5- POR FAVOR

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El sonido del televisor llenaba la habitación mientras yo estaba tirada en el sofá, con una manta fina cubriendo mis piernas. Había encendido la televisión por inercia, como si el ruido de fondo pudiera ahogar el caos que tenía en mi mente. Todo seguía siendo una confusión, y aunque intentaba distraerme, mi cerebro parecía determinado a revivir una y otra vez los mismos recuerdos de las últimas semanas. Las peleas con Calum. Las preguntas sin respuesta. Y luego la sensación de vacío cuando lo dejé atrás.

De repente, mi atención fue captada por una entrevista que estaba empezando en uno de esos programas nocturnos de variedades. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a Calum—no, Shadow, como lo llamaban todos—en la pantalla. Su pelo desordenado, esa sonrisa de chico malo que siempre llevaba, el aura de estrella del rock que lo hacía destacar de cualquier otro hombre en la habitación. Me sentí paralizada por un segundo, como si me hubieran transportado a otro momento, a cuando verlo me provocaba una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar.

Pero esta vez, no estaba solo.

A su lado, sentada con una sonrisa brillante, estaba una chica. Una chica que me hizo fruncir el ceño de inmediato, porque al verla, sentí como si estuviera mirando una versión distorsionada de mí misma. Su cabello era largo, ligeramente ondulado, del mismo tono oscuro que el mío. Su piel tenía la misma tonalidad clara, y lo que me dejó atónita fueron sus ojos. Grandes y color avellana. Los mismos que yo veía cada vez que me miraba en el espejo.

No pude evitar inclinarme hacia adelante, estudiando cada detalle de esa chica. Ella se reía de algo que el presentador había dicho, una risa ligera y melodiosa, y cuando habló, casi me caigo del sofá. Su voz... Dios, su voz era tan parecida a la mía que por un momento pensé que estaba escuchando una grabación de mí misma.

—Por favor... —murmuré para mí, sintiendo una risa burbujeando en mi garganta—. ¿Qué es esto? ¿Algún tipo de broma cósmica?

El presentador empezó a hacerles preguntas a ambos, preguntando por su relación. Su relación. Esa frase hizo que mi piel se erizara. Calum estaba sentado muy cerca de ella, su mano descansando casualmente sobre el respaldo del sofá detrás de ella, como si fueran algo más que amigos. Y fue en ese momento que escuché las palabras que encendieron algo dentro de mí.

—Jude y yo somos muy importantes en la vida del otro —dijo Calum, su tono serio pero suave, como si estuviera compartiendo una verdad íntima con el mundo.

—Sí —añadió la chica, Jude, con una sonrisa tímida—. Siempre hemos estado ahí el uno para el otro. No sé qué haría sin él.

Por un momento, me quedé en silencio, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Luego, estallé en una risa sarcástica, cubriéndome la boca con la mano mientras las carcajadas me sacudían el cuerpo.

—Por favor... —dije en voz alta, como si alguien más estuviera en la habitación para compartir mi incredulidad—. ¿Los mismos ojos? ¿La misma voz? Pero, ¿a quién creen que engañan?

Sentí cómo las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos, pero no eran de tristeza. Eran de risa. Porque esto... esto era tan ridículo, tan absurdo, que no podía evitarlo. Era como si Calum hubiera encontrado a una copia barata de mí para seguir con su vida sin realmente dejarme ir. Como si al tener a alguien que se me pareciera físicamente, pudiera fingir que nada había cambiado.

—¿De verdad, Calum? —susurré, mi risa apagándose lentamente mientras la ironía de la situación se asentaba en mi pecho—. ¿De verdad?

Pero entonces, algo se movió dentro de mí. Algo más profundo. Porque, aunque me reía, aunque me burlaba de la situación, no podía ignorar el nudo en mi estómago. Sabía que no era yo la que estaba allí con él, que la chica a su lado, aunque se pareciera a mí, no era yo. Ella no conocía nuestras peleas, no entendía los momentos silenciosos que compartimos, los errores que cometimos juntos. No había vivido lo que yo había vivido. Y por eso, no importaba cuánto se pareciera a mí, jamás sería yo.

—Puedes intentar reemplazarme, Calum —dije en voz baja, mirando la pantalla—. Pero ella nunca será yo.

Me recosté de nuevo en el sofá, sintiendo el peso de esa verdad. Podía reírme todo lo que quisiera de lo ridículo que era verlo con una versión más dulce y plástica de mí misma, pero en el fondo, sabía que eso no me liberaba del dolor que seguía ahí. Porque, a pesar de todo, una parte de mí aún se preguntaba por qué, después de todo lo que habíamos pasado, él estaba allí, en ese programa, con otra chica que se me parecía, hablando de lo "importantes" que eran el uno para el otro.

La entrevista siguió, pero dejé de prestarle atención. Calum siguió hablando, Jude siguió sonriendo, y el presentador seguía lanzando preguntas superficiales sobre su vida y su música. Pero yo ya no estaba allí, ya no formaba parte de esa escena. Ya no era la chica que se sentía atrapada por su presencia o por su mundo.

Apagué la televisión sin esperar al final de la entrevista, el control remoto resbalando de mis dedos. Me quedé en silencio, con la habitación iluminada solo por las luces tenues de la calle entrando por la ventana. Las palabras seguían resonando en mi mente. **"Somos muy importantes en la vida del otro."**

—Tal vez lo sean —dije en voz alta, el eco de mi propia voz llenando el vacío—. Pero yo no soy ella.

Y esa verdad, por primera vez en mucho tiempo, no dolía tanto como pensé que lo haría.

Me quedé quieta un momento, dejando que el silencio se asentara. Mis pensamientos se arremolinaban en mi mente, pero no sentía la misma agitación de antes. Era una calma extraña, como si, finalmente, algo hubiera encajado en su lugar.

Me había pasado tanto tiempo dándole vueltas a todo, intentando entender por qué había salido mal, preguntándome cómo Calum había podido pasar página tan rápido. Me dolía verlo con otra chica, sobre todo una que se parecía tanto a mí, pero a medida que la imagen de ellos juntos comenzaba a desvanecerse de mi mente, también lo hacía el peso que había llevado en el pecho durante las últimas semanas.

Porque por mucho que Jude se pareciera a mí, en realidad no importaba. Yo no era un rostro, una voz o un par de ojos avellana. No era una versión que Calum pudiera recrear con alguien más. Era más que eso. Soy más que eso.

—Ella nunca será yo, Calum. —Repetí las palabras, esta vez con una sensación de liberación. No me estaba burlando, ni riendo. Era una simple verdad. Y era suficiente.

Con cada segundo que pasaba, el eco de la entrevista se desvanecía un poco más, y con él, el remanente de la relación que alguna vez habíamos compartido. Esa conexión que había sido intensa y confusa, pero también vacía en tantas formas. Me había costado tanto tiempo darme cuenta de que había vivido en esa burbuja falsa, aferrándome a algo que nunca fue real, algo que había sido, desde el principio, parte de un acuerdo que ambos habíamos aceptado.

Pero ahora que lo veía a distancia, todo parecía tan claro. Jude era solo otra pieza de ese rompecabezas que Calum intentaba construir para mantener su fachada, para no enfrentarse a la verdad de quién era o de lo que había hecho. Y aunque la había elegido a ella para ser su nuevo ancla, eso no significaba que me hubiera reemplazado realmente. Solo había llenado un vacío que nunca entendió.

Me levanté del sofá, sintiendo las piernas un poco rígidas después de tanto tiempo sentada. Me dirigí a la ventana y la abrí, dejando que el aire fresco de la noche me envolviera. Respiré hondo, llenando mis pulmones con la brisa limpia, sintiendo cómo me despejaba, cómo la tensión que había estado acumulando durante días empezaba a disiparse.

Calum podía seguir con su vida, rodeado de luces y cámaras, y con Jude a su lado. Podían ser importantes el uno para el otro, si eso era lo que necesitaban creer. Pero ya no me importaba. Yo también seguiría adelante, de verdad esta vez.

Miré las estrellas en el cielo, preguntándome qué venía ahora. No lo sabía. Pero, por primera vez, me sentía lista para descubrirlo.

Relación Perfecta[Trilogia Perfectos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora