Tras el nacimiento de su primogénita, Rhaenyra Targaryen decide que lo mejor para asegurar su posición y la de su hija, es que ella se case con su medio hermano, Aegon Targaryen.
Visenya al crecer, descubre que su destino está entrelazado con el de...
___________________________________ Una soñadora ___________________________________
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Décimo mes del año 123 d.C
Me encontraba en la habitación de Helaena, cosiendo a su lado. Las agujas pasaban entre mis dedos con agilidad, aunque mi mente estaba más ocupada en la conversación que intentaba mantener. Bueno, más bien, era yo la única que hablaba. Helaena, como de costumbre, escuchaba en silencio, su rostro sereno y distante, inmersa en su propio mundo.
- Creo que este bordado será más complicado de lo que esperaba - comenté, admirando mi trabajo con una leve sonrisa - Pero supongo que con paciencia lo terminaré antes de la próxima reunión del consejo.
Helaena no respondió. Seguía con sus manos ocupadas, las puntadas apenas perceptibles mientras trabajaba en su propia prenda. Su presencia siempre me había resultado curiosamente reconfortante, aunque no fuera de muchas palabras. Quizás porque, a diferencia de otros, Helaena no pretendía, no juzgaba. Ella simplemente... era.
Continué hablando, sobre temas triviales, anécdotas del torneo, pequeños detalles que ella no comentaría pero que yo sentía el impulso de compartir. De repente, las puertas de la habitación se abrieron de par en par, rompiendo el suave silencio que habíamos creado.
Alicent entró con pasos decididos, su porte impecable, como siempre. No se molestó en reconocer mi presencia más allá de un breve vistazo, y se dirigió directamente hacia su hija. Sin mediar palabra, se sentó a su lado en el diván, suavizando su rostro mientras se inclinaba hacia Helaena con una sonrisa cálida.
- ¿Cómo estás, hija mía? - preguntó con dulzura, su voz teñida de preocupación maternal.
Helaena no respondió de inmediato. Permaneció en silencio, con la mirada baja, concentrada en su bordado. El aire en la habitación se volvió más pesado, denso. Alicent esperó, su ceño fruncido apenas perceptible al ver la ausencia de respuesta de su hija.
De repente, Helaena levantó la cabeza, y sus ojos azules - esos ojos que siempre parecían ver más allá del presente - se clavaron en los míos. Su mirada me atravesó, haciendo que soltara mi aguja por sorpresa. Un escalofrío recorrió mi espalda. Sabía lo que venía.
- El invierno reclamará su trono en el sur - susurró Helaena, su voz arrastrándose como un viento helado - El lobo aúlla en la oscuridad, su sombra se alargará junto al fuego del dragón. Pero cuidado... una traición de sangre te espera en la ciudad de torres altas. El cuervo negro se cernirá sobre los cielos antes de la tormenta.
Cuando las palabras de Helaena se deslizan en el aire, siento cómo el frío me recorre la espalda. "El invierno reclamará su trono en el sur", repito en mi mente, atando cabos sin querer. No hace falta ser una soñadora para entender a qué se refiere con el lobo, con Cregan. Pero... ¿una traición de sangre? Me estremezco sin poder evitarlo. En esta corte, la sangre significa poder, lealtad... y peligro.