Gavi, el futbolista del FC Barcelona, es perseguido por varios asesinos que quieren matarle.
Para evitar su muerte, necesitará escaparse hasta que todo se calme.
Para esconderse y alejarse del mundo, se irá a un sitio tan escondido y alejado que ni...
—Digamos que ese alguien va a venir aquí —digo abriendo los ojos para mirarla. Me ha dado hasta miedo decírselo.
—¿Cómo? —pregunta mi hermana pequeña perpleja.
—Ariel tranquilizate ¿vale? Respira hondo y...
No me da tiempo a seguir cuando sale del cuarto baño directa hacia mi abuelo. Rápido me coloco una toalla en el pelo y me pongo la camiseta y los pantalones. Estoy bastante mojada pero como no vaya tras mi hermana pequeña se que la va a liar
Odio que la casa sea tan pequeña porque en apenas dos segundos salgo del baño y mi hermana ya está frente a mi abuelo. Ha salido tan enfadada que apenas se ha acordado de que llevaba a la cría de gaviota con ella. Mi abuelo se queda asombrado al verla.
Ariel le llega por la cintura. Mantiene a la gaviota en su brazo izquierdo mientras que el otro brazo lo mantiene en postura de jarra. Siempre lo hace cuando está enfadada y quiere explicaciones.
—¿Cómo que va a venir alguien aquí? —le pregunta a mi abuelo.
Él se baja las gafas para seguir observando al pájaro por encima de ellas. Luego se coloca un mechón de su pequeña melena blanca por detrás de la oreja y parpadea rápido sin aún terminar de creerse lo que lleva mi hermana en su brazo.
—¿Qué es eso? —pregunta sin apartar la vista del polluelo.
—No me cambies de tema abuelo —dice mi hermana con su voz aguda de niña pequeña
Mi abuelo suspira intentando tranquilizarse y se toca el puente de la nariz.
—Tiene que quedarse una persona aquí y quiero que te lo tomes lo mejor que puedas —le dice par luego seguir agarrando los platos para el desayuno.
Mi hermana lo sigue.
—Pero abuelo yo no quiero que venga nadie. Las personas son malas y no me gustan —réplica mi hermana con un pequeño berrinche.
—Todas no —responde él.
—Casi todas —le dice mi hermana.
—Eso lo dices porque llevas toda tu vida viviendo en medio del océano sin conocer a nadie Ariel —le explica mi abuelo.
—¿Entonces porque nunca nos dejas salir al exterior? Aquamarina siempre que quiere salir no la dejas y dices que es porque las personas son malas que lo haces por protegerla
Mi abuelo se quita las gafas y las pone encima de una silla para luego restregarse las manos en el rostro.
—Parece mentira que tengas siete años. Hablas como si fueras una adulta —dice mi abuelo en regañadientes.
—Abuelo, de verdad que me da miedo, no quiero que venga nadie —le dice mientras que se le cae una lágrima por el rostro.
Mi abuelo se agacha para estar a la altura de mi hermana y se la limpia con su dedo gordo. Luego le acaricia la cara mientras le habla dulcemente.
—Ariel dale una oportunidad. Además hagamos una cosa, si intentas sobrellevarlo lo mejor posible haré la vista gorda con tu pajarito. No haré preguntas de donde lo has sacado y bueno... Voy a hacer como que no se que lo tendrás en casa.
A mi hermana de repente se le ilumina la cara y se le dibuja una gran sonrisa en el rostro, es cuando intervengo yo a la escena.
—Espera... ¿Vas a dejar que se quede la gaviota aquí? ¿Que haremos cuando crezca? —le pregunto acércandome a ellos.
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Pero mi abuelo me hace un gran vacío cuando se levanta y señalándome me dice;
—Ponte otra cosa más... Bonita y hazme el favor y ponte zapatos. ¡Las dos! Que parezca que tengamos un poquito de clase —dice agarrando las llaves.
—Vivimos en una torre con una casa enana con solo una habitación, donde las paredes son de madera y donde también solo comemos frutas o pescado y tu me pides que tengamos un poco de.. ¿Clase? —le digo enarcando las cejas incrédula.
—Aquamarina. No quiero ni una queja más ¿entendido? Voy a ir a ver al chico a la puerta del muro, ya habrán llegado.
—¿No podemos acompañarte? —le pregunto.
—Ya sabes que no me gusta que os acerqueis al exterior... —responde mi abuelo.— Además quedaros aquí arriba, bien vestidas y ¡calzadas! Que quiero que causeis una buena impresión. No os movais del salón.
Y sin más se va cerrando la puerta y bajando las escaleras hasta llegar al pequeño barco que tenemos. Ariel y yo nos asomamos a uno de los ventanales y lo vemos navegar con el motor del barco rápidamente hasta alejarse hacia el este.
