Aunque no tenga nombre

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🍬holis, solo quería decir: gracias por seguir leyendo 🙏🏻🙏🏻 y perdón por tan poco y no haber respondido los comentarios, pero juro que los amo todos 🥹 no soy nadie sin ustedes, mis queridas lectoras

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Satoru y Shoko caminaban por las calles del centro de Tokio, sus pasos resonaban entre la multitud que los rodeaba. Era un día soleado, con el cielo despejado y una leve brisa que no aliviaba del todo el calor de principios de agosto. Satoru llevaba unas gafas de sol ridículamente grandes, como siempre, mientras hablaba sin parar sobre como Suguru lo había dejado desayunando solo con las chicas, aparentemente para andar en bicicleta.

—Claro, ese culo lo agradece, pero me podría haber avisado porque...

Shoko, caminando a su lado, escuchaba con una mezcla de paciencia e ironía, fumando lentamente un cigarrillo, pero su mente solía vagar hacia otros lados cuando Satoru empezaba a hablar del cuerpo de Suguru. Era un tópico que le hacía doler el estómago.

—Sí, sí. Oye, ¿pensaste más o menos en lo que quieres? No sé, tipo de metal y qué sé yo —preguntó, mientras exhalaba humo.

—No. Es que, ¿cómo se supone que voy a elegir un anillo? — se quejaba Satoru, con un gesto exagerado—. Suguru no es cualquier persona, es él. No puedo simplemente comprarle cualquier cosa. Tiene que ser algo que lo haga sentir especial, único... algo que diga: 'te amo tanto que no te dejaría aun cuando te convirtieras en un homicida lider de secta adicto al incienso' .

Shoko lo miró por el rabillo del ojo y aspiró el humo con tranquilidad.

—Ok, tu imaginación es extrañamente especifica, pero a quién le importa—Comenzó a mirarse sus uñas, con expresión reflexiva—. Satoru, llevamos cinco joyerías. Todos esos anillos ya dicen 'te amo tanto que no te dejaría aun cuando mates a tus padres'. O algo así.

Satoru hizo una mueca, como si hubiera dicho algo blasfemo.

—No lo entiendes, Shoko. Esto no es sobre el precio o lo extravagante que sea. Es sobre lo que significa. Suguru es... es mi todo —Se metió un dedo en la nariz y miró hacia ambos lados, como temiendo ser descubierto—. Aunque no me molestaría que sus padres estiraran la pata, la verdad —añadió, en voz muy baja.

Shoko rodó los ojos, pero su sonrisa irónica se suavizó un poco.

—Lo sé, pero sigues dándole vueltas a lo mismo. Ningún anillo va a capturar eso, no importa cuántas joyerías visitemos. ¿Estás buscando algo que diga 'te amo en todos los universos que mi retorcida mente imagina' o el puto Santo Grial?

Satoru se detuvo frente a la vitrina de la siguiente tienda y la miró.

—No es tan fácil, ¿Ok? No sé cómo hacerlo... bien. Se supone que lo hago todo bien, pero esto me está...costando.

Shoko apagó su cigarrillo y lo siguió.

—Por eso estoy aquí. Si te dejas de quejar y me escuchas, encontraremos algo. Además, ¿realmente piensas que Suguru necesita un anillo gigante para saber lo que sientes por él? Has estado con él por años. El anillo es un símbolo, no una declaración de guerra.

Satoru se quedó en silencio por un segundo, mirando el reflejo de los anillos en la vitrina. Había algo en las palabras de Shoko que calaba hondo, pero aún así, no podía evitar sentir esa presión interna, como si todo fuera un desastre si no encontraba el anillo adecuado.

Entraron a la tienda, donde el ambiente era mucho más calmado que en las anteriores. Un hombre mayor, con un traje impecable, los recibió con una sonrisa. Satoru miró la selección de anillos, esta vez tomándose su tiempo. Shoko lo observaba desde atrás, con los brazos cruzados.

Sunshine in a jarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora