El nuevo doctor

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Anthony

Benedict y Colin entraron en mi despacho sin previo aviso, como siempre. Colin tenía el aspecto de un hombre que no había dormido en días, arrastrando los pies y lanzándose en una silla con un suspiro agotado. Benedict, por su parte, mantenía esa sonrisa burlona que tanto me irritaba.

—¿Qué tal ayer, hermano? —preguntó Benedict con tono ligero, acomodándose frente a mí como si estuviera a punto de contarme el chisme del día—. Nos dijeron que la chica era algo reservada. Pensamos que sería más divertido para ti.

Colin soltó una risita cansada, sin energías, pero suficiente para dejar claro que estaba al tanto de lo que hablaban. Sentí cómo mi cuerpo se tensaba al instante. Me obligué a apartar la mirada de los papeles que tenía frente a mí, pero mis manos ya estaban cerrándose en puños bajo el escritorio.

—¿"Más divertido"? —repetí despacio, tratando de mantener la calma, aunque sabía que la rabia estaba empezando a subir.

—Sí, hombre —Benedict seguía con su tono desenfadado, sin captar el cambio en mi expresión—. Vamos, solo era un joven... No hace falta que te pongas así. ¿Fue bien o no?

—¿Qué? —dije en un susurro, sin apartar la mirada de él. La ira latía bajo mi piel.

—No te pongas tan serio, Anthony. —Benedict me miraba como si mi reacción fuera desproporcionada—. Fue solo una noche. No me digas que te has puesto sentimental.

Colin, a su lado, me observaba con curiosidad, parpadeando como si tratara de mantenerse despierto, pero ni siquiera él entendía por qué me afectaba tanto. Podía ver el desconcierto en ambos.

—¿Sentimental? —El peso de la palabra colgó en el aire, y yo me incliné hacia ellos, con el rostro tenso—. No, Benedict, no es cuestión de sentimentalismo. Es cuestión de respeto.

Benedict y Colin intercambiaron una mirada rápida. Claramente, no entendían nada.

—Entonces, ¿fue bien o no? —insistió Colin, todavía con una sonrisa floja en los labios, como si la situación aún tuviera algún matiz cómico.

—¿Os parece esto un juego? —Mi voz salió más baja, más grave, y ambos me miraron con creciente incomodidad—. ¿Pensáis que podéis hablar de ella como si no fuera más que... una diversión para vuestra satisfacción?

Colin levantó una ceja, sorprendido, mientras Benedict fruncía el ceño.

—No sabíamos que te lo tomarías así. Al fin y al cabo, accediste. 

—Claro que no lo sabíais. —Me puse de pie, sintiendo cómo la rabia crecía con cada palabra—. No veis a estas mujeres como personas, sino como una simple distracción. No pensáis en cómo vuestras palabras o acciones pueden afectarlas. Paulina no es un juego, ¿entendéis?

El desconcierto en sus caras era palpable. Colin soltó un leve resoplido, claramente no entendiendo por qué me ponía así. Benedict simplemente me miraba, intentando buscar las palabras correctas, pero sin éxito.

—Anthony, no es para tanto... —Benedict intentó suavizar la situación, pero ya era demasiado tarde.— ¿Desde cuándo te interesan tanto esas chicas?

—Eso es lo que no entendéis. Siempre es "no es para tanto". —Los miré a ambos, sin poder ocultar la frustración—. Para vosotros, nada lo es.

El silencio cayó sobre nosotros como un peso. Ninguno de los dos decía nada, simplemente me miraban, incapaces de comprender por qué todo esto me afectaba tanto. Pero la imagen de Paulina seguía clavada en mi mente, y una sensación incómoda se asentaba en mi pecho.

Paulina (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora