Capítulo 12: ¿Qué Es Esto Tan Hermoso?

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Fernando no podía creer lo que sus ojos veían. Jamás pasó por su mente que le pudiera estar pasando lo que ahora. Ana incrédula lo miraba. Fernando se sienta en la esquina de la cama y con ambas manos toca su cabeza en símbolo de preocupación.

Fernando: ¡No entiendo mi amor! Esto nunca me había ocurrido.

Ana se levanta de la cama aun desnuda, agarra la sabana para cubrirse, dejando al descubierto solo sus glúteos, y se dirige hacia él. Se arrodilla en frente de él, acaricia su brazo, lo mira y le dice:

Ana: ¡Mi Don Fernandou, teikitisi! Dicen que para todo hay una primera vez. No estamos exentos de eso. Pero le pondremos solución. (Acaricia su cara) Nos juramos que en lo bueno y lo malo. Todo estará bien.

Fernando: Ha de ser todo el estrés del accidente de Ann, el problema que tuvimos por mi culpa y todo el trabajo que tengo en la empresa.

Ana: No sigas pensando en lo que pasó. El pasado es pasado y lo que debemos hacer es aprender de las experiencias. La niña está bien y mejorando día con día. ¡Nosotros, ya aclaramos! Y la oficina pues tienes un gran equipo de trabajo. ¡Yo Te Amo Fernando! (le da un beso en la boca y le sonríe) Tu tranquilo y yo nerviosa. ¡Regreso ahora! Ponte cómodo, que este asuntito lo arreglamos ahora. En lo que regreso, busca tres de tus corbatas. ¡Espérame!

Ana se pone su "baby doll", encima su bata y sus zapatillas. Se detiene un momento, mira a Fernando con cara de que no se espera lo que se avecina y sale del cuarto.

Casi como un golpe de viento, avanza hacia la cocina. Se llevó su teléfono para utilizarlo de linterna, pues no quería que nadie se enterara que ella estaba en la madrugada, con poquita ropa, rondando por la casa.

Sigilosamente abre la puerta de la cocina y va hacia la lacena. Allí encontró las velas y las tomo. Luego buscó un encendedor y lo agarró junto con las velas.

Ana: (hablando para ella) ¡Ahora sí Fernando que de esta te curas o te curo!

Salió de la cocina con todo lo que necesitaba, apago la luz de su móvil y cómo mismo bajo, subió toda emocionada por las escaleras, con el estimulante perfecto para la afección de su esposo.

Ana llegó frente a la puerta de la habitación y la semi abrió para asomar su cabeza.

Ana: Don Fernandou, ¿estás preparado?

Fernando: ¿Preparado para que Ana? ¡Me tienes intrigado!

Ana: Es que esa es parte de la estrategia. ¿Las niñas están dormidas, cierto?

Fernando: Sí, profundamente dormidas.

Ana: (aún en la puerta) ¡Vientos, vientos! ¡Bien! (va entrando a la habitación) Sr. Lascurain, haga el favor de ponerse cómodo es su posada, ósea en nuestra cama, inclusive en nuestro nido de amor. Extienda sus manos hacia ambos lados y procure quedar completamente desnudo.

Ana observó donde Fernando había dejado las corbatas que ella le había pedido hace un rato y caminó hacia ellas. Las tomó y se las puso alrededor de su cuello y allí puso las velas y el encendedor.

Fernando siguió las instrucciones que su esposa le había indicado. Solo llevaba puesto un calzón y se lo quito para proceder. Fernando se acostó en la cama y Ana procedió a entrar gateando poco a poco en la cama. Se puso encima de él, agarró una de las corbatas, se la amarró en la mano y el otro extremo de la corbata lo ato al extremo de la cama. Ana llevó sus manos a su cabellera y alzo su cabello mientras hacía movimientos pélvicos rozando muy de cerca el pene de Fernando. Luego tomó de su cuello la otra corbata y la ató a su otro brazo y luego al otro extremo de la cama.

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