Hyunjin.
Ahora que tiene permiso para entrar, Hyunjin duda. Se esfuerza por recordar las órdenes que se supone que deben detenerle, su horror es demasiado visceral. Incluso cuando Felix se aparta de la despiadada visión del espejo, Hyunjin sigue viendo las rayas que marcan su delgada espalda.
Pero Hyunjin no puede dar rienda suelta a su horror ahora. Felix está tan tenso y frágil que no puede soportar su propio peso.
Hyunjin cruza el umbral y vuelve a dudar, con la mano en la puerta.
— ¿Debería dejarla abierta?
¿Felix quiere intimidad o una vía de escape?
La pregunta endereza los hombros afilados de Felix. —Ciérrala. —Las palabras desatan las órdenes rituales—. No le cuentes a nadie sobre esto. No toques tu collar. No toques tu pendiente. No escapes. No me hagas daño a mí, a mi gente o a mi propiedad.
Felix no sabe que sus palabras ya no son cadenas. El collar está roto. El pendiente es falso. Están solos y nada podría impedir que Hyunjin le hiciera daño.
Hyunjin cierra la puerta. Cuando se acerca, Felix retrocede dando vueltas, siempre de cara a Hyunjin.
—Voy a retirar la silla —dice Hyunjin antes de hacerlo.
La silla acolchada no es pesada, pero sus patas de garra se arrastran contra la alfombra. Él la mueve fuera de la vista del espejo, pero aún cerca del tocador. Lentamente, sin brusquedad, Hyunjin se inclina hacia el frasco caído.
El Draskoran de Hyunjin es limitado, pero conoce la palabra hallabark.
— ¿Tienes algo más fuerte?
—No.
Mejor que nada. Hyunjin deja el frasco junto a un cepillo para el cabello con un gato grabado en su reverso plateado. El gato está acurrucado, durmiendo, mientras Felix revolotea en su propia piel, a punto de huir.
Hyunjin quiere estrangular al mocoso perverso que le utilizó como taburete. No al joven herido y receloso que tiene ahora delante. Pero incluso el insensato afán de Hyunjin por arreglar las cosas puede hacer más mal que bien.
Y esto no funcionará si Felix se resiste a cada paso.
—Si de verdad no me quieres aquí, me iré —dice Hyunjin—. Ni siquiera hace falta que sea una orden.
Felix cruza los brazos alrededor de su camisa, exponiendo más de sí mismo en la postura defensiva. —Quiero que vuelvas al salón.
Hyunjin exhala, asiente y se da la vuelta. Es considerado por parte del mocoso no ordenárselo, pero Hyunjin lamenta la oferta. Duda que vaya a dormir esta noche, sabiendo...
—No —dice Felix antes de que Hyunjin de dos pasos. Él baja la mirada—. Quiero que te quedes.
La admisión parece más dolorosa que sus heridas. Hyunjin quiere preguntar si ha cambiado de opinión o si ha sido una prueba. Probablemente una prueba, dado lo que ha aprendido de Felix estas últimas semanas. Felix es precavido, está a la defensiva. No confía en nadie.
En lugar de preguntar, Hyunjin da su propia orden. —Siéntate, entonces. De cara a la pared.
La camisa se desliza de los dedos de Felix como una sombra de seda. Él se reclina hacia atrás en la silla con movimientos rápidos y valientes. Sus antebrazos se pliegan sobre el respaldo acolchado. Un pasador le sujeta el cabello, dejándolo expuesto desde la nuca hasta la cintura.
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Príncipe de la Agonía - Serie Tribunales Peligrosos #VI - Hyunlix.
FanfictionEl precio del poder de Felix es el dolor. El príncipe Felix Miroh no es amable. Ser amable permite que la gente se acerque. Si se acercan, se arriesga a revelar su mayor secreto: el poder que lo condena a toda una vida de abusos. Hasta que la oportu...