Un pájaro se golpeó contra el vidrio de la ventana, rompiéndola y asustando a Anali, quien brincó en la cama.
—¡¿Anali?! —Dio tres golpes en la puerta—. ¿Puedo entrar? ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
—¿Segura? ¿Qué fue eso?
El pájaro agonizaba en el piso, manchando el suelo y parte de las cortinas con su sangre.
Él abrió la puerta un poco.
—¿Todo bien?
—Sí, pasa. Fue... solo un pájaro.
—¿Un pájaro? —Abrió la puerta para poder entrar a verlo. El pequeño animal se quejaba del dolor—. Carajo. No sobrevivirá.
Sujetó al animal entre sus manos, levantándolo con delicadeza para verlo mejor. Sus ojos verdes armonizaban con las plumas cafés del inocente animal, quien se dejó sostener antes la terneza de su agarre. Entonces... le torció el cuello.
—¡Por Dios, Cristian! —se vio perturbada Anali, quien salió de la cama para verlo sostener el cadáver—. ¡¿Qué hiciste?!
—Fue por piedad, Anali. —La miró de reojo, agudizando la mirada—. Qué inhumano de tu parte contemplar su sufrimiento.
—No creo que fuese la manera.
—No hay un modo correcto de hacer las cosas, solo un modo compasivo de entender a otros.
Envolvió al animal con el trapo de cocina que sostenía en sus manos y se levantó del suelo. Ella no pudo moverse, así como tampoco conseguía despegar la mirada de las manos de Cristian.
—¿Tienes hambre? —Ella lo miró perturbada—. Ja, ja, ja. No el pájaro, tonta. Ya preparé el desayuno.
—¿Desayuno? —Miró por la ventana, el sol brillaba con intensidad—. ¡Mierda! ¿Qué hora es?
—Las nueve de la mañana.
Corrió hacia la mesa de noche, donde su teléfono cargaba.
—La luz aún no ha vuelto.
—MIERDA
—¿A qué hora es tu vuelo?
—¡A las nueve!
—Oh. Me hubieses dicho, yo me desperté a las siete.
—No puede ser, no —se puso las manos sobre la cabeza y se sentó en la cama—. Ya tendría que estar en casa. ¿Por qué me suceden estas cosas a mí?
—Ey, tranquila. —Dejó el trapo sobre la mesa de noche—. Respira, es solo un pequeño contratiempo.
—¡¿Pero qué haré ahora?! ¡No tengo dónde quedarme!
—Pues... si de verdad no tienes a dónde más ir, por mí no hay problema de que te quedes un día más.
Apoyó la mano en su hombro a modo de consuelo hacia ella.
—Ya, ¿y qué haré mientras tanto?
—Pues —miró alrededor— quedarte aquí y... lee un libro.
—Jamás me he visto como un ama de casa —se negó rotundamente.
Él no sabía qué más decir, solo balbuceó sonidos sin llegar a pretender formar palabras. Ella debió verlo por demasiado porque él no pudo evitar sonreír.
—Hoy tomaré algunas fotografías del festival desde el campanario, ¿te gustaría acompañarme? Algo me dice que la pasaremos bien.
Ella se sonrojó al darse cuenta de que su corazón saltó por la propuesta. Solo pudo afirmar con la cabeza, pues su voz se cohibió el notar esos ojos verdes fijos en sus humildes castaños. Quizá él cambió su voz a un tono más cándido, quizá la distrajo verlo vestido de negro o... quizá fue porque él sonreía con los ojos y para ella fue imposible resistirse.
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Entre el miedo y el deseo
Mystery / ThrillerAnali es una joven de veinte años que queda atrapada en el extranjero. Una chica le ofrece refugio para esa noche tormentosa, pero hay un inconveniente, en la solitaria casa se encuentra un joven de su misma edad. Anali tiene su vuelo al día siguien...