16 Quiere vernos

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Las tres vemos el monitor del ecógrafo mientras el doctor le coloca el gel en el vientre, las tres sabemos de manual el proceso y estamos expectantes a ver la revelación del sexo del bebé. Siento mi corazón latir con fuerza y rapidez cuando los latidos del bebé se hacen presentes y no puedo evitar emocionarme hasta las lagrimas tomando la mano de Iris y de Aurora.

 —Es una saludable niña, felicitaciones mamá y tías —todas sonreímos.

El doctor le da las indicaciones, las pastillas prenatal, acido fólico y demás a Aurora. Salimos del consultorio para ir a desayunar algo las tres juntas entre sonrisas de felicidad y una charla amena, una mujer más entre nosotras, que felicidad nos da saber que esta niña viene en camino, pero esas sonrisas duran poco y nuestra felicidad también con la llamada entrante del abogado al teléfono de Iris, ella atiende y se pone seria, intercala su mirada entre nosotras y luego corta.

—Él quiere vernos, dice que no firmará los papeles hasta que nos vea personalmente a las tres. También me dijo que puede conseguir anular nuestros matrimonios, pero el tuyo —se refiere a mí—, será divorcio por el tiempo que llevaban casados y que en caso de que él no quiera firmar puede seguir con el tramite, aunque la demanda va a demorar un poco más. También me informo que estamos siendo investigadas y es probable que congelen nuestras cuentas hasta que la investigación termine y que no abandonemos el país.

La noticia deja una energía algo densa entre nosotras y el desayuno se vuelve un poco amargo, así es Luke, cada rayo de luz que parece asomarse para iluminarnos con un poco de felicidad es opacado con su sombra y oscuridad.

Nuestro abogado nos cita a las tres en su oficina y estamos en la tarde por el despacho así nos da los detalles de todo, le pregunta a Aurora si él sabe que ella está embarazada y con algo de vergüenza ella niega agachando la cabeza, yo tomo su mano en señal de apoyo.

—La cabeza en alto, no tiene que dar vergüenza —ella levanta la mirada y me regala una sonrisa.

—¿Piensas decirle?

—No quiero que sepa.

—Eventualmente saldrá de la cárcel, no por un par de años, pero tienen que tener eso muy presente. Aunque con las cargos que enfrenta voy a tratar de ir por todo, algo de 20 años de prisión, aunque con buena conducta eso puede reducirse a 12 con salidas transitorias.

—Él nos amenazó de muerte —se levanta Iris enojada.

Le tomo la mano, e intento calmarla mientras discutimos frente al abogado, le pido un momento para salir y tomar aire, mientras él sigue hablando con Aurora dándole los detalles. Volvemos a la oficina con ella un poco más calmada, él nos sugiere la posibilidad de ir a verlo a la cárcel, pero las tres nos negamos a verle la cara, le sugiero doy luz verde a empezar con los tramites de mi divorcio por las malas, si él no quiere firmar por las buenas, no tenemos bienes grandes a nuestro nombre, al menos comprados de manera legitima, ya que todo lo que adquirió durante años  ha sido de modo fraudulento a mis espaldas y está todo congelado y procesado por la policía.

—Eso es todo por ahora, cualquier novedad estaremos en contacto —se levanta estrechando nuestras manos.

Salimos del estudio con demasiadas cosas en que pensar, manejamos tres hora para dejar a Aurora en su departamento y luego volvemos a casa de Iris. Estoy sentada en su sofá sobando mi cuello cuando mi mano es reemplazada por las de ellas para darme un masaje que me relaja.

—Estás muy contracturada.

—Tú también debes estarlo, entre la mudanza y el día que tuvimos hoy, dudo que alguna este totalmente relajada. Ven —tomo su mano y ella rodea el sofá para sentarse en mis piernas—. Sé que no la tendremos fácil con este imbécil, pero no quiero que nos separemos, vendrán muchos días estresantes —beso su mano—, agotadores —beso su mejilla— y seguro algo intensos, por eso quiero pedirte —acaricio su mejilla— que pase lo que pase nos comuniquemos y hablemos sobre lo que nos pasa ¿Está bien?

—Sí, está bien —me besa de manera tierna— ¿Qué haremos con Aurora? No tiene casi familia, son ella y su hermano, creo que podríamos ayudarla con la bebé y... —sonrío— ¿qué?

—Ya no te cae mal —le pregunto con una sonrisa.

—No, creo que fui muy dura con ella. Aunque parece llevarse mejor contigo, se ve que es una buena chica.

—Yo sé que esa bebé no tiene la culpa de tener el padre que tiene y la verdad es que si me gustaría seguir brindándole apoyo mientras ella quiera.

—Quédate hoy —comienza a besarme y tocarme por encima de la ropa—, por favor quédate —devuelvo lo besos y me quedo, claro que me quedo.

En la mañana voy a conseguir algo para el desayuno mientras ella aún duerme desnuda a mi lado, beso su hombro y luego dejo un camino de besos por su espalda, me levanto lentamente para no despertarla y la tapo mejor con las sabanas cerrando un poco las cortinas antes de que el sol salga completamente para despertarla. Mientras salgo de la panadería siento algo que hace mucho no sentía, subo la cabeza y veo hacia todos lados, pero no veo a nadie sospechoso, guardo mi teléfono para estar un poca más atenta a mi entorno, sigo caminando a la cafetería para pedir el café que el gusta a ella y llevar también el mío, entro al lugar y otra vez esa extraña sensación, miro hacia atrás, pero no noto nada raro, si supiera a quien tengo que ver sería más fácil. Con mi orden, tomo rumbo a su casa que no queda muy lejos, y entonces lo veo, una chica delgada alta de cabello negro con lentes de sol, ropa oscura y una gorra apartar la mirada en cuanto noto que me mira, tomo la decisión de ser ahora yo quien al siga, me abro paso entre la gente que cruza la calle, ella comienza a caminar más rápido a medida que me voy acercando.

—Hey —le grito— hey tú la de gorra negra.

Comienza a caminar más rápido aún y yo también, tiro los cafés para poder correr detrás de ella y alcanzarla tratando de no perderla de vista, entra a una tienda enorme y yo tras de ella.

—Oye —la alcanzo y le saco la gorra. La chica me mira asustada.

—¿Qué hace? ¿qué le pasa? Suelte a mi hija.

—Lo siento, lo lamento, la confundí con alguien más —Busco rápidamente a mi alrededor y veo en una sillón, los anteojos, la gorra y la chamarra oscura que llevaba, la tomo y vuelto a buscar a alguien lo suficientemente sospechoso, pero nadie voltea a verme o al menos eso creo.

Llego a casa de Iris preocupada, dejo la bolsa con lo que compre en la panadería y me pongo a hacer café mientras decido y pienso si contarle o no sobre lo que acaba de pasarme, nos habíamos olvidado del detalle de la mujer que se le presentó a Aurora, pero no debimos, no es un detalle menor. Perdida en mis pensamientos, siento unos brazos rodear mi cintura aferrándose a mí por la espalda y sonrío.

—Buenos días.

—Buenos días, volteo para besarla.

—¿Qué pasa? —me mira fijo a los ojos— estás rara ¿qué pasó? —con solo verme se dio cuenta de que algo no iba bien, creo que jamás seré capaz de ocultarle algo a ella.

—Pasa que olvidamos un pequeño detalle, la mujer que se apareció con Aurora y que le sugirió buscarnos —suspiro y ella me mira—. La vi hoy, me estuvo siguiendo y casi la alcanzo pero cuando creí que la tenía me encontré con esto —le muestro la bolsa con las cosas que dejó atrás—. A esta altura, no sé si es otra mujer más parte de su enfermo harem, o está relacionada con sus negocios, tal vez fue una victima.

—¿Sugieres que...? —asiento— ¿cuándo?

—Lo antes posible, van a trasladarlo en dos días más lejos y será más complicado hablar con él.

—Bien, pero solo nosotras, si ve a Aurora tal vez se vuelva loco y haga algo.

—Sí, pero tenemos que decirle.

—Estoy de acuerdo con eso.

—Vamos a desayunar algo —la beso—, luego podemos ir a verla por la cafetería ¿Te parece bien?

—Perfecto.

Las viudas de Luke LawsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora