11.

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Min Hyun se echó hacia atrás en la silla y observó a su amigo en silencio. Jay sostuvo su mirada con constancia.

–Por tanto, no has cambiado de opinión –dijo Hyun–. ¿Todavía quieres renunciar?

–Sí.

–Y aún te niegas a decirme el por qué –dijo Hyun con frialdad. No estaba muy contento con Jay en ese momento.

Jay era la última persona de quien esperaba que fuera tan irresponsable y renunciara en medio del proceso de rehabilitación de su paciente. Y en un nivel puramente personal, le molestaba que Jay no confiara en él lo suficiente como para compartir el motivo por el cual quería irse.

Eran buenos amigos. Por lo menos, él había considerado a Jay uno de sus amigos más cercanos en Inglaterra.

–Mira –dijo Jay. El conflicto en su cara era fácil de ver–. Es... es personal.

Hyun se le quedó mirando. –¿Personal?

Pasándose una mano por la cara, Jay se apretó el puente de la nariz. –No puedo mantener una distancia profesional. Logra meterse bajo mi piel.

Eso Hyun podía creerlo. El mundo conocía a Jungwon, como a un hombre simpático, de trato fácil, pero Hyun se había dado cuenta de cuan errónea era esa imagen. Aún así, no creía que Jungwon fuera un engendro del diablo como Sungmin lo pintaba.

Las cosas raramente eran blancas y negras, malas y buenas.

–Pensé que podrías manejarlo –comentó Hyun, observando con curiosidad a Jay.

La última vez que había visto a Jay y a Jungwon en la misma habitación, Jungwon era el que estaba exigiendo que Jay fuera despedido, mientras que Jay actuaba frío y tranquilo, incluso divertido. ¿Qué había cambiado?

–Yo pensaba lo mismo –dijo Jay, una esquina de su boca encrespándose en una sonrisa sin humor–. Estoy acostumbrado a los pacientes difíciles, ya lo sabes.

–¿Pero?

–Está intentando seducirme.

Al principio pensó que había escuchado mal a Jay. Pero por supuesto que no.

–Ah –dijo Hyun. Y rió entre dientes–, ¿Eso es todo? Es sólo la forma en que él es. Jungwon siempre ha sido un coqueto. 

La expresión en el rostro de Jay era difícil de leer. –¿Se te insinuó? –dijo. Su voz sonaba un poco extraña.

Hyun frunció el ceño, mirando a su amigo evaluadoramente. Jay nunca había sido homofóbico. El hermano menor de Jay era gay, y cuando Sunghoon salió del armario, Jay había sido más que un apoyo.  Pero definitivamente había algo fuera de lugar en su reacción.

–Solía coquetear mucho conmigo, pero no era nada grave –dijo Hyun lentamente–. Creo que lo hacía sólo por el gusto de hacerlo, y para molestar a Sungmin.

–¿Y nunca te sentiste tentado?

–No soy un monje. Fácilmente es el tipo más hermoso que he conocido –Hyun dijo riendo. 

Los ojos de Jay perforándolo como dagas gemelas. Hyun negó con la cabeza. 

–No pasó nada. Él es mi paciente, Jay. 

"Algo" asomó en el rostro de Jay. –Sungmin también es tu paciente.

Hyun se congeló, preguntándose cómo Jay sabía sobre él y Sung.

–Es diferente –dijo– Sabes lo especial que él es para mí. Jungwon es...sí, es ridículamente hermoso. Soy un saludable hombre gay y tengo ojos, pero nunca me sentí atraído por él. No puedo verlo como a algo más que al hermano de Sungmin. Cuando amas a alguien, es fácil controlar los deseos superfluos.

𝗘𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗼. jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora