Capítulo VI: La traición del espejo.

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04/03/2005.

Jeongyeon observaba a Jihyo con una sonrisa de alivio. Habían pasado meses desde que Jihyo había comenzado su viaje de recuperación. Era un camino que apenas comenzaban a recorrer, pero el proceso que llevaban era el correcto, según palabras de la doctora Oh Haewon, una nutricionista que se había involucrado en el caso de Jihyo. Al enterarse de la situación, no dudó en confrontar a Jeongyeon, insistiendo en que debían enfrentar esto solas. Sin embargo, Jihyo había logrado avanzar de manera significativa.

Había recuperado algo de peso, su rostro ya no era tan delgado, sus ojos ya no tenían ese brillo vacío. La sonrisa de Jihyo era más genuina, sus risas más espontáneas. Jeongyeon se sentía llena de esperanza, pero a medida que avanzaban, también comenzaba a sentir un nudo en el estómago.

"Zyo, te ves hermosa", decía Jeongyeon cada vez que tenía oportunidad. "Has hecho un gran progreso."

Jihyo se ruborizaba siempre, con una sonrisa tímida. "Gracias, Jeongie", respondía con felicidad.

"Estoy tan orgullosa de ti", decía Jeongyeon, pero en su voz había un matiz de posesión. "Pero, cariño, asegúrate de no dejarte llevar. No queremos que todo este esfuerzo se vaya a la basura, ¿verdad?"

La sonrisa de Jihyo se desvanecía un poco, y Jeongyeon notaba el cambio, pero se decía a sí misma que era parte del proceso. La había visto tan feliz y libre, y eso le aterraba. Su amor se tornaba posesivo, incluso cuando pensaba que estaba ayudando.

Sin embargo, la felicidad de Jeongyeon fue efímera. Se había dado cuenta de que su novia se escondía en el baño con frecuencia. Siempre encontraba la puerta cerrada, con el sonido del agua corriendo.

"¿Qué estás haciendo?", le preguntó una tarde, con la voz preocupada. Jihyo se sobresaltó, con los ojos llenos de culpa.

"Nada", escuchó, la voz de su novia siendo opacada por la separación de la puerta. "Solo me estoy lavando las manos." Jeongyeon no se convenció. Sabía que Jihyo le estaba mintiendo.

"Hyo, necesito que seas honesta conmigo", dijo, con la voz firme. "Hemos avanzado mucho, amor. Habla conmigo."

Jihyo se quedó en silencio, con la mirada baja. "No es nada, Jeong", dijo, con la voz quebrada. Salió del baño con los ojos lagrimantes.

Jeongyeon se acercó a ella, con cuidado de no asustarla. "¿Segura de que todo está bien?", dijo, con la voz llena de amor. Pero en el fondo, un deseo oscuro crecía dentro de ella.

Jihyo se encogió de hombros, con una sonrisa triste. "Segura, cariño."

Jeongyeon sintió un nudo en el estómago. Sabía que algo estaba pasando. Esa noche, Jeongyeon decidió seguir a Jihyo. La vio entrar al baño y cerró la puerta con cuidado.

Jeongyeon se acercó a la puerta y escuchó con atención. Podía oír el sonido del agua corriendo, pero también podía oír otros sonidos, sonidos que la llenaron de horror.

Eran los sonidos de Jihyo vomitando. Un placer recorrió su cuerpo al escuchar su garganta contraerse, obligándose a expulsar todo lo cenado.

Jeongyeon abrió la puerta de golpe, con la furia y la tristeza corriendo por sus venas. Pero una felicidad escondida bajo aquellas emociones.

"¿Por qué?", preguntó, con la voz quebrada. "¿Por qué te haces esto?"

Jihyo se levantó de golpe, con los ojos llenos de culpa. "No quería que lo vieras", se tapaba el rostro con vergüenza.

Jeongyeon seguía en el piso. Todo su esfuerzo deshecho en un inodoro, sintiendo impotencia, rabia, culpa. ¿Acaso no fue suficiente?

Se levantó aún llorando y se sentó en la cama con las rodillas en su pecho. Sintió un nuevo peso a su lado, y vio a su novia pelliscando sus dedos nerviosa.

"¿Qué pasó? Realmente estabas ganando seguridad." Levantó el rostro y escuchó a su novia sollozar fuertemente.

"La camarógrafa no me dejó modelar, dijo que era tan gorda que ocupaba todo el espacio de la cámara". Y estalló en un profundo llanto, tan desgarrador y prolongado. Las lágrimas le corrían por las mejillas, calientes y saladas, como si el dolor se filtrara por los ojos.

Sintiendo la tristeza que la atravesaba como un cuchillo y la ira quemando en sus venas, se levantó furiosa y salió de la casa con los gritos de su novia de fondo.

Jeongyeon caminaba por las calles, la lluvia fría azotando su rostro como un puñetazo. Las palabras de Jihyo resonaban en su cabeza: "La camarógrafa no me dejó modelar, dijo que era tan gorda que ocupaba todo el espacio de la cámara". La furia la consumía, cada gota de lluvia se convertía en un martillo que golpeaba su corazón.

Llegó a la universidad en la que Jihyo estudiaba, la imagen de la camarógrafa, la mujer que se atrevió a ofender a su novia, se agigantó en su mente. Su mente ardía por venganza. Golpeó las rejas con rabia, deseando que alguien le permitiera entrar, entrar para confrontar a la culpable. Era casi media noche, un domingo, y el clima no podía estar peor, pero nada podía apagar la furia que la consumía. Golpeó las rejas con más violencia, lanzó piedras a las ventanas, sin importar que las alarmas sonaran, sin importar que la seguridad se acercara. En cuanto sintió las luces de las patrullas en su espalda y las sirenas a la lejanía, corrió desesperada, perdiéndose en un callejón oscuro, dejando tras de sí la universidad, su rabia incontenible, y una promesa de venganza.

Regresó a casa empapada, con la intención de hablar con Jihyo, de ayudarla, de luchar por ella. Pero al entrar a la habitación la encontró en su cama, con la mirada perdida en el vacío, concentrada y temblando levemente. Jihyo tenía una página web abierta en la computadora, una página web que Jeongyeon había bloqueado hace meses. Era una página web de Ana, una página llena de mensajes oscuros, de consejos peligrosos, de retos mortales.

Cerró el computador y se lo llevó consigo a un lado extremo de la casa. "¡Qué haces!" Corría detrás de Jeongyeon intentando arrebatar el dispositivo.

"¡Salvandote!" Y luego de guardarlo en una estantería demasiado alta para la altura de Jihyo, y bajo llave, se volteó a verla. "Esto está decomisado. Dame tu teléfono."

"Estás siendo exagerada, solo déjame bajar un poco más y ya", rogaba Park, acercando una silla al estante.

"¡No, y ahora te preparo algo y te lo vas a comer!" demandó Jeongyeon, sacando a su novia y llevándola al comedor.

"No tengo hambre, ya he comido".

"¿A cuál comida te refieres? La que vomitaste hace un momento."

Jihyo reconoció el tono enfadado de su novia. Hace mucho no lo escuchaba, la última vez fue cuando ganó un noventa y nueve en vez de un sólido cien. Así que, sin remedio alguno, entregó su celular y fue a la sala. Minutos después, se obligó a comer de la preparación de su novia.

Sin ser suficiente, tuvo que "soportar" los cálidos y fuertes brazos de Jeongyeon aprisionando su cuerpo y ver su rostro adormilado en la puerta del baño cuando se dirigía a hacer alguna necesidad.

Esa noche, Jihyo entendió algo: No estaba sola. Pero también se dio cuenta de que la sombra de Jeongyeon era más grande de lo que imaginaba. ¿Estaba realmente allí para ayudarla o solo para mantenerla bajo control?

Oh, Ana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora