Tras el nacimiento de su primogénita, Rhaenyra Targaryen decide que lo mejor para asegurar su posición y la de su hija, es que ella se case con su medio hermano, Aegon Targaryen.
Visenya al crecer, descubre que su destino está entrelazado con el de...
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Tercer mes del año 124 d.C
El sol brillaba intensamente en el patio mientras me movía de un lado a otro, sumergida en mis pensamientos. Intentaba disipar los nervios que crecía dentro de mí ante la inminente boda que tendría lugar en menos de una semana. Mañana tendría lugar la "formalización", en donde Aegon y yo confirmábamos que queríamos casarnos el uno con el otro. Otro simple motivo para hartarse de beber, comer y festejar...
Sentía una mezcla de emoción y ansiedad que no podía controlar. Una y otra vez, repetía los cuatro movimientos que Daemon me había enseñado, sintiendo cómo mis músculos se tensaban y se relajaban al ritmo de mi respiración. Había añadido algunas cosas que había visto hacer a Aegon en su entrenamiento con Ser Criston, combinando sus técnicas con las enseñanzas de mi hermano.
La concentración me envolvía, casi como un manto, pero de repente, sentí un golpe inesperado que me lanzó al suelo. Aturdida, levanté la vista y me encontré con la imagen inconfundible de mi hermano pequeño, Luke, que se había estampado contra mí.
- ¡Luke! - grité, abrazándolo con fuerza mientras su risa llena de energía llenaba el aire.
- ¡Lo siento! - respondió él entre risas, aunque su voz sonaba un poco ahogada por el abrazo que le había dado.
Justo entonces, escuché la voz de Jace, mi otro hermano, que le decía a Luke que me dejara respirar, que casi me iba a asfixiar. No pude evitar reírme, y cuando Luke se apartó, me levanté rápidamente para abrazar a Jace, despeinando su cabello rizado con mis manos.
- ¿Cómo estás? - le pregunté con una sonrisa.
- Vōlō - respondió él, orgulloso, en alto valyrio.
"Muy bien."
- Syt vosma prūnyo - dije, sintiendo un ligero cosquilleo de orgullo.
"Se nota que has estado practicando."
Volví a centrarme en el presente, y cuando le pregunté en valyrio dónde estaba nuestra madre, justo en ese instante, la vi aparecer detrás de Jace. Corrí hacia ella y la envolví en un fuerte abrazo.
- ¡Te he echado de menos! - le dije, sintiendo que el peso de mis nervios se aligeraba con su calidez.
- Yo también, querida - respondió ella, acariciando mi cabello. Luego me miró a los ojos - ¿Estás nerviosa?
Antes de poder responder, Daemon apareció a mi lado, como un espectro en la bruma de mis pensamientos.
- Es evidente que está nerviosa - dijo con su tono habitual, con una sonrisa en los labios - Mira cómo entrena para despejarse.
