Capítulo VIII: Días de cálculo, amor y dolor.

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Por fin llegó el ansiado campeonato de matemáticas. Al mes siguiente, sería el también deseado concurso de talentos, que tendría un jurado de fuera del colegio, lo que incrementaría nuestras posibilidades de ganar.

En la primera ronda, el equipo debía resolver unos problemas en grupo, para eliminar a los peores equipos. Estos problemas eran largos y complicados, pero entre todos conseguimos hacerlos a la perfección. Pasamos a la segunda ronda, en la que los 4 mejores institutos, entre los que nos encontrábamos nosotros, competían en parejas para pasar a la final.

Conseguimos ganar con algunas dificultades al instituto de las semifinales, el problema era el finalista. Este instituto había ganado los tres últimos campeonatos, gracias a su profesor de matemáticas, que era un auténtico genio.

Nos iban ganando por un punto, era la pregunta final. La más difícil, con valor de dos puntos, la pregunta de la victoria.

—Desarrollar el siguiente binomio para resolver el sistema de la pantalla.

El sistema estaba compuesto por binomios de Newton, elevados a diversos exponentes. Por suerte, al despejarlos se eliminaban todas las incógnitas elevadas a más de dos, pero el proceso era largo y complicado. Cuando estaba a punto de hallar el valor de y, habiendo hallado x; sonó el botón del otro equipo.

—Respuesta x igual a dieciocho quintos, i griega igual a...

—Vaya...—pensé—. A mí no me ha dado eso—volví a pensar.

—Respuesta incorrecta—interrumpió el juez.

Había hallado i griega, por fin y justo a tiempo.

—Si el equipo de Bedford tiene la respuesta correcta habrán ganado.

—X igual a tres octavos, i griega igual nueve séptimos.

—La respuesta es correcta. El ganador es el instituto Bedford, por la respuesta de Daniel Villanueva.

Anna gritó y me abrazó, Cameron y Jackson chocaron enérgicamente. Habíamos ganado, nos habían dado un trofeo enorme a cada uno, y un cheque por valor de 100 $. No le di mucha importancia al premio, simplemente por haber ganado estaba feliz.

Después de ganar, fuimos a comer pizza, a la mejor pizzería del pueblo. No se me olvidaba que en dos días era el cumpleaños de Trevor... Pero... ¿Iba a querer celebrarlo? Era una fecha un poco triste para él, el día en que Nicholas tuvo que abandonarle.

Después de las pizzas, me separé del grupo y fui a casa de Trevor, ya cercanas las 8.

—Tigre, ¿qué tal las mates?

—Bien, hemos ganado—respondí sonriente.

—Eres muy listo, Tigre.

—Y tú eres muy guapo, Trevor.

—Deja de ligar conmigo, Tigre, que ya somos novios—bromeó Trevor.

— ¿Puedo pasar? Me estoy helando.

—No—respondió Trevor muy serio.

— ¿Qué?

—Era broma, venga, pasa.

Entré en su casa. Sonaba el primer movimiento del invierno de Vivaldi.

— ¡Lo escuchaste!—exclamé.

—Sí, es muy bonito.

— ¿Te recuerda al invierno?

—Como una tormenta de nieve, en un frío helador. Me recuerda a Frozen.

—Cambiando de tema. Quería saber si querías algo por tu cumpleaños... Como a lo mejor ibas a querer estar solo...

— ¿Pero no lo has comprado aún?—rio Trevor.

Baby, just say yes (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora