Capítulo XIV: El Peso del Control.

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20/04/2005.

La luz de las velas iluminaba la mesa del comedor, creando una atmósfera cálida y acogedora. La familia de Jihyo se había reunido para una cena especial, con platos cuidadosamente preparados y conversaciones alegres llenando el aire. Jihyo, sentada al lado de Jeongyeon, intentaba concentrarse en el ruido de fondo, pero no podía ignorar la presión invisible que pesaba sobre ella.

El plato frente a ella estaba lleno de comida que, semanas atrás, habría disfrutado sin pensar. Sin embargo, ahora cada bocado parecía una batalla interna. Jeongyeon, con una sonrisa tranquila, observaba de reojo cada movimiento de Jihyo, sin decir nada directamente, pero su presencia era palpable, como una sombra que no la dejaba en paz.

"¿No te gusta la comida, Jihyo?" preguntó su madre desde el otro lado de la mesa, notando cómo apenas tocaba su plato.

Jihyo forzó una sonrisa. "No, está deliciosa… solo que no tengo mucha hambre."

Jeongyeon intervino rápidamente, con su voz suave y persuasiva. "Ella está siguiendo un plan de alimentación, ya sabes, tratando de sentirse mejor consigo misma. Está siendo muy disciplinada."

Su madre sonrió, aunque con un atisbo de duda en los ojos. "Bueno, está bien… solo asegúrate de cuidarte, ¿sí?"

Mientras las conversaciones retomaban su curso, Jeongyeon inclinó su cabeza hacia Jihyo, susurrándole al oído de manera que nadie más pudiera escuchar. "Puedes comer un poco, Zyo. Nadie lo notará. Pero recuerda lo que hablamos. Puedes deshacerte de eso después. Solo esta noche, ¿sí?"

Jihyo sintió un nudo en el estómago. Sabía exactamente lo que Jeongyeon insinuaba, y aunque una parte de ella odiaba la idea, otra se sentía aliviada por tener una salida. Inclinó la cabeza en un pequeño gesto de asentimiento y comenzó a comer lentamente, como si cada bocado pesara más que el anterior.

Jeongyeon, por otro lado, parecía disfrutar cada bocado de su propia comida sin la menor preocupación. Se daba el lujo de disfrutar del postre, una tarta de chocolate que había traído la tía de Jihyo. Cada vez que la cuchara de Jeongyeon tocaba el postre, Jihyo no podía evitar observarla, deseando poder probarlo, pero sabiendo que no se le permitía.

Mientras el tiempo pasaba, el rostro de Jihyo comenzaba a palidecer. Cada bocado que comía, aunque pequeño, se sentía como un castigo. Pero lo que más la atormentaba no era la comida en sí, sino la idea de lo que vendría después: tener que vomitarlo todo para no decepcionar a Jeongyeon.

 Pero lo que más la atormentaba no era la comida en sí, sino la idea de lo que vendría después: tener que vomitarlo todo para no decepcionar a Jeongyeon

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Después de la cena, mientras todos se dispersaban por la casa, Jeongyeon tomó la mano de Jihyo y la llevó al baño en silencio. Una vez dentro, cerró la puerta con cuidado y se inclinó hacia ella, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y control.

"Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?" murmuró Jeongyeon, acariciando el rostro de Jihyo con delicadeza. "Lo haces por tu bien, para mantenerte en el camino."

Jihyo tragó saliva, sintiendo el peso de las expectativas sobre sus hombros. Asintió lentamente, y con manos temblorosas, se arrodilló frente al inodoro. Jeongyeon se quedó de pie detrás de ella, observando en silencio, como si todo estuviera perfectamente calculado.

"Estoy aquí para ayudarte, Zyo," dijo Jeongyeon suavemente. "No tienes que hacerlo sola."

Después de varios minutos de silencio incómodo, Jeongyeon finalmente se inclinó hacia Jihyo y la ayudó a levantarse. "Lo hiciste bien," dijo con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. 'Sabes que te amo, ¿verdad?"

Jihyo asintió, sintiendo cómo el vacío se hacía más grande dentro de ella. "Sí, Jeongyeon… lo sé."

"Entonces confía en mí," respondió Jeongyeon, su tono firme pero afectuoso. "Todo esto es por ti, para que seas la mejor versión de ti misma. Lo estás haciendo genial."

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