17.

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En cuanto a los cumpleaños, éste no era tan malo después de todo.

El cuerpo de Jungwon dolía gratamente después del sexo y la segunda sesión de entrenamiento, pero un largo baño caliente lleno de sales aromáticas le refrescó.

Cuando salió del baño, se sorprendió al encontrar a Jay descansando en el sofá delante de la televisión.

–Pensé que ya te habías ido –dijo.

Jay miró. –Le prometí a mi hermana que quedaría con ella después del trabajo y la llevara a Oxford. Ella trabaja muy cerca. No tiene sentido conducir a casa sólo para volver a conducir dentro de una hora.

Jungwon se acurrucó más cerca y vaciló. Nunca supo cómo actuar con Jay en momentos como éste: cuando no estaban entrenando ni iban a joder.

Había sido tan difícil encontrar el equilibrio correcto últimamente, las líneas se difuminaban.

Se dio cuenta que no era el único que luchaba con ello.

Cuando no estaban teniendo relaciones sexuales, Jay actuaba alrededor de él como siempre lo hacía, ligeramente burlón, un poco cínico y mandón, pero a veces, su comportamiento era... apagado.

Jungwon ni siquiera entendía esos momentos cuando yacían el uno al lado del otro después del sexo, saciados y felices, y Jay pasaba los dedos a lo largo de la columna vertebral de Jungwon, acariciando su nuca, el pelo sudoroso.

La gente decía y hacía cosas estúpidas después del sexo. Pero no era sólo durante el sexo.

Jay se le quedó mirando. No sucedía muy a menudo, pero cuando pasaba, hacía que Jungwon se sintiera divertido en el interior. No le gustaba la sensación, porque era totalmente adicto a ella. Y lo peor de todo era que ni siquiera podía culpar a Jay por el tratamiento caliente y frío: a veces se sentía tan necesitado del tacto de Jay que se encontró dando un paso más cerca de él cuando no estaban teniendo sexo.

Entonces se daba cuenta de lo que estaba haciendo y atacaba a Jay con comentarios mordaces innecesariamente.

Mierda.

Esto nunca debería haber durado tanto como lo hizo. Hacía ya casi un mes. Nunca jodió con la misma persona durante tanto tiempo.

¿A quién quería engañar? Antes de Jay nunca había jodido con el mismo tipo dos veces.

–¿Te vas a quedar ahí toda la noche? –dijo Jay, sin mirarlo.

Había apoyado sus manos detrás de la cabeza en ese gesto universal de chico, de aspecto muy masculino, relajado y casual.

Jungwon atrapó su labio entre los dientes, mirando el espacio libre junto a Jay, y se dirigió con decisión hacia el sofá. Se dejó caer junto a Jay. 

–¿Qué estás viendo?

–Regreso al futuro.

Jungwon arrugó la nariz. –Aburrido.

–No he pedido tu opinión.

Jungwon se recostó, la pierna en equilibrio con la rodilla. Su pie desnudo presionado contra la pierna de Jay.

–Pero es aburrido. Es mi cumpleaños y quiero ver otra cosa –Jungwon ocultó su sonrisa, consciente de que sonaba como un niño malcriado.

Él no daba una mierda y sabía que Jay tampoco, ya sea: Jay no esperaba que él actúe diferente. Vivir bajo las expectativas de Jay siempre fue divertido.

Con Jay, podía ser tan inmaduro y malicioso como quisiera. Él no tenía por qué ser agradable, de buen carácter y relajado. No tuvo que fingir. No tenía que ser nada. Se sentía... diferente. Libertador.

𝗘𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗼. jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora