15.

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–Ve más despacio. Estás corriendo demasiado rápido. Y recuerda lo que te dije acerca de tu técnica de carrera.

Jungwon puso los ojos, aunque Jay estaba detrás de él y no podía verlo. 

–Soy un deportista profesional. ¡Te haré saber que mi técnica de carrera es perfecta! –Las caderas están detrás de tus pies otra vez –dijo Jay.

Mirando hacia atrás, Jungwon captó la mirada de Jay y sonrió –Tal vez deberías centrarte en mi técnica de carrera y dejar de mirar mis caderas.

Se dio la vuelta y continuó corriendo, deseando poder retirarlo. ¿Cerebro podrido por sexo? Al punto. Ellos estaban entrenando, por el amor de Dios. No se suponía que tocaran el tema -lo que sea que esta cosa era- mientras estaban corriendo.

En este momento eran un paciente y su fisioterapeuta, y lo que hacían a veces después, no se suponía que interfiriera con las sesiones de entrenamiento y su relación profesional.

Por supuesto su relación profesional nunca había sido muy profesional, para empezar, pero después del fiasco con Jia la semana pasada, tenían que tener más cuidado.

La guarra tonta ahora estaba siempre alrededor, metiendo la nariz donde no debía. Observaba sus sesiones de entrenamiento en el gimnasio con ojos sospechosos, cautelosos, como si quisiera mantener alejado a Jay de las garras del mal que era Jungwon.

Era algo divertido al principio, pero se había convertido rápidamente en molesto y frustrante. Jungwon le habría disparado ya, pero Jay le había convencido de lo contrario.

Jay tenía razón: era más probable que le dijera a la gente acerca de su sexualidad si Jungwon la despedía. Pero eso no significaba que Jungwon estaba feliz por tenerla a su alrededor.

–Concéntrate en las caderas, y los pies se harán cargo de sí mismos –dijo Jay, su tono frío y muy profesional.

Jay había estado haciendo un gran esfuerzo para ser profesional en torno a él. Lo que Jia había dicho claramente le golpeó un nervio.

Jungwon no era estúpido: era obvio que Jay quería lo que había entre ellos terminado.

Obviamente Jungwon quería lo mismo.

Obviamente.

Ahora sólo tenían que encontrar la manera de parar.

–El golpe del pie es sólo el resultado final de las otras cosas que suceden más arriba en la cadena cinética –Jay dijo.

–Sí, lo que sea –dijo Jungwon, mirando a su alrededor.

El parque estaba vacío a una hora tan ridículamente temprana. Le robó una mirada a Jay y eligió el camino que conducía al bosque.

–Jungwon –La advertencia en la voz de Jay era inconfundible.

Jungwon la ignoró y continuó corriendo, sabiendo que Jay le seguiría. Él estaría enojado, pero le seguiría.

Siempre lo hacía.

Jungwon se salió de la ruta y se detuvo en un pequeño claro en el bosque. Apoyando su mejilla contra el tronco de un árbol, Jungwon cerró los ojos, aspirando el olor fresco del polvo y la primavera.

– Jungwon –dijo Jay, su voz tensa y enfadada.

Un cuerpo firme presionó contra Jungwon y los labios familiares se arrastraron por su mejilla, los rastrojos rascándole la piel sensible. Jungwon se estremeció.

–¿No eres propietario de una buena máquina de afeitar? –se quejó, apoyándose de nuevo en el calor de Jay. Era una mañana fría; eso era todo.

–¿Crees que eres sutil? –dijo Jay, su mano deslizándose bajo la sudadera con capucha de Jungwon y acariciando su vientre desnudo.

𝗘𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗼. jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora