Capítulo 8: Yo Voy Contigo

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Los paramédicos llegaron pronto a la mansión Lascurain. Ana y Fernando sin consuelo se fueron con la niña en la ambulancia. Mientras iban de camino al hospital Fernando tuvo un recuerdo del momento en el que Diego se accidentó y lo perdieron por unos momentos en la ambulancia. Los paramédicos seguían atendiendo el delicado caso de Ana Soledad, mientras sus angustiados padres tomados de la mano miraban a la niña. Los paramédicos lograron estabilizar los signos vitales de Ana Soledad. Esto alivio en cierto modo su angustia, hasta que llegaron a emergencias y todos salieron rápidamente de la ambulancia.

Ana: (en voz muy baja y ahogada en llanto une sus manos en señal de persigna) Dios, por favor no te lleves a mi angelito. Muchas veces te pedí que me ayudaras a encontrar a mi mamá y ya la tengo conmigo, por favor Dios, no permitas que pierda a mi niña.

Fernando: (al igual que Ana comienza a pedirle a Dios) Mi Dios siempre te agradezco por lo bueno, pero hoy te pido por la salud de mi pequeña. No permitas que nada malo le suceda. Es un inocente ángel. Estefanía por favor desde donde estas vela por mi hija.

Todos en la mansión están muy angustiados. Soledad se queda con el resto de la familia para luego disponerse a salir hacia el hospital. Ésta tiene un sentido de culpa que no le permite pensar con claridad, pues cree que es su culpa el accidente que tuvo la niña. Bruno la lleva a la cocina para que se calme y pueda contarle bien lo que sucedió.

Bruno: Soledad, necesitamos que se calme para que pueda ir al hospital y apoye a su hija. Zeus la llevará tan pronto esté usted mejor. Le preparé un té para los nervios. El dolor, tanto como la ira, nublan el pensamiento.

Soledad: Bruno, es que no sé como mirar a mi hija a los ojos. Todo esto es mi culpa. No estuve al pendiente de Ann y por eso ocurrió esta desgracia. (Sostiene el collar con el relicario)

Bruno: Tranquilícese Soledad. Nadie tuvo la culpa. Debe entender eso.

Ya en el hospital, Ángel está esperándolos en la entrada de emergencias para rápido poder atender a la pequeña.

Ana: (agarrando fuertemente la bata blanca de Ángel y con lágrimas en sus ojos) Ángel, necesito que me jures que curarás a Ann sea como sea. ¡Júramelo! (exclama)

Ángel: (sosteniendo a Ana de los hombros) Ana, cálmate, créeme que haré hasta lo imposible por curar a Ann, tenga lo que tenga. Ahora necesito que me dejes hacer mi trabajo. (Se separa de Ana y corriendo sigue con la niña para la sala de diagnósticos. Cada minuto cuenta).

Ana y Fernando se abrazan fundidos en temor, angustia e incertidumbre. Pasan a la sala de espera. Ana casi en un ataque de pánico temblando mira a Fernando. Éste la sienta y le dice:

Fernando: Ana, necesito que te calmes. Me partes el corazón viéndote así. Pediré que te den un tranquilizante.

Ana: ¿Cómo quieres que esté Fernando? ¿Cómo quieres que me calme? Es nuestra hija. Mi hija, la que está allá dentro, y sin saber que le pasa. ¿Cómo puedes estar así?

Fernando: Mi amor. (Sosteniendo su cara con ambas manos y mirándola fijamente a los ojos) Uno de los dos debe ser fuerte para el otro. Sé que Dios no nos abandonará y nuestra niña saldrá de esta.

Ana: (al escuchar las palabras de su esposo lo abrazo fuertemente) ¡Ay Fernando! (sollozando) Quédate aquí conmigo, quédate Un Ratito Más. No me sueltes, siento que me caigo a pedacitos.

Fernando: Nunca te soltaré mi amor. ¡Te Amo! (se sienta junto a Ana a esperar el diagnóstico de la niña)

En la mansión, ya un poco más calmada Soledad, toma fuerzas de donde no imaginó tenerlas para ir apoyar a su hija al hospital. Soledad cree cargar doble pena, pues teme que le suceda lo peor a su nieta y sigue pensando que lo ocurrido fue su culpa. Además de que no puede sacar de su cabeza la imagen de ver a su amada nieta caer por las escaleras. Sale de la casa y se dirige al hospital.

Un Ratito Más!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora