Capítulo 4

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Acero valyrio
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Octavo mes del año 123 d.C

Estaba en Rocadragón, mi hogar ancestral, pero todo se sentía diferente. Las paredes frías del castillo, el aire pesado del mar que solía tranquilizarme, ahora no hacían más que recordarme la ausencia de mi padre, Laenor. Dos días habían pasado desde su muerte, pero el dolor seguía siendo tan agudo como el primer momento en que recibimos la noticia. Trágico. Eso dijeron, "una muerte trágica", pero ninguna palabra podía hacer justicia a la angustia que sentía en el pecho.

Había permanecido en mi habitación desde entonces, sin fuerzas ni ganas de enfrentar el mundo exterior. Todo me resultó insípido, vacío. Las lágrimas se habían agotado en su mayoría, pero la tristeza seguía allí, como una sombra que se negaba a disiparse.

Un suave golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Sabía quién era antes de siquiera abrirla.

- Visenya - la vocecita de mi hermano menor, Luke, sonaba tímida, pero persistente - ¿Podrías acompañarme al foso de dragones? Quiero enseñarte algo... - dijo desde detrás de la puerta.

No respondí de inmediato. Parte de mí quería seguir encerrada, evitar el contacto con el mundo, pero no podía rechazar a Luke. Era tan pequeño, tan lleno de vida e ilusiones. Al menos, él merecía algo mejor que mi dolor. Así que, con esfuerzo, me levanté de la cama y abrí la puerta. La sonrisa en su rostro iluminó la penumbra en la que había estado sumida.

- ¿Qué quieres mostrarme? - pregunté, intentando sonar interesada, aunque mi voz sonaba débil.

- ¡Arráx! - exclamó, con los ojos brillando de emoción - Le he enseñado a lanzar un "dracarys" y quiero que lo veas.

Su entusiasmo me desarmó, y aunque me sentía destrozada por dentro, no podía aplastar su felicidad. Así que me forcé a sonreír.

- Vamos, entonces - dije suavemente, y juntos nos dirigimos hacia el foso.

Mientras caminábamos por los pasillos oscuros y húmedos de Rocadragón, mi mente estaba en otro lugar. Luke no dejaba de hablar sobre Arrax, su pequeño dragón blanco, y yo intentaba mantenerme atenta, pero cada paso me recordaba la ausencia de mi padre. Justo cuando creía que mi fuerza estaba por agotarse, lo vi.

Estaba allí, parado al final del pasillo, observándonos con sus ojos penetrantes. Desde la muerte de Laenor, mi madre, Rhaenyra, y él habían comenzado a acercarse, y lo que antes parecía imposible ahora era una realidad: ellos se habían casado, y nuestras familias se habían entrelazado. Baela y Rhaena, sus hijas, ahora eran parte de nosotros, y aunque esa unión trajo cierta estabilidad, no podía evitar sentir una mezcla de alegría y dolor.

- Luke, ve tú primero - dije en voz baja, intentando sonar más fuerte de lo que me sentía - Te alcanzaré enseguida.

Luke, con su típico entusiasmo, avanzó rápidamente y se adelantó, dejando a Daemon y a mí solos en el pasillo. Sabía que tenía que enfrentar esta conversación.

Entre dragones y lobos - (Aegon Targaryen & Cregan Stark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora