Capítulo XX: Una noche perfecta.

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28/08/2005.

El cuarto estaba bañado en la suave luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas entreabiertas. Jihyo descansaba tranquilamente en la cama, su respiración acompasada como el latido de una melodía dulce. Jeongyeon la miraba desde su lado, los brazos cruzados sobre su pecho, y el aire en la habitación parecía inmóvil, como si el tiempo hubiera hecho una pausa solo para ellas.

En momentos como estos, todo parecía estar bien. Todo parecía... normal. La paz que irradiaba Jihyo en su sueño hacía que Jeongyeon olvidara, por un instante, las sombras que se cernían sobre su relación. Se inclinó suavemente, sin querer despertarla, y acarició un mechón de cabello oscuro que se había deslizado sobre la frente de Jihyo.

"Perdóname... "murmuró en un susurro que apenas rozaba el aire, como si sus palabras fueran hojas arrastradas por el viento.

No fue un perdón directo, pero en ese gesto y en esas palabras escondidas, Jeongyeon trataba de redimirse. Sabía que había hecho daño, sabía que había momentos en los que su control la superaba, pero ahora, al ver a Jihyo así, tranquila y ajena a todo, quería aferrarse a esa pureza. Como si al pronunciar esas palabras, pudiera borrar todo lo demás.

En el silencio de la noche, Jeongyeon decidió no decir más. Las palabras no cambiarían el pasado, pero su presencia, ahí junto a Jihyo, podría ser suficiente por ahora.

Jihyo, como si pudiera sentir el peso de esa mirada, abrió lentamente los ojos. Se encontró con los de Jeongyeon, llenos de algo que parecía tristeza, o quizá arrepentimiento.

"¿Por qué me miras así?" preguntó Jihyo con voz adormilada, entrelazando sus dedos con los de Jeongyeon.

Jeongyeon sonrió, una sonrisa suave y cargada de emociones que no podía nombrar.

"Es solo que... te amo tanto" dijo, y esta vez no había manipulación ni engaño en sus palabras.

"Yo también te amo" respondió Jihyo, acercándose para abrazarla.

El cuerpo cálido de Jihyo se acurrucó contra el suyo, y por un instante, Jeongyeon se permitió creer que todo estaba bien. Que podían tener un final feliz. Que, quizá, esa noche sería el punto de inflexión donde todo el daño quedaría atrás.

Las manos de Jeongyeon recorrieron la espalda de Jihyo, suaves, tiernas, como si quisiera memorizar cada curva, cada pequeño detalle. Sentía el ritmo de su respiración, lento y acompasado, y eso la calmaba de una manera que nada más podía hacer.

"Eres todo para mí" susurró Jihyo, su rostro hundido en el cuello de Jeongyeon.

El corazón de Jeongyeon dio un vuelco. Esa era la verdad, ¿no? Jihyo era todo para ella. Y, sin embargo, no podía evitar la oscura nube que siempre se cernía sobre sus pensamientos. Una nube que le recordaba que el control que ejercía sobre Jihyo no era amor puro, sino una posesión enfermiza.

Pero esa noche no importaba. Esa noche eran solo dos mujeres, compartiendo una cama, un espacio, un momento de amor que, aunque fugaz, era perfecto.

Jeongyeon cerró los ojos, apretando suavemente a Jihyo contra su pecho. Se prometió que, al menos por esta noche, no dejaría que la oscuridad interfiriera. No habría manipulación ni mentiras, solo ellas dos, envueltas en el abrazo de la noche.

Tal vez mañana, la verdad regresaría, y con ella, las sombras. Pero por ahora, el amor que compartían era suficiente para mantenerlas a flote, aunque fuera solo por un momento.

"Jeongie..." Jihyo murmuró, rompiendo el silencio.

"¿Sí, amor?" Jeongyeon respondió, acariciando suavemente su cabello, aunque un nudo en su estómago le advertía que algo terrible estaba por venir.

"Estoy... tan cansada." La voz de Jihyo era apenas un susurro, pero cargaba el peso de su desesperación.

Oh, Ana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora