brazos en el agua como si fuera un tiburón, haciendo que Jimin gritara exageradamente.

—Sí, ¡venga, Jungkook! —Bogum añadió—. A menos que quieras que te llamemos cobarde todo el día.

Resoplé, sabiendo que no me quedaba opción. Me levanté, dejando la lata de soda en la manta, y corrí hacia el agua. El frío fue un choque inmediato, pero una vez dentro, fue imposible no reír con ellos. El agua nos envolvía, y por un rato, todo lo demás dejó de importar.

🍂

La tarde pasó entre juegos en el agua, bromas y charlas interminables sobre todo y nada. Estábamos tumbados en las mantas, secos tras horas en el lago, cuando Jimin decidió traer algo de drama a la conversación.

—¿Alguno de ustedes ha notado algo raro con los Kim? —preguntó casualmente, aunque su tono revelaba que llevaba rato pensando en ello.

El silencio que siguió fue revelador. Bogum y Jay se miraron entre ellos antes de que Bogum respondiera.

—Es difícil no notar algo raro con ellos. Son... diferentes.

Jay asintió, pero no añadió nada, simplemente se quedó mirando el cielo, como si esperara que el tema pasara de largo.

—Tal vez solo son reservados —intervine, tratando de quitarle peso a la conversación—. No todo el mundo es extrovertido.

Jimin me miró, arqueando una ceja con escepticismo.

—¿Y tú qué sabes, Gguk? Parece que te has vuelto bastante cercano a Jungwon. ¿Te ha dicho algo raro?

Suspiré, sabiendo que no podría evitar esa conversación por mucho más tiempo.

—No mucho. Solo que Yoongi es el más distante. Jungwon parece ser el único con el que he tenido una conversación decente.

Jimin rodó los ojos con una sonrisa juguetona.

—Ya sabía yo que ibas a defenderlos. Tienes debilidad por los raritos, Gguk.

Entonces algunos rieron, aunque una parte de mí seguía dándole vueltas a lo que había dicho. Porque, después de todo, Jimin tenía razón. Había algo raro en ellos, y aunque intentaba no pensar demasiado en ello, era imposible ignorarlo por completo.

 Había algo raro en ellos, y aunque intentaba no pensar demasiado en ello, era imposible ignorarlo por completo

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Escarlata | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora