Capítulo 11

5 1 0
                                    

Lo había conseguido. Estaba tan dormido que moverlo no generó nada, así que ya podía bajar de la cama. Se vistió de nuevo y salió de la habitación.

Como no podía volver a romper el candado, optó por usar un cuchillo para desprender el pasador de la puerta de madera. Sujetó los clavos para que no cayeran al suelo y dejó todo sobre el mostrador de cocina. Abrió la puerta, por fortuna no rechinó. Bajó renuente los escalones, apoyándose de la baranda para evitar que la madera crujiera.

Entonces escuchó pasos, pero de ahí con ella en el sótano. Tomó la pala como arma. El sonido provenían del pasillo oculto tras la pared falsa. Escuchó a la joven llorar mientras suplicaba que la dejan ir, el joven con quien hablaba le pidió callarse o la matarían esa misma noche.

En cuanto el muchacho salió, Anali lo golpeó en la cara y luego en la cabeza, dejando al rubio inconsciente sobre le suelo. Revisó su chaqueta azul, en busca de las llaves de la reja, y luego corrió hacia el pasillo.

You came back! —se alegró la pelirroja, abrazando a su heroína en cuanto la reja se abrió.

Let's go

Pasaron al chico y subieron los escalones, la chica estaba tan débil que le costaba sostenerse. Arriba, el frío húmedo de afuera las sorprendió. Anali escondió a la chica tras el mostrador, luego de notar una sombra al frente. Con los truenos distinguió una sombra.

—¿Dónde estabas, Anali? —preguntó Cristian, empapado, en el marco de la puerta principal que se hallaba abierta—. Salí a buscarte, temiendo lo peor.

—Siempre haces cosas innecesarias.

Caminó hacia ella y ella hizo igual, para que no viera a la chica, deteniéndose a tres metros del otro.

—¿Qué había en el sótano, Anali? ¿Encontraste lo que buscabas?

Ella corrió hacia él con cuchillo en mano, él consiguió sujetarla para evitar que lo apuñalara. Forcejearon, hasta que consiguió doblarle la mano para que soltara el cuchillo. La abrazó por detrás y ella buscó golpearlo en la entrepierna sin éxito. Con su pie jaló la pierna de él y ambos cayeron al suelo. Pronto la sometió, quedando encima de ella para sostenerle las muñecas por sobre la cabeza.

—¡¿Por qué bajaste, Anali?!

Ella consiguió apoyar sus piernas en la cadera de él, empujándolo con toda su fuerza, debilitándole el agarre y pudiendo librar una mano para recuperar el cuchillo y apuñalarlo a un costado. Él la liberó de inmediato, inclinándose a un lado. Anali se levantó del suelo y tomó la mano de la chica.

Salieron de la cabaña, hacia el carro de Cristian. Anali sacó las llaves y abrió, subió a la chica en el asiento del copiloto y luego corrió hacia el otro lado para conducir. Metió la llave, pero la chica la detuvo.

No, wait

—¡¿Qué haces?!

We must return

—¡¿Por qué?!

He is not one of them.

What are you taking about?

My kidnappers are blonde.

—¿Qué?... Repeat that.

El vidrio del piloto reventó.

Con la misma roca con que había roto el vidrio, golpeó a Anali en el rostro, para luego meter la mano por la ventanilla y abrir la puerta para bajarla. El golpe la había dejado desorientada, por lo que no pudo poner resistencia cuando la arrastró por el suelo para estrangularla. Le vio los ojos al sujeto, eran tan verdes como las hojas que se habían enredado en su cabello.

Alguien derribó al rubio.

Anali al fin sintió el agua de lluvia caerle en el rostro, consiguiendo espabilarla. Giró su cuerpo hacia el chico, siendo testigo de cómo Cristian lo golpeaba en el rostro hasta que dejó de moverse. Una vez que le peligro fue aplacado, Cristian se dejó ir a un costado para volver a sostenerse la herida que ella le había generado en su costado.

Mist —maldijo al verla.

—Lo siento —se disculpó Anali—. Pensé que estabas con ellos.

—Nunca confiaste en mí, ¿cierto?

—Es tu culpa.

—¿MI CULPA? —Se levantó del suelo—. ¿Por estar a la defensiva?

—¡Fuiste muy tosco cuando nos conocimos!

—¡¿Y cómo esperabas que reaccionara?! De pronto, una desconocida se aparece frente a mi puerta, en medio de la noche, diciendo que se quedará a dormir en una casa en medio de la nada. ¡Una historia muy creíble, ¿no te parece?!

—¡No es justo, tú te veías más amenazante!

—Suficiente. Den Arsch in Bewegung setzen. —La sujetó del brazo para levantarla del suelo—. Al carro, ya.

—En mi defensa, parecía que me retenías.

—Tú tampoco te quedas atrás. —Le abrió la puerta del pasajero para que subiera—.¿A quién se ocurre coquetear en una situación tan espeluznante?

—¡Espera!

—¿Ahora qué? —se inclinó para verla.

—¿Dónde está la chica?

—¿Cuál chica? —preguntó molesto.

Una bala golpeó el auto.

Entre el miedo y el deseoWhere stories live. Discover now