14- Acuérdate De Mi

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NARRADOR OMNISCIENTE 

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de un naranja profundo, mientras Amara y Calum corrían hacia su coche, la adrenalina corriendo por sus venas. La sensación de libertad se mezclaba con el miedo a lo que podría suceder si Hayes los alcanzaba.

—Vamos, rápido —decía Calum, su voz tensa mientras echaba un vistazo por encima del hombro. Amara podía sentir su preocupación, sabía que estaban en una carrera contra el tiempo.

Pero justo cuando estaban a punto de abrir la puerta del auto, un sonido metálico resonó en el aire. Amara se congeló, el aliento se le cortó al ver a Hayes avanzar hacia ellos, una pistola brillando en su mano. Sus ojos estaban llenos de locura y furia.

—¿A dónde creen que van? —preguntó Hayes, su voz helada, un tono de diversión retorcida en ella. La amenaza era palpable, como una sombra que cubría el atardecer.

—No tienes que hacer esto, Hayes —dijo Calum, tratando de mantener la calma—. Esto no es lo que realmente quieres.

Amara sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que Hayes había cruzado una línea, que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para retenerla. El miedo la envolvió, pero también una chispa de determinación.

—Déjanos ir. No somos tus prisioneros —replicó ella, con una voz que temblaba, pero decidida.

Hayes sonrió, pero no había alegría en su expresión. —Eres mía, Amara. Siempre lo has sido. Nadie te llevará lejos de mí.

De repente, un estruendo resonó a lo lejos. Los gritos de Lex y Will se acercaban, y junto a ellos, los padres de Amara, con su familia al completo: sus tíos Eros, Emily, Lydia, Joana, Steve, Ryan, y su prima Helen. Era un grupo grande, una muralla de amor y protección, que se acercaba con la determinación de recuperar a Amara de las garras de Hayes.

—¡Amara! —gritó Lex, sus ojos fijos en ella mientras corría hacia su dirección.

Hayes se volvió hacia ellos, apuntando la pistola. —No se acerquen, o me veré obligado a usar esto.

—No le hagas daño, Hayes —gritó Will, su voz llena de rabia—. No vales la pena.

Amara sintió la angustia burbujear dentro de ella. No podía permitir que sus seres queridos se metieran en peligro por su culpa. —¡No! —gritó, mirando a su familia—. ¡Retrocedan!

Pero el impulso de protegerla fue más fuerte. Su madre, con lágrimas en los ojos, avanzó un paso, y su padre la siguió. Eros y Emily, junto a los demás, se posicionaron como un escudo humano, listos para enfrentarse a Hayes.

—¿Qué vas a hacer? —dijo Joana, su voz firme, aunque sus manos temblaban. —No puedes ganar.

La situación era tensa, un instante suspendido en el tiempo, y de repente, en un giro de los acontecimientos, Hayes disparó al aire, el eco resonando como un trueno. La explosión del disparo hizo que todos se detuvieran por un segundo.

—¡Vete al diablo! —gritó Ryan, lanzándose hacia Hayes, pero el hombre fue más rápido. En un descuido, aprovechó la confusión y se abalanzó hacia Amara, poniendo la pistola cerca de su costado.

—Amara, corre —gritó Calum, su voz una mezcla de pánico y determinación.

Pero antes de que pudiera moverse, Hayes la agarró del brazo, y en un instante, todo se tornó en caos. Amara sintió que alguien la empujaba, y luego se encontró rodeada por sus seres queridos.

—¡Quítale las manos de encima! —gritó Helen, lanzándose hacia Hayes, mientras Joana intentaba sujetarlo por detrás.

La lucha se desató, una mezcla de gritos y forcejeos, cada uno tratando de liberar a Amara de las garras de Hayes.

—¡No! —gritó Amara, en medio del tumulto, intentando mantener la calma. Pero el pánico comenzó a tomar el control. De repente, alguien empujó a Hayes, lo que le hizo perder el equilibrio, y él disparó nuevamente, esta vez, la bala rozó la cabeza de Eros, quien se lanzó a cubrir a su sobrina.

—¡Amara! —gritó Eros, mientras la protegía con su cuerpo.

Fue entonces cuando, en un giro repentino, Hayes la atrapó nuevamente, pero esta vez, Lex logró agarrarlo por detrás, inmovilizándolo.

—¡Déjala en paz! —exclamó, luchando para mantener el control.

Amara, en ese momento, sintió la presión en su pecho. Su corazón latía desbocado, y una sensación de ahogo la invadió. Las imágenes se volvían borrosas, el caos se desvanecía en un oscuro túnel.

—¡Amara! —la voz de Calum resonaba en sus oídos, pero estaba muy lejos.

La presión aumentaba y su respiración se tornaba errática. Sentía que iba a desmayarse. En medio del caos, las luces comenzaron a parpadear. Se dio cuenta de que estaba perdiendo el control. El ataque cardíaco que había temido llegó como una sombra que la envolvía.

—¡Amara, aguanta! —gritó Calum, mientras luchaba por acercarse a ella, pero todo se volvía más distante.

El mundo se oscurecía, y cuando sintió que sus piernas flaqueaban, supo que estaba a punto de caer. El último sonido que escuchó fue el grito desesperado de Calum mientras el caos a su alrededor se desvanecía en un silencio absoluto.

Cuando finalmente recobró la consciencia, estaba en una camilla, con las luces brillantes del hospital iluminando su rostro. Sentía el sudor en su frente y el latido de su corazón aún acelerado. La sensación de miedo se apoderó de ella nuevamente al recordar lo que había sucedido.

—¡Amara! —la voz de su madre llegó a sus oídos, llena de angustia. —Estamos aquí, todo va a estar bien.

Amara miró a su alrededor, viendo a su familia reunida, cada uno con miradas de preocupación. A lo lejos, pudo distinguir a Calum, su rostro empapado en preocupación y al mismo tiempo, en alivio.

—Lo siento... —susurró, sintiendo que sus fuerzas se desvanecían de nuevo.

—No tienes que disculparte, estamos aquí para protegerte —dijo su padre, acercándose a ella y tomando su mano.

Pero el peso de lo que había sucedido la abrumó, y una lágrima resbaló por su mejilla. Había luchado tanto por salir de la situación con Hayes, pero el miedo y la angustia seguían presentes. Sin embargo, sabía que, con su familia y amigos a su lado, encontraría la fuerza para seguir adelante. La batalla no había terminado, pero esta vez, no estaba sola.

Relación Perfecta[Trilogia Perfectos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora