La noche caía en las áridas tierras que rodeaban el reino de Rakia, a años del inicio de la masacre, ningún rastro de vida se encontraba a kilómetros a la redonda de las ciudades o de los grandes reinos, solo pequeñas células de refugiados que poco a poco comienzan a desvanecerse.
Entre toda la oscuridad, tres figuras corrían en dirección del norte, esperando alcanzar a su grupo o encontrar algún escondite, a sus espaldas, un grupo de espinas les seguía el rastro.
Bete: No puedo creer que tenga que hacer de niñera... (Hablo claramente irritado, mientras corría a la cabeza del pequeño grupo)
Lefiya: No es mi culpa que el estúpido conejo se allá perdido... (Hablo con enojo, recibiendo una mirada acusatoria de ambos hombres, ya que fue ella la culpable de su situación actual)
Ante esto Bell solo guardo silencio, lamentándose por no llevar sus espadas consigo en ese momento, solo teniendo su daga atada a su cinturón.
Después de esto los tres mantuvieron silencio, esperando encontrarse rápidamente con su grupo o si tenían suerte, perder a las espinas que ya comenzaban a pisarle los talones.
Gracias a los entrenados ojos de Bell, logro distinguir a lo lejos las ruinas de la ciudad de Rakia, causando que se detuviera de golpe, ya que en ese lugar se encontraba un gran nido de espinas.
Pero antes que alguno de ellos lograra reaccionar, un gran grupo de espinas los embosco, causando que Bete chasqueara la lengua con irritación.
Bete: Lo que faltaba... (Hablo mientras fruncía el ceño, preparándose para una inminente lucha o escapar en caso de que las cosas empeoraran)
Bell, notando que rápidamente se quedaban sin rutas de escape, recordó uno de los muchos mapas que Finn y Riveria le obligaron a memorizar, encontrando lo que posiblemente sería una ruta de escape o una muerte segura si no tenían cuidado.
Bell: Unos kilómetros al sur están los acantilados, podríamos huir si logramos llegar hasta ahí... (Hablo en un tono nervioso, mientras miraba de reojo a Bete, quien solo soltó un gruñido)
Bete: Entonces que esperas... (Hablo mientras tomaba del cuello de su ropa a Lefiya y comenzaba a correr hacia al sur, siendo seguido rápidamente por Bell y el gran grupo de espinas)
Gracias a que ambos eran velocistas por naturaleza, los kilómetros que los separaban de su destino se acortaron rápidamente, aunque seguían con las espinas pisándole los talones.
En un rápido movimiento, Bete lanzó a Lefiya hacia Bell, quien torpemente la atrapo, para seguidamente ver como el peliplata golpeaba fuertemente una espina, aturdiéndola.
Bete: ¡Tch! Malditas alimañas molestas... (Gruño, mientras retomaba su carrera, aunque se notaba la preocupación en sus ojos, la cual aumento al ver como el peliblanco recibía un aguijón de espina en su hombro)
Solo un par de metros los separaban de lo que podría salvarlos o matarlos en el mejor de los casos, pero viendo el número de espinas a sus espaldas, causo que el peliplata tomara una decisión para lograr salvar a sus compañeros.
Sin notar la mirada de tristeza que se reflejaba en el rostro del peliplata, Bell y Lefiya preparaban un plan para retrasar el avance de las espinas y darles tiempo para escapar, aunque la elfa no estaba para nada feliz al ser cargada por Bell, quien intentaba ignorar que tenía una hermosa elfa en sus brazos.
Gracias a la velocidad de ambos, lograron ganar una ventana de un minuto antes de ser alcanzados por las espinas, por lo que, al llegar al borde del gran acantilado, se detuvieron, intentando recuperar el aliento.
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Tiempo
Fiksi IlmiahLas tres grandes bestias que nacieron de la mazmorra antes de la llegada de los dioses solo eran prototipos creados para probar a los habitantes de la superficie. Años después y gracias a la expedición a los pisos profundos de la familia Freya, las...