Un fuerte grito resonaba a través de las paredes de una de las salas médicas de la familia Dina Secht.
Fuera de la sala, un grupo de personas esperaba con expectación, aunque había una persona que no dejaba de caminar de un lado a otro, llena de ansiedad.
—Deja de caminar así o terminarás sin zapatos... —gruñó Loki, molesta al ver la inquietud de Bell, aunque en su interior compartía su preocupación.
—Bell-kun, por favor, detente... —intervino Hestia, su voz cargada de cansancio, mientras se sostenía la cabeza, mareada de tanto verlo recorrer el pasillo—. Sé que estás preocupado, pero te aseguro que todo saldrá bien...
—¡Usted no vio el rostro de Naaza cuando me sacó de la sala! ¡Algo malo sucedió! —exclamó Bell, su voz acelerada y tensa, mientras comenzaba a caminar de nuevo, ahora con pasos más rápidos.
—Debes calmarte... La princesa de la espada es fuerte, y su bebé también, te aseguro que todo saldrá bien... —dijo Freya con un tono sereno, sus ojos fijos en el peliblanco, aunque sus palabras atrajeron todas las miradas de los demás.
—¿Qué...? —preguntó Loki, sorprendida por la intervención de Freya, quien le dio una sonrisa.
—Creo que olvidó que hace un par de horas ella estaba en lecho de muerte cuando Ais comenzó con las contracciones... —murmuró Finn en un tono bajo, recibiendo asentimientos de Welf, Gareth, Tione y Riveria.
Antes de que Bell pudiera responder, un llanto interrumpió el tenso ambiente, atrayendo la atención de todos hacia la puerta de la sala, donde Naaza apareció, visiblemente cansada y miró directamente a Bell.
—Es una niña... —dijo, esbozando una sonrisa mientras hacía señas al peliblanco para que entrara.
Bell le lanzó una mirada agradecida y se precipitó hacia la sala, sin embargo, al pasar junto a Naaza no notó la tristeza reflejada en sus ojos, algo que sí fue percibido por todos los presentes.
—Ais... —dijo con calma y felicidad, al ver que la pelidorada estaba bien y que sostenía un pequeño bulto en sus brazos.
—Bell... estás aquí... —respondió Ais, su voz suave y llena de ligera alegría, que se desvaneció rápidamente al sentir el movimiento del bebé en sus brazos—. Ten... es tu hija... —añadió, levantando con cuidado a la pequeña hacía Bell.
Él, ajeno a la expresión de Ais y a cómo se había referido a la bebé, la tomó rápidamente, sus lágrimas brotando al ver a la pequeña arrugar la frente por el movimiento.
—Hola, pequeña... —dijo con inmensa felicidad, dejando caer algunas lágrimas, el sonido de su voz hizo que la bebé se moviera, intentando abrir los ojos, lo que llenó de ternura a Bell—. ¿Ais... está todo bien...? —preguntó, notando el silencio tenso que envolvía a su pareja, normalmente, ella era un poco más expresiva.
—No es nada... —respondió Ais en un tono neutro, aunque su ceño ligeramente fruncido hizo que Bell sintiera un mal presentimiento.
—Por ahora descansa, yo cuidaré de nuestra pequeña... —le dijo con ternura, observando cómo la bebé volvía a arrugar la frente ante el ruido.
Sin embargo, algo que Bell no notó fue cómo el ceño de Ais se fruncía con más intensidad, mirándolo de reojo a él y a la pequeña.
Después de poco más de tres horas, donde Ais logró descansar y recuperarse, los demás entraron en la sala, con Hestia, Freya, Riveria y Tione (con Loki observando discretamente) mirando con ternura a la pequeña que dormía plácidamente en los brazos de Bell, quien tenía una gran sonrisa.

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Tiempo
Science FictionLas tres grandes bestias que nacieron de la mazmorra antes de la llegada de los dioses solo eran prototipos creados para probar a los habitantes de la superficie. Años después y gracias a la expedición a los pisos profundos de la familia Freya, las...