Capítulo 8

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Narra Aquamarina

La naturaleza es preciosa y lo más bonito y puro que hay.
Pero como todas las cosas buenas, siempre tienen su lado malo.

Cuando a la naturaleza le da por hacer de las suyas empezamos a estar en peligro.

Vivir aquí es un paraíso. Te levantas cada mañana con el sol saliendo y con el agua del mar cristalina. Te asomas y justo en frente, a lo lejos, tienes vista hacia los acantilados y hacia las palmeras junto a los árboles que inician el pequeño bosque donde nos encontramos ahora.

Y si te asomas a uno de los ventanales del salón verás el océano infinito

De vez en cuando ves a los delfines saltando y nadando, junto a rayas y a miles de peces distintos. Corales, algas y muchas más plantas acuáticas de colores que hacen que el mar parezca maravilloso y colorido.

Desde mi habitación, cuando te vas a dormir, se puede escuchar a las gaviotas cantar, a los delfines haciendo sus típicos sonidos y chasquidos, algunos de los cantos de las ballenas y miles de aves distintas que suelen pasar por aquí de emigración.

Parece que todo son ventajas viviendo en una torre en medio del océano.

Hasta que la naturaleza necesita desahogarse.

La espuma de mar nos salpica a mi y a Ariel y eso que estamos bastante lejos de la orilla.

El cielo está tapado por un color gris que hace que todo el ambiente permanezca oscuro y tenebroso. Algún que otro rayo nos deslumbra de vez en cuando y como si fuera poco comienzan a llover.

Miro de reojo a Ariel quien abraza a su nuevo pajarito sin poder evitar tener el rostro atemorizado y preocupado. A ella le dan mucho miedo las tormentas.

Me agacho para llegar a su altura y una vez cerca de ella le comienzo a hablar.

—¿Recuerdas todo lo que te enseñé que hay que hacer en cada de temporal y tempestad?

Ella asiente apretando los labios, como si quisiera aguantar las ganas de llorar.

—¿Que es lo primero que tenemos que hacer? —le insisto haciendo que toda su atención recaiga sobre mi.

—Encerrarnos en el baño y en caso de inestabilidad de la torre ir hacia tierra firme —contesta cerrando los ojos como si quisiera concentrarse en los puntos que aprendió.

—Bien, pues el paso número uno nos lo podemos saltar porque mira, ya estamos en tierra firme, por lo que ya hemos adelantado algo. ¿Y ahora que sigue? —le pregunto agarrándole la mano.

—Buscar un llano desierto, sin nada que nos pueda caer en la cabeza —contesta intentando calmarse.

—Muy bien Ariel —la felicito con la máxima tranquilidad posible. Estoy de los nervios pero no quiero que me lo note.

—Aquí mismo —dice señalando un pequeño sitio lleno de tierra mojada.

Miro hacia arriba como buenamente puedo ya que lloviendo es didicil y veo que no hay nada encima nuestra, solo se ve el cielo gris con los truenos.

Varios árboles y palmeras nos rodean pero no están tan cerca como para taparnos. Mi abuelo siempre dice que cuando hace un viento fuerte nunca hay que ponerse debajo de ramas o rocas ya que puede desprenderse en cualquier momento.

Por suerte no está lloviendo con fuerza, pero el viento y los truenos acobardan a cualquiera. Me acerco mi hermana Ariel y la abrazo envolviendola entre mis brazos de una manera protectora.

Ella hace lo mismo, pero con su pajarito.

—¿Como se llamaba la gaviota de la película de la sirenita? —me pregunta.

TorreMuelle ( Gavi )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora