Capítulo XVIII: Te quiero.

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30/07/2005.

Las marcas de los besos húmedos, alguna vez vívidas en el cuello pálido de la japonesa, se habían desvanecido desde su última visita. Durante dos meses, al menos una vez a la semana, la mujer Yoo visitaba la cafetería. Pero no iba solo por el café. Iba por la dueña del lugar.

"Has llegado más temprano hoy, Jeongie," comentó la voz suave de Momo desde la cocina, sin volverse a mirarla. Era su costumbre. La coreana entraba directamente a la parte trasera, donde sus encuentros secretos tomaban lugar, lejos de miradas indiscretas.

Jeongyeon se deslizó silenciosamente detrás de ella, sus brazos envolviendo con familiaridad la cintura delgada de Momo, acercándola a su cuerpo. "Te he dicho que no me llames así, bonita," murmuró en su oído antes de plantar un beso en su mejilla, provocando un leve escalofrío en la japonesa.

"Es estúpido," continuó Hirai, su tono más serio. "Hago y digo cosas que podrían afectarla mucho más que un simple apodo."

"Probablemente," contestó Jeongyeon, con una leve sonrisa juguetona. "Pero es mi única regla. Cumplela, o tendremos que terminar esto."

Momo se detuvo, su ceño fruncido un momento, pero luego su rostro suavizó con una sonrisa resignada. "Hey, está bien. No hay que ser tan extremistas," respondió antes de besarla rápidamente en los labios. Sus brazos se deslizaron suavemente por el cuello de la coreana, entrelazando sus dedos detrás.

Yoo rió suavemente contra sus labios. "Así me gusta. ¿Tienes algo que hacer hoy? Podría ir a tu apartamento. Jihyo estará fuera, visitando a sus padres."

"Oh, me agrada esa idea," replicó Momo, dejando caer un beso lento y profundo sobre sus labios. "Hace mucho que no me visitas ¿no crees?"

Una mano de Jeongyeon comenzó a deslizarse audazmente por el cuerpo de Momo, desatando el nudo del delantal rosa con facilidad, mientras sus labios se deslizaban con maestría por su mandíbula afilada, saboreando cada rincón.

"Jeongyeon... aquí no," susurró, intentando separarse con suavidad, aunque su voz temblaba por el deseo. "Hay personas en el café. Mi hermana menor está cubriéndome por unos minutos."

Jeongyeon arqueó una ceja, su mirada fija y calculadora. "Será rápido," murmuró con la insistencia de alguien que está acostumbrada a obtener lo que quiere.

"No," insistió Momo, colocando una mano sobre el pecho de Jeongyeon, creando una leve distancia entre ellas. Yoo se detuvo, sorprendida. "Quiero decir que... en mi apartamento sería mejor," corrigió, suavizando el rechazo con una sonrisa traviesa antes de robarle otro beso rápido. "Prometo recompensarte más tarde."

Jeongyeon permaneció quieta por un momento, sus ojos oscuros reflejando una leve sombra de frustración, pero Momo le acarició el rostro, acomodando el delantal rosa con rapidez. "Confía en mí. Será mucho mejor así."

Con una última mirada seductora, Momo se alejó, dejando a una Jeongyeon visiblemente irritada, mordiéndose el labio mientras observaba su figura desaparecer por la puerta.

Pero en el fondo, sabía que la japonesa debía cumplir su promesa.

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Oh, Ana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora