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Los rayos de luz inundaron la casa, indicando que ya había amanecido. 10 adolescentes ocupaban la casa. Algunos dormían en camas, otros en el sofá, y un rubio eléctrico estaba tirado en el suelo. La resaca iba a ser tremenda.

El primero en despertar fue Iida. Estaba acostumbrado a madrugar, y la noche anterior no había bebido mucho así que se mantenía cuerdo. Abrió todas las ventanas con el objetivo de ventilar, ya que la casa olía a guardado. Luego controló un poco dónde estaba cada uno de sus amigos para asegurarse que no necesitaban una manta o almohada. Él siempre se preocupaba por todos, y aunque ponía la excusa de que lo hacía por ser "buen delegado", todos sabían que se preocupaban por ellos. Más tarde se levantó Kirishima junto con Sero, y ellos tres dejaron la casa decente.

- ¿Alguno sabe dónde dejé mi cargador? — preguntó Sero bostezando.

- Oh, está en mi cuarto. Vé por él.

Sero se puso en pie a regañadientes. Estaba muy cansado, pero su móvil había muerto y sus padres se molestaban cuando no respondía a los mensajes.

Caminó escaleras arriba para llegar al cuarto del teñido. La puerta se encontraba entrecerrada. La abrió y al entrar se topó con Mina y Asui enrolladas bajo la manta.

"¿Acaso esas dos ...?"

Sin hacer ruido, agarró el cargaror rápidamente y les cerró la puerta para que siguieran durmiendo. O lo que estuvieran haciendo.

Más tarde, ya eran las 11 de la mañana. Casi todos seguían durmiendo, y con razón, teniendo en cuenta la intensidad de la noche anterior. Iida se había marchado tras desayunar, dijo algo de que tenía cosas que hacer.

Aunque lo cierto era que su padre era algo estricto. Iida solía decir que su padre solamente quería que siguiera los pasos de su hermano, y que si le ponía restricciones era porque no quería que se desviara de su objetivo, pero en el fondo le gustaría no tener que cumplir las expectativas de nadie.

Kirishima y Sero después de picar algo se pusieron a jugar a la play mientras hablaban. Ellos realmente eran cercanos. Cerca de la 1 del mediodía ya se habían levantado todos menos katsuki e izuku, que por cierto, nadie sabía dónde se hallaban, aunque tampoco se habían preocupado por buscarlos.

Por otro lado, el hambre llegó. Papas fritas y nuggets recalentados no iban a quitarles el hambre, así que se pusieron de acuerdo para cocinar algo juntos. Hicieron un recuento de los utensilios presentes en la cocina y juntaron todos los ingredientes base que pudieron encontrar, los cuales no eran demasiados. Habían muchos tipos de snacks, algunos yatekomo, y poco más.

Entre todos juntaron algo de dinero para poder comprar vegetales, arroz... etc.  La idea era preparar arroz con curry, pollo con papas al horno y de postre ensalada de frutas. Algunos bajaron a comprar mientras el resto organizaba la cocina.

- ¿A alguien sabe cocinar?

- A mí. — Una voz imponente acababa de entrar a la cocina. Katsuki se había levantado.

- ¡Hey Bakubro! — saludó Kirishima.

- No grites. Me duele la cabeza. — dijo frunciendo el ceño en señal de dolor. La resaca.

- Estás bastante mal. Déjalo cocinaremos nosotros. — le aconsejó Kirishima. No es como se él supiera cocinar, pero no quería que su amigo se viera obligado a hacerlo aún sintiéndose mal.

- Tsk, ¿Y arriesgarme a que queméis la cocina? No gracias. Dame un maldito paracetamol y ya.

- Están en la mesita de mi cuarto.

Katsuki no respondió, se pasó la mano por la cara y resopló. Y justo antes de salir de la cocina, Kirishima añadió.

- Por cierto. ¿Dónde está Midoriya? Digo p-para que nos ayude.

él es mi... ¿mi qué? [bkdk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora