𝗘𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗼. jaywon

𝙀𝙥𝙞𝙡𝙤𝙜𝙤

𝘾𝙪𝙖𝙩𝙧𝙤 𝙢𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪é𝙨...

–¿Alguna vez vas a decirle que eres su hermano?

Jungwon miró hacia el otro lado de la piscina, a Gunwook y Matthew, antes de cerrar los ojos y acurrucarse más profundo en un lado de Jay.

El diván era demasiado pequeño para ambos, pero Jungwon estaba perfectamente bien con ello. El sol brillaba, los pájaros cantaban, y tenía al cuerpo semidesnudo de Jay contra el suyo: todo estaba bien en el mundo.

No estaba de humor para hablar o pensar sobre Matthew o sobre el padre de Matthew.

–Nop –murmuró, presionando la nariz contra el brazo de Jay– ¿Por qué debería hacerlo? Lo único que tenemos en común es al tipo que puso su polla dentro de nuestras madres y no usó un condón.

Unos dedos empezaron a acariciar su cabello. Jungwon se apoyó en el toque, aún algo sorprendido en parte por lo poco que le importaba ser vistos por otras personas.

Solía romper a sudar frío cada vez que imaginaba a alguien viéndolo con otro hombre. Ahora no le importaba una mierda.

Una de las ventajas de estar fuera de la atención pública.

Ya no era una estrella del fútbol. Tal vez, nunca lo sería otra vez.

Aunque Jay continuaba diciendo que su completa recuperación era probable, Jungwon realmente no creía que jamás volvería al fútbol.

Su pierna se sentía mejor cada día, y la mayor parte del tiempo su lesión no le molestaba demasiado, pero ya no tenía la misma confianza en su pierna.

Dudaba de que jamás lo haría –Al menos no lo suficiente como para jugar al fútbol profesionalmente– Y la cosa era... que siquiera estaba seguro de querer hacerlo. Incluso pensar en pretender nuevamente ser alguien que no era y estar ocultando constantemente su relación con Jay estresaba a Jungwon. Sería casi imposible, de todos modos.

Ocultar una relación homosexual resultaba más fácil para Hyun y Sung, porque realmente trabajaban en el mismo club de fútbol, y tenían motivos relacionados al trabajo para ser vistos juntos.

No ayudaba el que prácticamente vivía con Jay hoy en día. Jungwon aún no estaba seguro de cómo había sucedido eso. No se había mudado oficialmente, sino que fue haciéndolo lentamente: su cepillo de dientes, su pijama favorito, su tablet, una cosa a la vez.

Un día, simplemente se dio cuenta de que tenía un montón de sus mierdas en la habitación de Jay y que no había regresado a su casa por una semana.

–¿Estoy viviendo contigo? –Jungwon había preguntado, viendo su marca favorita de café en la cocina de Jay.

Jay simplemente rió, rozó sus labios contra el cuello de Jungwon y dijo, con la voz todavía áspera por el sueño.

–Buen día.

Fue nauseabundamente doméstico –Y embarazoso– Jungwon se alegró de no tener amigos para burlarse de él. Sungmin ya era lo suficientemente malo. El gilipollas se echaba a reír cada vez que veía a Jungwon en la casa de Jay –Lo que era demasiado a menudo, ya que, a diferencia de él, Jay tenía amigos y Hyun y Sung estaban entre ellos.

–Tal vez Matthew amaría tener un hermano –dijo Jay, devolviéndolo al presente. 

Jungwon resopló. 

–Ni siquiera le agrado.

–No puedo imaginarme por qué –dijo Jay– Eres tan bueno con él.

Jungwon abrió los ojos y dedicó a Jay una mirada inocente.